De las escolares lecturas sarmientinas recordamos el zonda; por los alarmantes noticieros vemos venir la sudestada; la literatura gauchesca nos hizo conocer el pampero. Es curioso que algunos vientos tengan una personalidad tan definida que hasta reciben nombres propios. Para que esto ocurra tienen que confluir dos cosas: que ese viento sea un invitado habitual y que venga acompañado de cambios climáticos especiales. La sudestada es un viento común en la zona del Río de la Plata, que lleva a la costa el aire frío y húmedo del Atlántico; produce lluvias constantes e inundaciones en la costa argentina y un súbito descenso del agua en la costa uruguaya. El zonda sopla en la zona cuyana; el aire caliente, seco y polvoriento llega desde los Andes y produce varios días de inolvidable sofoco. El pampero es un viento fuerte y frío que sopla desde la ancha llanura argentina; cuando se encuentra con el viento húmedo y caliente del norte puede producir tormentas eléctricas. Cada región tiene los suyos. En México, el viento norte es extremadamente seco y caluroso; el bora es un viento tormentoso del Mar Adriático; la tramontana sopla en la región de Cataluña. Soplan el chinook en los Apalaches, el puelche en el sur de Chile y el gregale en Grecia. El simún es fuerte y seco, y afecta a Arabia y Medio Oriente; el ghibli refresca Libia. En el Mediterráneo, el mistral es frío y seco, y llega desde el Atlántico Norte luego de atravesar el continente; el siroco es muy caliente y proviene de los vastos desiertos del Sahara.
(En la imagen: Scarlett O'Hara coquetea con los caballeros sureños sin saber el tormentoso futuro que les espera. En Gone with the Wind, de Victor Fleming, 1939.)