MEDIOS

Elogio de Brancatelli

Su presencia valida el lema axial “todas las voces”, aunque la representación en escaños no sea un espejo de la realidad.

Brancatelli posee un centralidad tal en Intratables que todo sucede desde él o pasa por él.
| Cedoc

Paulo Vilouta estaba haciendo una de sus alocuciones que indistintamente culminan con un “¡Pero que primero devuelvan la que se llevaron, viejo!”, cuando fue interrumpido por Natasha Niebieskikwiat con algo parecido a un “No es tan así”. Violuta, enojado, se volvió contra ella, que sí, que era así, que vaya a hablar con la gente común. Natasha masculló dos o tres veces, por lo bajo: “Yo no soy Brancatelli”.

Este ejemplo burdo -y un poco difuso- sirve para ejemplificar lo que vemos a diario en el show político televisivo llamado Intratables: Diego Brancatelli posee una centralidad tal que todo sucede desde él o pasa por él. Por supuesto que siempre todo es peyorativo. Natasha no es Brancatelli, porque ella es buena periodista y Brancatelli no, fin del argumento.

No vamos a descubrir nada a esta altura respecto al rol que cumple Diego en el engranaje del show: su presencia valida el lema axial “todas las voces”, aunque la representación en escaños no sea un espejo de la realidad. Pero es un programa de televisión, no el Congreso; y tienen derecho a elegir la línea editorial que les plazca. Lo cierto es que Diego es apostrofado con el “Brancatelli Pelotudelli”, que le lanzan desde el control en la voz de Fátima Flores, para inhabilitar cualquier huella de verdad que pudieran contener sus palabras.

La falta de respeto hacia Diego Brancatelli es constante. Su voz no tiene validez desde el mismo momento en que abre la boca. Porque es Brancatelli. No termina de enfatizar una frase completa sin que salten a invalidarlo a la vez entre cinco y ocho colegas panelistas. Algunos argumentando, otras descalificando, incluso algunos insultándolo, todos a la vez, en un efecto muy parecido al acople. Cuando Branca recurre a la chicana picante, que en el discurso televisivo es el recurso más efectivo -por corto y contundente- y que usan todos, Santiago del Moro corta invariablemente el debate, para que quede claro que no está de acuerdo con el accionar de Brancatelli. Luego agrega alguna frase del tipo “La argentina es de todos” y le pasa la palabra a cualquier otro con un “Sí”.

Este accionar aceitado de descalificación constante hacia Diego Brancatelli lleva a que incluso los invitados se sientan habilitados para maltratarlo. Otros colegas, especialistas, hasta dirigentes políticos, van y lo desautorizan. Lo que es un escándalo. Que un legislador denueste públicamente a la prensa. Si el periodista fuese otro sería motivo de intervención de FOPEA y flamearían las banderas de la libertad de expresión en todo el territorio de la patria libre. Por supuesto nunca sus colegas se solidarizan con él.

Nunca algún compañero dijo algo así como “no coincido en nada con Diego pero es un tipo honesto, que piensa de esta manera, y usted como funcionario público no puede maltratar a ningún colega”. Una vez una dirigente le gritó en la cara, textual: “Brancatelli, si donás el cerebro al Incucai te lo devuelven por boludo”. Por supuesto que sus compañeros no sólo no salieron a respaldar a Branca si no que hasta rieron por el tamaño de la ocurrencia. Ahora, si Diego le llega a preguntar, sin faltar el respeto. a Margarita Barrientos si la gente que va a su comedor está mejor o peor que antes, sus compañeros de panel lo increparán, porque esa pregunta no debe hacérsele a una militante popular de la valía de Margarita.

Muchas veces no estoy de acuerdo con lo que dice Branca, a veces estoy de acuerdo con la idea pero no en cómo lo argumentó. No importa, es difícil estar ahí pensando lo que piensa. No por nada nadie resiste en ese rol como resiste Diego. Siempre respetuoso, siempre correcto. En la adversidad nunca se desborda, ni abandona el piso, ni insulta a nadie. Honesto en lo que piensa, coherente, incluso, sin conocerlo, me arriesgaría a decir que es buen tipo. Por todo ello, cuando veo a Brancatelli me pasa lo opuesto a lo que sienten miles de ciudadanos inducidos por la dinámica del show. Me pasa que lo quiero, que siento la necesidad de salir a bancarlo. En una discusión, en casa, en Twitter, en la vida. Soy el Brancatelli de Brancatelli. Branca, ya sabés, lo que precises, hombro con hombro en este mundo atroz.

(*) Periodista, expanelista de Duro De Domar | Twitter: @mc__