Marcelo Gallardo, director técnico de River Plate, se ganó la admiración y la atención de muchísimas personas amantes del fútbol. De simpatizantes -aún quienes ni son de River, como quien le escribe-, jugadores, técnicos, directivos. Gallardo no hace política, por lo menos ahora, pero si dirigiera al país, como lo hace con River, en siete años nos posicionaría como el país más poderoso de América Latina.
Es el técnico más acumulador de títulos en la historia de River Plate. Actualmente cuenta con 12 competencias ganadas. Además, ha sido protagonista de partidos icónicos como el que se vio contra Independiente Santa Fe (Colombia) por la Libertadores el 19 de mayo. Gallardo es respetado y temido por muchos adversarios, como algunos políticos del mundo.
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Me centraré en los dos últimos partidos de River: el superclásico del torneo local y el de Independiente para la Libertadores. Para el partido contra su clásico rival, Boca, River se encontró con la mala noticia que 15 de sus jugadores se contagiaron de coronavirus. Entre ellos, los cuatro principales arqueros dieron resultado positivo para covid-19. La solución de Gallardo fue permitirle debutar al quinto arquero, Alan Díaz, que deslumbró con su performance, aunque hayan sido derrotados en tanda de penales. Quedó en la historia, el “pibe” debutó.
Para la Copa Libertadores, River seguía con sus contagiados pero tuvo la mala suerte de no encontrarse con más jugadores para desafiar al equipo colombiano, ya que el reglamento de Conmebol obliga que antes de la competición cada DT realice una “lista de buena fe”, el jugador que no está incorporado (en la planilla) no podrá jugar en la competencia. Al no tener quién poner al arco, Gallardo decidió que atajaría Enzo Pérez (mediocampista). Una decisión arriesgada. Pero River ganó, con dos goles antes de los primeros 7 minutos del partido.
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River, Gallardo, historia, emoción y victoria. Esto es lo que consiguió Gallardo, un genio como técnico y sólo me limito a eso porque desconozco su forma de ser. Ahora, ¿necesitamos que Gallardo sea Presidente? ¿O un presidente como Gallardo? Obviamente el segundo interrogante es el más atinado: Argentina necesita un estadista. Uno de verdad.
La cuestión es cómo se consigue un estadista y si la sociedad es la responsable un poco de ello. Si tenemos en cuenta que cada ciudadano conforma la sociedad y es un ser político dentro de ella, cada actitud que tome lo hace responsable de lo que ocurre. En otras palabras, el hecho de elegir representantes, de manifestarse, de cumplir, de no hacerlo, de pagar impuestos (o no), etcétera, son comportamientos que definen a la sociedad en común. Esto es lo que permite la democracia, ser un agente activo en la comunidad. Por ende, cada uno debe ser consciente que sus acciones y actitudes tienen consecuencias.
Uno de los grandes desafíos que tiene Argentina para el futuro es enfrentar el proceso de “despolitización” que estamos sufriendo, sobre todo los más jóvenes. La distracción, el ocio, la facilidad de conseguir lo que uno quiere, son grandes trabas que hoy los jóvenes tienen pero no es sólo esa, también desde quienes tienen el poder aspiran a que el joven no se convierta en un agente activo, sino pasivo. Que vote pero sin consciencia. La política se convirtió en fútbol, no es ir a las urnas, es ir a la cancha a ver un partido. Sólo con ver que antes la mayoría de las manifestaciones eran gestadas por estudiantes y hoy no, nos dan una clara visión de las cosas.
Es muy difícil lograr que una masa cese, es mucho más fácil crecer nutriéndose que con rebeliones pero eso no se logrará sin un consenso social, sin un hecho clave que nos atraviese. Excepto si desde el Gobierno se comienza a gestar una idea que Argentina debe transformarse.
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Lastimosamente, es imposible que un estadista caiga del cielo y esté en el Gobierno porque la campaña política -mecanismo actual para ganar votos- se fundamenta en la demonización del otro, o, en la definición viendo al otro. Es más probable que la atención de un debate se preste entre dos candidatos que se pelean, en vez de alguien que propone políticas públicas. Pero ojo, los políticos no son superhombres y se equivocan, a veces -producto del marketing- estiman objetivos muy difíciles de alcanzar que luego no pueden cumplir.
Argentina necesita un Gallardo como presidente, sin dudas. Un estadista que sepa moverse ante cualquier eventualidad y que no piense en acumular poder, sino acumular victorias, triunfos, salir adelante.
Gallardo desnudo en un fútbol grotesco
Finalizando, con algo que no tiene nada que ver con lo anterior pero me atrevo a consultarle a usted. Si resumimos que el arco es la debilidad de un equipo y lo asemejamos con la economía, en nuestro país, el ministro Martín Guzmán: ¿es Franco Armani o Enzo Pérez en el arco?