JUEGOS
Lexicón

Quincuagésimo

Sexto sentido, séptimo sello, octavo pasajero

quinto elemento
El quinto elemento, 1997 | Joker y Crucigrama

Los números ordinales indican un orden, es decir, la posición dentro de una secuencia. El primer trabajador está delante de todos los demás; el segundo tiempo viene después del primer tiempo; el tercer hombre sigue al primero y al segundo. El cuarto poder sugiere la existencia de tres poderes previos; el quinto elemento, el sexto sentido, el séptimo sello, el octavo pasajero dan a entender una lista —de elementos, de sentidos, de sellos, de pasajeros— y la ubicación relativa dentro de esa lista. En principio, para cada número cardinal —los de siempre: uno, dos, tres, cuatro, noventa y siete, quinientos quince— existe su correspondiente número ordinal, aunque en la conversación cotidiana sólo se usan fluidamente los números ordinales hasta el décimo. De ahí en adelante empiezan a ser más escasos: en el ascensor indicamos el piso diecisiete, no el decimoséptimo; en la biblioteca pedimos el tomo veintitrés, no el vigésimo tercero. Ambas formas serían correctas, pero por simplicidad se tiende a preferir el número cardinal. Hay un caso, sin embargo, en donde el ordinal sí está vedado: cuando se deben nombrar reyes y papas con un número superior a diez; hay que hablar de Juan veintitrés, de Benedicto dieciséis o de Pío doce. Quizás para establecer un contraste con esa preferencia coloquial hacia los cardinales, en contextos más formales y protocolares se elige utilizar los números ordinales. Para indicar la conmemoración de un acontecimiento importante —la muerte de un prócer patrio, la fundación de una institución educativa— se suelen usar formas como septuagésimo octavo o quincuagésimo.

 

(En la imagen: primerísimo plano de Milla Jovovich, que es —aunque todavía no lo sabe— la clave para salvar a la humanidad. El quinto elemento, de Luc Besson, 1997.)

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