OPINIóN
Errores no forzados

Campaña con sexo, droga y rock&roll y Netflix: ¿estrategia o desorientación?

Todos creemos que sabemos comunicar, hasta que nos encontramos con la realidad. Y los políticos en campaña o en el Gobierno no son la excepción. Muchas equivocaciones.

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María Eugenia Vidal, Victoria Tolosa Paz, Alberto Fernández y Mauricio Macri. | cedoc

La comunicación es algo simple y que todos sabemos hacer, hasta que tenemos que explicar por qué gente muy inteligente, con experiencia en política y en aparecer en los medios, comete una serie de errores o “derrapes” que ni siquiera son tan controvertidos como para aumentar su nivel de conocimiento. 

Pensaba escribir de los errores de comunicación del Presidente (ya que ha cometido muchos), y del ex presidente Macri, pero las últimas expresiones de Victoria Tolosa Paz y de María Eugenia Vidal me llevaron a pensar que puede ser que haya algo más que una simple sucesión de errores. Tal vez es parte de la estructura de la campaña, es decir, de la dinámica de la conversación de la campaña.  

Aunque el tema sea la comunicación de la campaña, trataré de pensar este problema como una manifestación de una estrategia de comunicación, la expresión dentro de una cultura política determinada y la falta de modelo mental de comunicación adecuado de parte de los protagonistas de estos furcios y errores. 

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Errores. ¿Qué es un error de comunicación? ¿Cómo podemos definir un error de comunicación? 

De hecho, es bastante más difícil de definir de lo que parece. Sobre todo, porque algunas veces, lo que pensamos que es un error desde un criterio, da muy buenos resultados desde otra perspectiva. 

Existen muchos tipos de “errores de comunicación”, pero en general podríamos decir que un error de comunicación es aquello que cuando se dice o se hace, reduce las posibilidades inmediatamente siguientes de que la comunicación siga su camino, es decir, de que continúe reproduciéndose a favor del sujeto de la comunicación. Un error de comunicación (en el contenido, en el modo, en el canal, en un 

gesto, etc.) es el acontecimiento que resta, reduce o cierra las posibilidades de seguir comunicándose hacia adelante. La comunicación es un proceso autogenerativo. Sobre todo en una conversación de campaña y con los medios (de prensa pero también por los usados por cada persona) prestando atención a cada detalle de lo que ocurre. 

A continuación, repaso cuatro ejemplos de comunicación que reducen en lugar de ampliar las posibilidades de continuar generando otras comunicaciones desde una posición ventajosa: 

 

María Eugenia 

“Una cosa es fumarte un porro en Palermo y otra es vivir en la 1-11-14 rodeado de narcos y que te ofrezcan”. Hace un tiempo, siendo gobernadora, Vidal dijo algo en la misma dirección hablando del acceso a la universidad. Dos cosas. Primero, parecería que María Eugenia Vidal no ha logrado encontrar su lugar en esta campaña. Entendamos que una campaña es una conversación. Vidal no encuentra su posición conversacional en esta campaña. Si consideramos la campaña como una conversación en turnos, entonces, todos sabemos que tenemos que hacernos escuchar, pero también debemos mantener una posición en la conversación porque de otro modo, no accedemos al siguiente turno. 

Segundo, estaría intentando explicar algo que ella sabe pero que puede ser sacado de contexto con facilidad. Podríamos decir que el error de Vidal es ir en contra del sentido común. En la comunicación esto se paga caro. Pensar qué hacer con el sentido común es clave en una comunicación de campaña porque si uno lo rompe (más allá de las verdades o falsedades, y de las intenciones), se debe estar preparado para ayudar a rehacerlo inmediatamente. 

 

Victoria 

Diferente es el  caso de Victoria Tolosa Paz. Ella tiene un lugar en la campaña (defendiendo al gobierno) pero se dejó llevar por la situación y por la comodidad que le brindaron sus interlocutores. En realidad, fue un error para alguien poco conocida y que puede hacer que lo expresado sea un “estigma” de por vida. Es decir, puede haber generado un recuerdo sobre ella que no quería generar. Fue la versión erótica del mensaje de Guillermo Moreno: “el peronismo es amor”, dijo varias veces en el programa de Viviana Canosa. Victoria fue más allá: “En el peronismo siempre se garchó, es así”. Quiso aggiornarse, acompañar a sus interlocutores, sonar un poco más juvenil. Pero no le deja nada para adelante, más que disculparse y explicar. Algo a favor de ella: se puede decir que es una de las más desconocidas en la campaña y que esto hará que más de uno le preste atención. Pero con el riesgo de que la recuerden por esa frase y de que le reste “motor” para seguir. La pregunta que tiene que hacerse es: “¿cómo sigo?”. Porque siempre en comunicación ésa es la pregunta: cómo continuamos comunicándonos. El futuro dirá si el error es grave o pasajero.  

 

Mauricio

Por otro lado, Mauricio Macri también está teniendo problemas para encontrar su lugar dentro de la campaña. El ex presidente no necesita más nivel de conocimiento. Necesita que lo que exprese sea relevante. Si medimos la comunicación en función de la relevancia, la gran mayoría no pasaría el examen. Hace unos meses le contó a Juanita Viale que en los peores momentos de crisis se conectaba a Netflix para manejar su estrés; esta semana dijo: “Para ganar plata hay que evadir impuestos” y luego, se refirió de manera tan ambigua que logró gran parte de la oposición lo tratara de “golpista” y de anti-democrático. No es fácil meterse en la conversación de campaña luego de este tipo de expresiones, en tanto debería entrar en el flujo de la comunicación para que alguien considere relevante lo que está diciendo. Sino, ¿para qué hablar?

 

Alberto 

Por otro lado, el Presidente viene cometiendo varios grandes errores de comunicación. El origen de todo se lo atribuyo a tener un modelo mental de comunicación defectuoso. Un modelo que surge de lo que se nos dice todavía en la escuela sobre que la comunicación es “transmitir información”. En realidad, este modelo de transmisión suele transformarse en algo más básico: en un modelo de “plomería” en el que hacemos que los mensajes entren por un “caño” (que es el canal), para que lleguen al otro extremo, a alguien que está “abriendo una canilla” esperando los contenidos. Bueno, en realidad, nada más fuera de lugar que este modelo. 

Y lo voy a explicar con el último de los errores del presidente: “No voy a traicionar”. En realidad, cuando se aconseja a alguien no usar “negaciones” en un discurso es porque la forma negativa trae de modo implícito una afirmación: la que hay que negar. Entonces, el que escucha puede quedarse con la afirmación más que con la negación. Los que escucharon al Presidente decir que no “traicionará” pueden interpretar también (incluso al escuchar la idea por primera vez) que hay posibilidades de traición. Entonces, tal vez lo mejor es hablar de “lealtad” en lugar de “no traición”. 

El problema de Alberto es que ya generó un patrón de errores: los barcos de los argentinos, el debate de la profesora, las traiciones a Cristina, Máximo y Massa, el olvido de que es presidente de toda la ciudadanía, el enojo cuando lo contradicen, decir que no es delito porque no hay contagio, y un largo etcétera. 

Todos creemos que sabemos de comunicación hasta que nos encontramos con la realidad. La realidad es más difícil que la teoría. Y lo digo desde la teoría. No me cabe la menor duda. Pero necesitamos un enfoque teórico si queremos tener una estrategia y si pretendemos hacer algo que tenga cierta dirección, continuidad y estabilidad en el tiempo.

 

*Director de la Maestría en Gestión de la Comunicación, Facultad de Comunicación, Universidad Austral.