La movilidad sustentable está dejando de ser una idea alejada para convertirse en un hecho cada vez más factible y cercano. Esta tendencia no se ve solo en la industria automotriz: a nivel mundial están muy claras las tendencias y los enfoques que diversos países le están dando a la construcción naval. En particular, por el acceso a la tecnología, y además, por contar con programas de apoyo para el desarrollo de estos proyectos, que cuentan con presupuestos que hacen factible su ejecución.
Los “barcos del futuro” no solo se encuadran dentro del uso de combustibles limpios o con sistemas de control de emisiones, sino también en los conceptos de eficiencia energética, y el uso de materiales compuestos.
A nivel europeo, ya hay desarrollos en ejecución, como el caso de Fibreship. Este proyecto cuenta con un presupuesto de 11 millones de euros, de los cuales nueve millones proceden de un programa de la Unión Europea que trabaja en el desarrollo y la factibilidad de utilizar materiales compuestos en buques Containership, Ropax y FRV (Fishing Research Vessel).
Por otra parte, en Noruega, los organismos gubernamentales y los organismos industriales establecieron el Foro Noruego para los Buques Autónomos (NFAS), para promover el concepto de transporte marítimo no tripulado. Mientras que la Sociedad de Clasificación DNV GL, la principal sociedad de clasificación del mundo está trabajando en un conjunto de estándares, que permitan a estos nuevos sistemas y tecnologías llegar al mercado y garantizar que se implementen de forma segura.
Otro de los casos destacados es el de Israel que, a partir de un programa gubernamental en pos del desarrollo sustentable de su costa mediterránea, están trabajando, junto con varias universidades, en instalaciones marinas y embarcaciones inteligentes para la investigación de sus aguas costeras y el medio ambiente marino.
¿Y qué está sucediendo en nuestro país? En Argentina el desarrollo de este tipo de proyectos tiene serias limitaciones presupuestarias, y en cierta medida es muy complejo encontrar quiénes sean los que dan el respaldo económico de estos proyectos. Las condiciones económicas y las tasas de cambio hacen que el acceso o desarrollo de tecnologías deriven en costos que están fuera de mercado o del alcance.
Asimismo, hoy está llevándose a cabo un proyecto de un remolcador de empuje fluvial para la hidrovía Paraná-Paraguay, utilizando GNL como combustible, desarrollado por el astillero Río Paraná Sur. Si bien este tipo combustible ya tiene un amplio desarrollo en el mercado mundial, este proyecto es el primero en su tipo en el país.
Otra iniciativa local relevante es la conocida como Ecolancha. Liderada por el Ing. Naval del ITBA Nicolás Fothy, es desarrollada por la empresa Naval-electric, junto con organismos nacionales, provinciales y municipales y otras compañías. Busca la renovación del sistema de transporte fluvial en la zona del Delta del río Luján, ya que la flota actual cuenta con embarcaciones antiguas con alto impacto ambiental. Este proyecto se encuentra en un grado de avance importante, previéndose la construcción de la primera embarcación. Su propulsión será full electric, con casco de líneas desarrolladas para minimizar el tren de olas, otorgando así una embarcación segura, confortable y eficiente desde el punto de vista operativo.
Es fundamental que en Argentina todos los sectores se involucren en este tipo de desarrollos. Y las universidades, como instituciones formativas, tienen que ser punta de lanza en estas iniciativas. Un ejemplo saliente es el del ITBA, ya que, en el 5º año de la carrera de Ingeniería Naval, los alumnos deben cursar una materia final en la que tienen que desarrollar un proyecto de embarcación, donde debe contar con un enfoque ambiental y utilizar combustibles limpios.
En definitiva, queda claro que la movilidad sustentable es una realidad cada vez más palpable en la industria naval. Y que Argentina tiene talento suficiente para alinearse en este rumbo.
*Ingeniero. Director de la carrera de Ingeniería Naval del ITBA.
