OPINIóN
Edad y relaciones

Ese otro prejuicio sexual

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La 68. | Unsplash

Entre los prejuicios sobre la sexualidad que aún persisten, aparece la diferencia de edad en la pareja. Con miradas menos cargadas de abigarrados relatos moralistas y más asociada con suspicacias relativas a la existencia del deseo.

Tales críticas pueden proceder tanto de haber concebido a la mujer como un objeto de intercambio económico y donde la carencia de dote podía implicar una elección desvalorizada, así como de cierto imperativo cultural que condiciona a pensar la pareja como una vía para reproducirse y criar niños. Sin embargo, resulta más habitual tener una o más parejas a lo largo de la vida, lo que no implica tener niños necesariamente, y además existen múltiples recursos para prolongar o acceder en edades más tardías.

Actualmente hallamos una crítica hacia las parejas de edades distantes ya que se desestima la legitimidad del deseo sexual o amoroso hacia alguien mucho mayor, lo que implicaría que el propósito que sostiene dicho encuentro busca un beneficio de otro tipo. Más específicamente, se considera que los más jóvenes solo buscan su dinero o poder, y los mayores compran voluntades o se abusan de sus recursos. Descartando un vínculo estético, erótico o amoroso que legitime dicho deseo.

Las diferencias entre las edades de las parejas han tenido grandes variaciones a lo largo del tiempo. Los cambios sociales sucedidos en el siglo XX llevaron a que las parejas redujeran progresivamente las diferencias de edades que se habían forjado en generaciones anteriores. Estimaciones actuales indican que en países occidentales las mayores diferencias de edad se dan en las parejas homosexuales y en menor grado en parejas heterosexuales.

En las últimas décadas se ha generado un lenguaje que incorpora en el espacio erótico y amoroso la diferencia entre edades y daría cuenta de su mayor extensión. La figura del “daddy” o “papi” aparece a menudo como la de un hombre grande que puede resultar atractivo. También aparece el “sugar daddy”, que alude a un intercambio sexual entre jóvenes y mayores mediado por favores y regalos. Por el lado de las mujeres, encontramos la MILF, que refiere al deseo de jóvenes hacia madres de mediana edad atractivas, aunque su verdadero significado sea mom I’d like to fuck (dejo a Google la traducción) y su contrapunto, la “cougar”, o “mujer puma” que busca “toyboys”, o los varones más jóvenes. Con una fuerte repercusión en la pornografía actual, lo que indicaría un interés que se va legitimando desde lugares no clásicos, aunque en el discurso cotidiano sigue habiendo un tono crítico, más aún para las mujeres.

En un estudio reciente (2020), que llevé a cabo en Buenos Aires con un grupo de personas gays, que se autodenominan osos (por ser gordos, peludos o mayores), y de personas más jóvenes que se nominan cazadores, encontré otras formas de deseo que emergen en estos grupos. Se producen parejas sexuales o amorosas con diferencias de edades muy notorias, y lo interesante es que los más jóvenes describen un deseo genuino hacia características propias de personas mayores, como la madurez, el cuidado al otro, los cabellos canos, la menor rivalidad, los cuerpos menos firmes o un encuentro sexual distinto. Algunos refirieron que siempre habían sentido ese deseo y otros, ante la aparición de una persona específica. Sin embargo, buena parte de estos jóvenes dice no confesar a sus amigos o familiares que se encuentran en pareja con personas mayores, ya que temen la crítica. Lo que suele presentarse de igual manera en varones que tienen una relación con mujeres de mayor edad. Aunque, en este caso, se agrega el dato de que ninguna de las partes suele querer explicitarlo.

¿Por qué destacar estos hechos? Porque nos permiten pensar que el deseo, de no encontrarse con obstáculos, podría hallar ámbitos de expresión más diversos y posibilitadores. No siempre es el impulso económico es el que determina estas relaciones ni tampoco se originan en oscuras relaciones incestuosas poco tramitadas que llevan a que el sujeto elija figuras paternas o maternas. Aunque sí el prejuicio genera que ciertas relaciones que podrían ser legítimas se obstaculicen o tomen rumbos negativos.

*Psicólogo y profesor de la UBA.