Los dirigentes y economistas de Juntos por el Cambio manifestaron que, de llegar al Gobierno, provocarían el default de la deuda pública emitida en pesos, estimulando una reacción negativa entre los tenedores de bonos emitidos en moneda local por el mal recuerdo que dejó el denominado “reperfilamiento” realizado por la gestión de Cambiemos, eufemismo que se utilizó para plantear la reprogramación unilateral de la deuda soberana en pesos.
Esta actitud irresponsable de los dirigentes y técnicos de la oposición, intentando lesionar la única fuente de financiamiento del Estado, evidencia su falta de autocrítica sobre el gobierno que llevaron adelante en el lapso 2015-2019, sumada a su incapacidad de promover un plan en beneficio del crecimiento y el desarrollo sostenible, humano y económico.
El gobierno del Frente de Todos, ante la recesión provocada por la pandemia global, tuvo que ejecutar políticas contracíclicas que incluyeron la emisión monetaria como medio para sostener la expansión del gasto público. Posteriormente, en la medida en que retiraban los estímulos fiscales a la actividad, logró canalizar el excedente de pesos a través de instrumentos financieros en el sistema bancario y en el mercado de capitales, hasta tanto la economía recuperara los niveles de actividad dañados por la gestión de Macri y por el efecto del virus.
Emisión monetaria y mercado financiero en moneda nacional fueron las herramientas que le quedaron al gobierno del Frente de Todos después de que la gestión de Cambiemos comprometiera la capacidad de endeudamiento internacional en escasos cuatro años: en el bienio 2016-2017 contrajo una voluminosa deuda con los mercados financieros internacionales, y en el 2018-2019, ante una economía desmadrada por la fuga de divisas y la incapacidad de equilibrar el sector externo, agotó el financiamiento multilateral con el Fondo Monetario Internacional y los bancos de desarrollo.
Sin fuentes de financiamiento externas y ante el efecto recesivo de la pandemia global, la apelación a los pesos como fuente de recursos para asegurar las prestaciones sanitarias y el sostenimiento de los ingresos populares fue clave para la gobernabilidad del actual período.
Ahora bien, en esta etapa, con una mezcla de la ya mencionada irresponsabilidad, carencia de autocrítica y también oportunismo electoral, la oposición procura forzar una huida de los pesos hacia el dólar, rompiendo el esquema de intermediación en el mercado nacional vigente.
En paralelo, los economistas opositores preanuncian el violento ajuste que pretenden ejecutar, cuyo puntapié inicial es una megadevaluación y una monumental suba de tarifas. Agitar una corrida contra el peso es parte de ese mismo plan. Así como al default lo llaman “reperfilamiento”, a la devaluación y al tarifazo asociado a la suba del tipo de cambio la denominan “sinceramiento”.
La política económica del Gobierno se orienta a reducir la volatilidad de las variables –tasa de interés, tipo de cambio y precios, sin deteriorar el nivel de actividad y de empleo. De hecho, en 2021 la economía se recuperó de la caída que significó la pandemia durante 2020, y en 2022 mostró algunos números mejores que los de 2019, lo que implica que estamos dejando atrás también la contracción provocada por el macrismo durante su gestión. A eso debemos sumar una proyección de crecimiento por tercer año consecutivo para 2023.
El agitar deliberadamente una corrida contra el peso y proponer un salto abrupto del valor del dólar y de las tarifas, rompería el actual esquema de estabilización para producir un ajuste potente contra el empleo y el salario. El país extractivista de recursos naturales con el pueblo marginado al que aspira la oposición encontraría su punto de partida en ese movimiento de precios relativos. El Frente de Todos, en cambio, persiste en una política de estabilización cuyo horizonte es el cambio de funcionalidad que va a tener la energía en la Argentina.
En los próximos años, la Nación vivirá una reforma estructural a partir de producción de gas y petróleo incremental por la puesta en valor del yacimiento neuquino Vaca Muerta. La energía dejará de ser una restricción para el desarrollo del país, convirtiéndose en un motor de impulso.
En un contexto internacional de conflicto entre bloques cristalizados, que desembocó en una guerra abierta en Europa del Este, la perspectiva de precios internacionales altos en energía y también en minería y agro, genera la existencia de rentas extraordinarias en esos sectores, capaces de modificar la fisonomía de la Argentina.
La discusión central es quién administra ese escenario: si los que procuran una corrección abrupta de precios en contra de los trabajadores para optimizar en beneficio privado dicha renta extraordinaria, o gobierna el peronismo, en favor –como lo marca su historia– de los intereses nacionales y de las mayorías populares.
El camino de la estabilización y el crecimiento no es lineal, pero es la única alternativa para que el país avance con justicia social. El default y el ajuste son opciones que sólo profundizarán la fractura social. Si en verdad queremos construir una Argentina desarrollada y potente, un país de dos velocidades con pequeñas minorías privilegiadas no puede ser una posibilidad.
*Ex secretrio de Comercio Interior. Economista del Frente de Todos.