OPINIóN
Consecuencias

Covid prolongado

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Foco. Este tiempo se han dedicado a salvar vidas, pero las secuelas son importantes. | AFP

Quizás impulsados por el deseo o la necesidad, mucho se habla sobre la pospandemia, de la nueva normalidad, de la imperiosa reactivación económica, sin embargo poco se tiene presente lo que ha dado en llamarse “covid prolongado”. Gran parte de los esfuerzos iniciales y actuales han estado al servicio de salvar vidas, y enfocados en la resolución de los casos agudos. Hoy, a poco más de un año de la declaración de pandemia, se conocen algunas consecuencias de la enfermedad que generan alarma.   

De manera creciente, en el ámbito sanitario preocupan las secuelas y síntomas residuales luego de haber padecido la infección por el SARS-COV2. En un estudio llevado a cabo con 3.762 pacientes de 56 países se detectaron cerca de doscientos síntomas asociados al covid prolongado. Lo sorprendente es que más del 90% de los estudiados había presentado formas leves o moderadas, sin hospitalización. De hecho, en otro estudio que se hizo principalmente sobre casos leves, el 30% informó la presencia de síntomas hasta nueve meses después del contagio, dato confirmado en numerosas investigaciones, como en el sondeo realizado en la Universidad de Washington a 177 personas covid+ que en su gran mayoría no habían requerido internación; alrededor de un tercio tenía al menos un síntoma seis meses más tarde.

Día a día se suman más pacientes en estas condiciones, se cuentan por millones en el mundo, tanto es así que se han destinado servicios especiales para darles asistencia y seguimiento. En el hospital Mount Sinai de Nueva York, la doctora McCarthy señala que se detectan, además de las dificultades respiratorias, alteraciones de la frecuencia cardíaca y debilitamiento general, entre cien síntomas posibles. En diversos servicios de salud del mundo manifiestan estar tratando personas de todas las edades, incluidas aquellas que eran saludables antes de tener covid-19.

El número es tan significativo que en algunas regiones se organizaron grupos para hablar sobre la vida después del covid-19, como el Survivor Corps, que ya cuenta con 150 mil miembros. Fueron consultados alrededor  de 4 mil en una investigación dirigida por la profesora Lambert, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana, y más de la mitad presentó serias dificultades para concentrarse o enfocarse, cuarto síntoma más frecuente dentro de las afecciones físicas, neurológicas y psicológicas a largo y corto plazo. En otro estudio se detectaron más de treinta síntomas, entre ellos ansiedad, dolor de espalda baja, fatiga, insomnio, problemas gastrointestinales y aumento de la frecuencia cardíaca, y se identificaron cinco grupos de síntomas con mayor probabilidad de ocurrir juntos, como el dolor de pecho y la tos, o el dolor abdominal y el dolor de cabeza.

Esta afección se manifiesta en una amplia gama de síntomas, en su mayoría debilitantes. Dificultad para respirar, dolor en el pecho, palpitaciones, mareos al ponerse de pie, confusión mental, temblores, dolores articulares y de cabeza intenso. También se observa alteración del gusto y una llamativa parosmia –cambio en la percepción de los olores–; muchas personas dicen sentir olor a quemado, o constantes olores desagradables, hasta nauseabundos. Los anteriores son fácilmente asociados al cuadro, pero es necesario alertar sobre el impacto neurológico y mental porque puede dar lugar a la desestimación u ocultamiento por vergüenza; alrededor de un tercio o más presenta deterioro cognitivo con dificultades para la concentración y problemas de memoria. Se padece cierta “niebla mental”, reconocida por la Sociedad Española de Neurología.  Y muy frecuentemente un cuadro de fatiga crónica. Algunos síntomas tienden a ir y venir, y la recuperación “es lentísima”, dice McCarthy, y recomienda realizar actividades más dosificadas, sin presionarse por vivir como lo hacían antes de enfermar, ya que eso podría empeorar la situación.

“La enfermedad prolongada tiene un impacto en el individuo, en la sociedad y en la economía”, advirtió la OMS.  

Este enero, Hernández-Romieu (CDC) dijo en una conferencia: “Los síntomas nuevos o prolongados pueden ocurrir más allá de los cuatro a seis meses entre los pacientes con covid-19, independientemente de la gravedad de la infección aguda”.

Tener una forma leve no garantiza no tener secuelas. Entonces, como siempre: es mejor prevenir que curar.

*Médica especialista en psiquiatría.