Yo tenía un espacio de modas dentro del programa de Virgina Hanglin. Un día ella entrevistaba a una psicóloga sobre el bullying, cuando me da el pase, comenta:
—¡Ahora con nosotros alguien que nunca debe haber sufrido el bullying, María Raquel y la moda!
Por supuesto sonreí y comencé mi espacio, sin otro comentario que las tendencias de temporada.
Pero, ¿sabes qué? Se equivocó totalmente. Todos, absolutamente todos hemos sufrido de bullying. Algunos lo pasamos por alto y otros resultan dañados.
Cuando hablamos de bullying, muchos creen que hablamos de los acosos en los centros de educación. Pero, en realidad, esa es solamente una extensión del verdadero bullying.
El bullying no es ni más ni menos que el acoso físico o psicológico hacia alguien, sin importar la edad, raza, físico, creencias, inteligencia y capacidad. Es una violencia constante y repetida, un desprecio hacia el otro. ¿Podemos incluir en el bullying las calumnias e injurias? Dependiendo del caso, sí, podemos.
Una chica (que llamaremos A) en la facultad era agredida de forma continua por otra estudiante que llamaremos B.
B, les decía a todos que A era prostituta, que ella tenía pruebas, y aunque nunca las presentó, algunos le creían. Las historias que surgían en la Facultad de Medicina eran increíbles. Aparecían los carteles en los baños de chicas y chicos con historias sobre A. El resultado fue tan dramático que A, abandonó sus estudios y se dedicó a ser azafata. Hace unos años me encontré con ella en un vuelo. Por supuesto que cuanto mayor y creativo sea el atacante superará los inventos y acosos infantiles y más grandes serán los daños.
¿Por qué todos creen que es solo en las escuelas? Es porque los niños sufren más que los adultos, dado que no tienen aún, las herramientas necesarias para manejar estas situaciones. Lo mismo sucede con los agresores menores que desconocen las herramientas para controlar sus emociones y pensamientos.
Hablo de emociones y pensamientos porque son el inicio del bullying. Hay muchas causas de bullying, como los modelos educativos, competencia, baja estima, ausencia de valores, de límites sociales, haber recibido castigos e insultos con violencia, con intimidación, lo que imitas de otros, de tu familia, de los medios de comunicación, hasta de los dibujos animados, la lista es muy extensa porque es un gran problema social. El desarrollo de la Inteligencia Emocional y Creativa tienen un papel fudamental para mejorar los pensamientos y las emociones, la empatía, y la sintonía emocional.
Vivimos en un mundo sobrecargado de información, de agresiones, de guerras, de peleas, insultos, acosos, violaciones, y como todos ya lo sabemos no voy a continuar la lista.
Pero, el origen de todo son nuestros pensamientos y nuestras emociones. Tanto unos como las otras son resilientes, cambiantes, mutables, y no tienen ni deben ser ajenos o inyectados en nuestro cerebro. Lamentablemente nuestra mente es como una esponja y absorbe los criterios, mensajes, acciones, pensamientos y emociones de otros.
Lleva tiempo cambiar pensamientos y emociones. Es como querer mejorar tu cuerpo, con ejercicio de un día no lograrás cambios. Es un trabajo permanente, constante y sacrificado, cambiar pensamientos y emociones en contra de lo que escuchas y ves diariamente. Sobre todo no criticar a nadie delante de tus hijos o familiares o amigos. Si falta tema de conversación no usar la discriminación ni la crítica emocional. Al enviar mensajes positivos acostumbramos a nuestro cerebro y a los de quienes nos escuchan a comenzar un cambio. Queremos una sociedad mejor, soñamos con ella, pero más que soñar hay que hacerlo, es un trabajo de todos, yo, tú, educadores, familiares, líderes de opinión. Empezar el cambio de ideas, de juicios y de intenciones en forma interna. Si solamente criticáramos lo que vemos mal o no nos gusta, seguiríamos con la misma tendencia mental. Debemos conocer las herramientas necesarias que tenemos y las que debemos adquirir para cambiar y poder enseñar a los demás, a transmitir con empatía que el cambio es posible, pero depende de todos nosotros, no solamente de los padres y educadores. Nadie es inferior a otro, pero sí, hay quienes más nos necesitan.
*Escritora uruguaya.