Las últimas semanas nos sorprendieron con un aluvión de nuevos unicornios en Argentina: Mural, Bitfarms, Ualá y Tienda Nube superaron la valuación de los mil millones de dólares antes de cotizar en bolsa y se sumaron al grupo de prestigiosas start-up argentinas en la frontera tecnológica global. Pero el talento nacional no se limita al sector tecnológico vinculado a Internet, el software o la inteligencia artificial, también pisa fuerte en el ámbito científico con un sistema desarrollado y líder en producción en América Latina.
La sinergia entre el sector científico-tecnológico y el ecosistema productivo es un campo fértil para la innovación, como muestra el caso de Bioceres, empresa argentina de biotecnología fundada a partir de una unión entre la academia, el sector público y el privado que, entre otras maravillas, localizó el gen que enseña al girasol cómo administrar la falta de agua para replicarlo en otras plantas en todo el mundo, o que convierte desechos industriales en alimentos para bacterias y aporta soluciones para grandes problemas actuales como la crisis ambiental.
El caso de Satellogic es otro de los emblemáticos: a través de nanosatélites que permite mejorar abismalmente la toma de decisiones en los agronegocios; además, hoy es el mayor empleador de científicos aeroespaciales de América Latina.
Nuevas tecnologías. Son muchos los casos de empresas argentinas que utilizan nuevas tecnologías -como inteligencia artificial, cloud computing, desarrollos en genética, nanotecnología y biotecnología, por nombrar solo algunas- para innovar, brindar soluciones y cambiar el paradigma de los modelos de negocios. Al hacerlo, además, aumentan la productividad de toda la economía. Cerca de uno de cada diez dólares producidos en Argentina y más de un quinto de nuestras exportaciones provienen de estos sectores asociados con la ciencia y la tecnología. Además de volvernos más competitivos, la ciencia y la tecnología generan empleos de calidad. El valor agregado por trabajador/a en estos sectores casi duplica el del conjunto de la economía argentina, lo que se refleja en salarios 63% superiores al un/a trabajador/a promedio y en niveles de informalidad 50% más bajos que en el total de la economía. En este sentido, los sectores vinculados con la ciencia y la tecnología tienen un gran potencial para la transformación y la generación de empleo de calidad para trabajadores/as de diferentes niveles de calificación. Si bien emplean una mayor proporción de trabajadores/as de alta calificación que la economía en su conjunto (el 41% de las personas empleadas en estas áreas tienen estudio superior completo), también ocupan trabajadores/as de nivel educativo medio (43%) y bajo (16%).
Ahora bien, pese a su dinamismo, la expansión de estos sectores encuentra un límite en la disponibilidad de capital humano. Aun cuando Coursera ubica a nuestro país como líder de la región en habilidades tecnológicas y de ciencia de datos, la demanda vertiginosa de personas con habilidades propias de la carrera tecnológica y científica supone un cuello de botella para la incorporación. Según un estudio hecho por BCG en 2018, el 70% de las empresas en Argentina considera la falta de personal calificado como una barrera a la hora de adoptar tecnologías asociadas con la industria 4.0. De manera similar, un estudio conjunto entre la empresa de portales de búsqueda de empleo Bumeran y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires muestra que el sector tecnológico recibe solo un cuarto de las postulaciones que alcanza un anuncio promedio en el portal.
Relegadas. Para peor, las relegadas son más que los relegados. La creciente relevancia de estos sectores para el desarrollo no impide que la participación de las mujeres sea relativamente menor que en otras áreas de la economía. Si bien las mujeres son mayoría entre quienes estudian carreras universitarias en Argentina, su representación se reduce en los campos de estudio de ciencia y tecnología, y sobre todo en las ingenierías. A pesar de que, según el Centro de Estudios para la Producción, 6 de las 10 áreas de conocimiento con mejores remuneraciones son ingenierías, nuestras estimaciones exponen que las mujeres representan apenas el 24% de los egresos en ingenierías e industria. Los números son aún más bajos en las áreas de estudio de tecnología: las mujeres representan apenas el 18% de los egresos en informática y el 12% en sistemas.
Esta menor participación en el plano educativo se traslada con creces al ámbito laboral. Mientras que en el conjunto de las carreras de grado de ciencia y tecnología el 40% de los egresos corresponden a mujeres, representan apenas el 24% del empleo especializado del sector. Esto ocurre porque muchas de las especializadas en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática (STEM por sus siglas en inglés) no consolidan carreras profesionales en esos ámbitos, sea porque no toman puestos de trabajo vinculados con estas disciplinas o porque los abandonan en algún momento de sus trayectorias.
El cambio tecnológico necesita ser la base de un crecimiento inclusivo
Estrategias. Esta situación no solo ubica a las mujeres en desventaja para acceder a sectores dinámicos, mejor remunerados y con condiciones laborales más ventajosas, sino que limita las posibilidades de que estén representadas en el diseño de las tecnologías que hoy transforman el mundo. Esta subrepresentación es un problema multidimensional que requiere de un abordaje integral de las sucesivas barreras que las mujeres enfrentan a lo largo de sus trayectorias.
Necesitamos estrategias que fomenten el interés de las niñas por la ciencia y la tecnología, que resalten las oportunidades transformadoras que brindan las habilidades en STEM; que derriben estereotipos de género en la escuela, el hogar y los medios, y promuevan la educación vocacional. A su vez, es esencial actualizar la currícula educativa y fortalecer los mecanismos de transición del sistema educativo al mercado laboral mediante un mayor vínculo entre el mundo del conocimiento y el productivo, con marcos normativos que faciliten las transiciones y certifiquen habilidades, que promuevan la formación continua y produzcan información que anticipe las habilidades demandadas. Además, fortalecer las trayectorias profesionales requiere consolidar políticas que permitan conciliar la vida familiar y la laboral, revisar la cultura organizacional y minimizar las prácticas inequitativas. Por último, debemos proveer a las y los jóvenes, sus familias, docentes y a la sociedad como conjunto, información de calidad de manera sistemática, para acompañar el desarrollo de narrativas inspiradoras sobre la importancia de la ciencia y la tecnología tanto en las trayectorias personales como en el desarrollo y la prosperidad del país.
Oportunidad. Argentina cuenta, además, con una oportunidad única: aún goza de un bono demográfico (período en que la proporción de personas en edad de trabajar y ahorrar alcanza sus niveles más altos) que pronto comenzará a revertirse y, según Rafael Rofman y Carola della Paolera, director y coordinadora del programa de Protección Social de CIPPEC, llegará a su fin en los próximos 15 años. Y una de las formas de sentar las bases para un aumento de la productividad que pueda compensar la futura caída en el porcentaje de personas en edad de trabajar es, precisamente, la inversión en capital humano; es decir, mejorar las habilidades y destrezas de la fuerza laboral.
Acompañado por las habilidades y los marcos normativos adecuados, el cambio tecnológico puede ser una puerta al desarrollo para nuestra economía. Pero el desafío es que sea la base de un crecimiento inclusivo. En este marco, incluir a las mujeres en el ámbito de la ciencia y la tecnología es crucial por una cuestión de equidad, pero aumentar su participación en los sectores más dinámicos es también relevante para aprovechar el bono demográfico que ayude a alcanzar un crecimiento sostenible. Además, contribuye a aumentar la masa crítica de trabajadores/as con las habilidades necesarias para no perder terreno en la carrera científica y tecnológica global.
*Directora del programa de Desarrollo Económico de Cippec.
** Consultora de los programas de Desarrollo Económico y Protección Social de Cippec.