Justo cuando cumplimos 299 días de labor, celebramos en el Teatro Cervantes el pasado 15 de diciembre un balance de la tarea llevada adelante por el Consejo Económico y Social. Se trata de un ámbito institucional inédito en este tiempo de democracia, donde podemos convivir con miradas diferentes y plurales un conjunto de expresiones de la vida social y productiva del país: todas las expresiones del sindicalismo y los empresarios de las variadas ramas productivas, junto a representantes de la academia, movimientos populares, sistema científico y tecnológico, universidades y sociedad civil.
Si nos dejáramos llevar por la cultura política imperante en los medios masivos de comunicación y las redes sociales, la promoción de acuerdos edificantes sería imposible en dicho ámbito. De acuerdo a esta mirada hegemónica, debió primar en el CES la táctica chiquita del juego de suma cero, la destrucción de ideas distintas, la imposición del pensamiento único o la agresión.
Pero gracias a la actitud generosa y paciente de quienes componen el CES, fue posible rescatar un ámbito de diálogo donde se pudo avanzar en acuerdos estructurantes, que resultan muy importantes para la vida del país. Como efecto demostración de lo que es posible. Y como contra-cultura del encuentro, para avizorar otros desafíos futuros.
La enunciación de las acciones llevadas adelante por el CES resulta reconfortante. Coincidimos en acuerdos sobre proyectos de ley sobre temas estratégicos, que hoy están en el Congreso para ser discutidos por los representantes partidarios, entre otros: la promoción del sector agro-bio-industrial; la industria de la construcción y los créditos hipotecarios; la electro-movilidad; la producción industrial del cannabis y cáñamo industrial; la economía del conocimiento y los contenidos audiovisuales nacionales. También avanzamos en foros globales para la elaboración de una estrategia nacional sobre el hidrógeno; la producción regional de vacunas; y el buen uso de las redes sociales para el bien común.
Junto a un equipo de asesores externos –entre quienes se cuentan Jeffrey Sachs, Enrique Iglesias, Luigino Bruni– y la participación especial de Alicia Bárcena de Cepal y Rebeca Grynspan, de Segib, promovimos una discusión racional sobre la nueva arquitectura financiera internacional y acompañamos la estrategia de reestructuración de la deuda externa privada que encaró el Gobierno Nacional.
Desde el CES también procuramos alimentar los diálogos macro con un aterrizaje desde lo pequeño, los casos emblemáticos, los ejemplos visibles de cambios que luego pueden potenciarse desde lo estructural. Por eso promovimos la convocatoria a proyectos en todo el país sobre los trabajos del futuro, el equilibrio territorial armónico, la transformación de planes asistenciales en empleos formales, las nuevas métricas para medir el cambio tecnológico asociados a la producción, entre otras iniciativas. Miles de propuestas están siendo evaluadas en estas semanas por jurados plurales, con el máximo nivel de independencia y seriedad.
En este mismo espíritu se ubica la puesta en marcha de una iniciativa de formación que es única a nivel mundial: la construcción de capacidades en inteligencia artificial dirigida a 5 mil integrantes del movimiento obrero organizado, junto a la UBA y su Ialab. También nos ubica en la frontera de la innovación a nivel mundial la constitución de una Unidad de Ciencias del Comportamiento que acompañe el mejor diseño e implementación de políticas públicas. Lo estamos haciendo junto a una red de expertos nacionales de máxima calidad.
La agenda de temas para el año 2022 también es desafiante: nos abocaremos a analizar, entre otras, la cuestión de la hidrovía, el mejor aprovechamiento de las tierras fiscales, la inclusión financiera y el fenómeno de los cripto activos, el impacto de las redes sociales en la salud mental y la productividad, el agua como bien público estratégico.
En su discurso frente al CES en el Teatro Cervantes, el Presidente Alberto Fernández también convocó a este ámbito plural a debatir temáticas de una importancia medular, como la cuestión federal y el eventual traslado de la Capital Federal; la configuración de la Corte Suprema de Justicia de la Nación; la constitución de una Agencia Nacional de Prevención de la Violencia; la reforma del ciclo secundario educativo; y planes quinquenales productivos asociados al financiamiento internacional. Tarea que llevaremos adelante con el entramado socio-productivo-académico del CES durante el año 2022, a través de ámbitos de trabajo donde prime el respeto, la capacidad de escucha y la conjugación de miradas distintas.
Lo anterior no supone olvidar que existen intereses diversos, conflictos que deben ponerse sobre la mesa con transparencia, reforzando la necesidad de pasar en limpio pros y contras de cada decisión y respaldarla no solo con opiniones sino también con evidencia, datos rigurosos y análisis comparados. Conjugar sabiduría popular con conocimiento científico es un enorme desafío de síntesis y encuentro fecundo.
Tenemos que superar en la Argentina una nueva forma de colonización, que es la polarización. Constituye un aturdimiento institucional. Un estado de “coma emocional”. Una cartelización de diferentes formas de pensamiento único. La opción histórica de este tiempo es “amistad social o dependencia”. Porque solo a través del amor comunitario podemos tener un foco, una dirección, una motivación y una alegría. Porque si no encontramos todo eso en el amor como comunidad organizada, lo buscaremos en el odio. Sin entender que las energías que nacen de la confrontación solo crean más de lo mismo. Por todo lo anterior, quienes participamos del Consejo Económico y Social lo soñamos como un “taller de fraternidad” donde –a pesar de todas las dificultades– durante 299 días pudimos sembrar la semilla de una Argentina diferente.
*Presidente del Consejo Económico y Social.
