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Del equilibrio al comercio, de estabilidad a prosperidad

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Mearsheimer. Recomendó que Argentina maximice su relación con EE.UU. y China. | cedoc

La entrevista a John Mearsheimer en este mismo medio resultó una grata sorpresa para la comunidad de internacionalistas argentinos. El profesor Mearsheimer es uno de los teóricos más reconocidos de la disciplina y es un exponente de la teoría llamada “realismo ofensivo”.

Esta teoría muestra como la “anarquía internacional” (definida como la ausencia de una autoridad por encima de los grandes poderes) inevitablemente lleva a las potencias a la guerra. No hay posibilidad de escapar este fatalismo, similar al que las tragedias griegas imponen a las acciones de sus personajes.

Hacia el final de la entrevista, el profesor de la Universidad de Chicago es preguntado acerca de qué aconsejaría a nuestro gobierno frente a la competencia entre Estados Unidos y China. Ofrece una sensata respuesta: “Lo que Argentina debiera hacer es esforzarse por tener fuertes relaciones económicas tanto con China como con Estados Unidos (…) y usar sus relaciones para que crezca la economía”. Esta respuesta, en apariencia, parece sacada de la teoría rival al realismo: el liberalismo, que dentro de sus varias vertientes, prescribe el comercio entre naciones para generar relaciones pacíficas entre las mismas. 

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La aparente paradoja se resuelve por una realidad que se impone a cualquier análisis, sea del signo que fuere: la Argentina no es una potencia; consecuentemente, Mearsheimer no aconseja en función de su teoría, que no está diseñada para un país de nuestras capacidades. Segundo, es autoevidente que sufrimos de una notoria debilidad económica. Pero Mearsheimer acertadamente percibe que la Argentina se ubica en una región periférica muy alejada de las áreas de competencia entre los grandes poderes, por lo que puede (y debe) profundizar sus relaciones comerciales con el mundo de manera de ayudar a su economía.

Es así como estos dos elementos, el tamaño relativo de las capacidades de nuestro país y su ubicación geográfica configuran los límites y las posibilidades reales del accionar de nuestra nación. Bajo ningún concepto estamos capacitados para participar en una competencia geopolítica global. Si bien la distancia a los grandes conflictos que nuestra condición periférica nos impone opera de escudo frente a los mismos, hay que desterrar cualquier arranque de creatividad frente a estos.

Al mismo tiempo, nuestra ubicación geográfica y nuestra posición en la jerarquía internacional nos posiciona en una muy buena situación para cultivar un activo comercio exterior. Si sabemos manejar con equilibrio nuestras relaciones con las dos superpotencias, así como con el resto de las naciones del mundo, al tiempo que honramos nuestros compromisos y hacemos de la estabilidad un valor perseguido, la Argentina puede encontrar en el sector externo una de las claves para conseguir su tan postergado desarrollo económico.

 

*MA Global Governance University of Delaware, MA Estudios Internacionales UTDT.