Para Osvaldo Carnival, Jesús es la solución a todos los problemas. Hay que entender que no está en la cruz, dice, sino que resucitó para caminar al lado nuestro. Carnival es uno de los pastores evangélicos más importantes del país, fundador de la iglesia Catedral de la Fe, que tiene su sede central en Caballito y filiales en el conurbano, en todo el país y en el exterior. Está nuevo, cerca de los 60 años se lo ve en forma, con buen corte de pelo y vestido canchero, sobre todo parece ser una persona en paz.
Hay una pizca de euforia en los asistentes al culto de las ocho de la noche los sábados en Catedral de la Fe. La gente cumple con la costumbre antigua de vestirse para ir a misa: hay chicos dando vueltas, unos adolescentes bailan hip-hop siguiendo los pasos de un videogame en una pantalla. Atrás de una puerta está terminando la reunión de adolescentes. Un chico de menos de 25 predica con los ojos cerrados, diciendo que hay que enfrentar al miedo. En el escenario hay una banda. El lugar está lleno de chicos que rezan con los ojos cerrados, cantando, balanceando el cuerpo como si fuera un gospel, pero más lento.
Quise venir a Catedral de la Fe y conocer a Carnival porque tenía curiosidad de saber cómo son los evangélicos, sobre todo después del revuelo que se armó por “El reino”, la serie de Netflix. También quería venir para que Carnival me predique uno bueno. Me cansé de hacer respiraciones de Youtube, o intentar dormir mejor con sonidos ASMR. En el medio de la angustia de la vida busco maneras de que se ensanche la luz que aparece a veces y me hace sentir que va a estar todo bien.
Sebastián, el hijo de Osvaldo, que es politólogo y está estudiando para ser pastor, me muestra el lugar. En la sede de Catedral de la Fe en Caballito están bien equipados. Tienen un trailer en el que ofrecen duchas calientes, ropa y odontología de urgencia a personas que viven en la calle. La sede además tiene una radio, aulas y un centro de rehabilitación para adictos. Esta noche Sebastián y su mujer, Sofía, me invitan a comer a una parrilla atorranta: me siento como entre amigos. Le pregunto a Sebastián sobre el dinero, la Iglesia Evangélica y las cosas que se dicen. Me contesta que es socio de Boca y que todos los meses paga la cuota, que lo que recaudan es para sostener una visión, que la iglesia es de puertas abiertas y la gente que colabora lo hace porque quiere.
La pastora Alejandra, la esposa de Osvaldo, canta concentrada a un costado del escenario. Cuando llega al centro canta que a Dios no se lo puede entender, pero se puede disfrutar de su presencia. La pastora Carnival canta con los asistentes, algunos tienen un puño levantado todo el tiempo, hay una sensación de trance a bajas revoluciones: Dale un aplauso a Jesús, dice la pastora. En Catedral de la Fe se habla de los problemas de todos los días. “La ansiedad se va en el nombre todopoderoso de Jesús”, dice la pastora Alejandra, y la gente empuja desde sus lugares.
Una confesión. Llego 45 minutos tarde a la cita con Carnival. Para disimular le pregunto cómo hace para no molestarse con estas cosas. Me dice que intentando ser simple. Que ofenderse es quedarse atrapado en algo, y pienso en todos los enojos que me atan. Para Carnival, perdonar es una decisión, algo que hay que decidir y que no viene solo: una medida que se toma en favor de uno mismo, no del perdonado.
No le pregunto sobre “El Reino”, porque no me gustó y porque por primera vez me cayó mal Diego Peretti. Pero Osvaldo parece hacer una referencia a la polémica que se armó: “Mucha gente me dice: yo los conozco, sé quiénes son. En La Matanza los evangélicos somos tres de cada diez, el evangélico es tu vecino, tu médico, la persona que tenés al lado”. Siento que no le preocupa lo que pueda decir una serie sobre los evangélicos, porque son muchos y la gente se forma una opinión por los que conoce, no por algo que pueda ver en la tele.
Le pregunto qué le diría al Presidente. “Que necesita a Dios, que busque a Dios. Yo tuve la oportunidad de hacerlo. Yo estoy teniendo un acercamiento hacia él como ser humano, no desde una mirada política”, me dice. Carnival cree que los políticos en general están lejos de la gente. “Yo veo que el político habla mucho de política, se hablan entre ellos y tratan los temas que le preocupan a ellos”, dice. “Tendrían que preocuparse más por los temas que le preocupan a la gente”. A los políticos, insiste, les falta empatía. “Hay gente a la que le interesan las cosas de Dios. Noto que no todos los políticos tienen una visión espiritual, pero me conformaría con que tengan una visión emocional del ser humano. Algunos ni eso tienen”.
Carnival se emociona con la idea de un país grande. “Cuando vos caminás la ciudad ves que hubo gente que pensó un gran país. Ves la estación de Retiro, la de Constitución. Decís acá hubo alguien que aún cuando los trenes recién empezaban a llegar estaba soñando una gran Argentina. Necesitamos gente que mire más allá de su beneficio personal, que esté dispuesta a sacrificarse. Eso me cuesta encontrarlo, no lo veo”.
Le pregunto cuáles son los temas que preocupan más a la gente que concurre a su iglesia. “Lo más preocupante hoy es la inseguridad. Es el principal reclamo que hoy en día se nota. Hay comedores, hay lugares donde la gente puede encontrar un plato de comida. Pero apremia la inseguridad, la posibilidad de que alguien te mate para robarte 20 pesos. Eso es algo que escucho de manera permanente”.
En el culto de las ocho, Osvaldo lee de una tablet el sermón que prepara todos los lunes. “Esperanza quiere decir saber esperar”, dice. Cita a Hebreos 11:27. Moisés se sostuvo viendo lo invisible y hay que ir por ahí, sabiendo esperar los tiempos de Dios.
Le pregunto si lo que hace no está cercano a la autoayuda. “No es un acercamiento a la autoayuda, a la psicología, sino a hacer una fe práctica. ¿De qué te sirve una fe mística que no se conecta con la vida cotidiana? Yo trato ver cómo se conecta una verdad bíblica, una verdad de Jesús, con la vida, con cómo me levanto a la mañana, con los problemas, con los hijos, con el trabajo que tengo o que perdí”, dice.
Esta respuesta de lo práctico y lo místico me parece una manera estratégica de competir con la Iglesia católica. Se lo comento, me responde: “El pastor es un emergente muy similar a la gente que lo escucha, entonces eso genera un mayor acercamiento, porque le habla a la gente de lo que la gente conoce. De alguna manera de lo que yo hablo es porque primero me hizo bien a mí. Ahí hay una autoridad”.
A Carnival Dios le llegó con el sonido de un ukelele. Era un adolescente que vivía en las torres Catalinas Sur, en La Boca, cuando un pastor norteamericano llegó a predicar entre los chicos, pintando y sorteando cuadros a cambio de escucha y público. Sintió a Dios y volvió a esa kermesse de un solo hombre todos los días. Empezó a leer la Biblia. Su madre se amargó unos años después, cuando le dijo que no iba a estudiar una carrera tradicional para anotarse en el Instituto Bíblico Río de la Plata. Arrancó predicando en una plaza en Flores y años después fundó su iglesia comprando un garage en la planta baja del edificio donde vivía con su familia. Ahora eso es la Catedral de la Fe.
Saber renunciar. ¿Se puede hablar de plata con un pastor? Le digo que me da curiosidad saber cuánto gana. “Gano lo suficientemente bien para no necesitar hacer otra cosa y poder dedicarme completamente a esta actividad, cosa que al principio no lo podía hacer”, dice. “Nosotros vivimos abriendo iglesias. Estamos abriendo una iglesia en Avellaneda porque hay mucha gente de ahí que viene acá. La prioridad es que el pastor pueda ser sustentado, tener una nomenclatura, un sueldo, hacer facturas, pagar sus impuestos”.
La base para una familia feliz, dice, es saber renunciar. “La más importante es el amor, entendiendo el amor como la renuncia a uno mismo. Para mí es: si gano yo, pierde mi matrimonio; si pierdo yo, gana mi matrimonio. Antes de avanzar uno sabe quién va a ganar y quién va a perder. La construcción de una relación implica una renuncia, no se puede construir de otra manera. El egoísmo lo hunde todo”, me dice.
¿Yl sexo? Para Carnival el sexo es la frutilla del postre (dice que le encantan las frutillas con crema), de una torta que tiene en la base al amor, que no espera nada a cambio, después tiene compañerismo y por último al goce del cuerpo. “Hoy la pirámide está invertida. Todo empieza por el sexo, es fugaz. ¿Está mal? No sé, cada uno puede hacer lo que quiera de su vida. Pero cuando vos tenés una relación sexual algo entregás, algo pasa, no es algo tan pasajero. La manera de disfrutar plenamente el sexo es sobre esta base. La entrega, el compañerismo: entonces lo sexual es como la natural consecuencia”.
Carnival defiende la vida pero respeta la Ley de Aborto, porque se votó en el Congreso. “Somos respetuosos de la ley y del consenso democrático. Uno no está en contra de nada, está a favor de la vida y la defiende a ultranza, aun por encima del derecho a decidir, porque si vos no tenés vida no podes decidir”. Dice que en su iglesia no se fijan en la identidad sexual de la gente, que tienen las puertas abiertas para todos, que la Biblia es clara al respecto, pero que cada uno vive como siente.
Al final de la charla me confieso sin que me pregunte: le cuento en dos minutos lo crudo de mis problemas. Estamos en su oficina y yo sé que me voy a llevar mi pedazo de palabra de Dios. “Yo quise hacer la mía y no me fue bien”, empieza diciendo. “Arrepentirme es reconocer que me equivoqué y que necesito ayuda. Yo encontré en Jesús a mi mejor amigo. Si a mí me hablaban de Dios no lo iba a entender. Pero me dijeron que Jesús quería ser mi amigo y yo sabía lo que era un amigo. Yo dije ‘acá estoy’, me pregunté cómo podía iniciar esa relación de amistad, para que pudiera permear en el día a día”.
Sigue contando: “Me di cuenta de que fue iniciar un caminar. En la medida en la que comencé a caminar el hacerme amigo de Jesús me hizo mucho bien. Primero me transmitió la paz que él tiene. Yo había visto el Cristo de la Iglesia católica, que está en la cruz. Me dijeron que al tercer día resucitó y está al lado mío y lo podés invitar a caminar. A partir de ahí descubrí una relación, que poco a poco, sin escuchar voces ni ver cosas empezó a crecer y de manera práctica influir en mi vida. Para mí mucho se resume en la palabra paz. Cuando vos tenés paz podés pensar, podés tomar decisiones. Cuando no tenés paz no podés laburar, no podés decidir correctamente, decís lo que no querés decir. La paz es lo que te permite tomar el control de tu vida y empezarle a hacer bien a otros. Cuando uno empieza a arreglar sus cuentas con Dios empieza a arreglar las cuentas con los demás”.
Después oramos. Me cuesta un poco concentrarme porque estoy resfriado, pero me conmueve que Osvaldo y Sebastián pidan por mí.
*Autor de www.50argentinos.com, una herramienta de entrevistas en profundidad que sirve para enterarse de cosas. En Twitter eInstagram es @buenbipolar.
Publicado originalmente por Seul.ar