La rata y el ratón son especies diferentes; el ratón es más pequeño y tuvo más éxito en los dibujos animados. Los antiguos romanos no caían en la confusión y tenían una palabra distinta para cada animal; al ratón lo llamaban mus, palabra que sobrevive en el inglés mouse. Los romanos también tenían una palabra especial para el murciélago: vespertilio, que alude a su carácter vespertino y a su vida nocturna. En cambio, cuando en la Edad Media se encontraron con el murciélago no se sorprendieron de que viviera principalmente de noche y tampoco de que siendo mamífero pudiera volar como si fuera un ave, sino de que fuera ciego. Lo bautizaron entonces «ratón ciego», que viene a ser murciégalo, palabra se mantuvo vigente durante siglos hasta que luego, mediante un proceso que los estudiosos llaman metátesis, se convirtió en el murciélago que conocemos hoy. Las varias lenguas europeas se reparten dos ideas a la hora de bautizar a este raro animal: algunas destacan su talento volador, como el alemán, el sueco o el holandés, mientras que otras destacan su ceguera, como el castellano, el catalán y el portugués. La excepción es el francés, que no elige ni una ni otra opción. En francés, al murciélago lo llaman literalmente ratón calvo.
(En la imagen, el hombre murciélago despliega sus alas para hacer el bien. En Batman Begins, de Christopher Nolan, 2005.)
