OPINIóN
Relaciones

Las caras de la solidaridad

1-11-2020-Logo Perfil
. | CEDOC PERFIL

Hace unos pocos días, en nuestro país se conmemoró el Día Nacional de la Solidaridad, y vale la pena detenernos a reflexionar acerca del significado y el alcance que tiene este valor. La fecha conmemora el natalicio de la Madre Teresa de Calcuta, una mujer menuda que dedicó su vida al cuidado y atención de los más necesitados. Silenciosa, de pocas palabras, no se adelantaba, no se sacaba fotos, ni divulgaba su trabajo, solo se mantuvo fiel a su vocación de servicio a los más pobres.

La solidaridad tiene caras diferentes, se expresa con formas y fines variados; y se hace visible en conductas como, por ejemplo, ayudar a familiares y amigos, asistir a personas vulnerables y movilizar campañas de donaciones destinadas a las necesidades de comunidades ante catástrofes. También está presente en gestos como al dar cordialmente una indicación a alguien que está perdido, acompañar a una persona mayor a cruzar la calle o, simplemente, mirar a los ojos y escuchar con detenimiento –y sin apuro– el relato de un estudiante. Sería imposible enumerar la cantidad de organizaciones, fundaciones, programas de voluntariado y proyectos sociales que están inspirados en la solidaridad.

Su significado se relaciona con darse, donar, procurar algo para otro u otros, ponerse al servicio, ya sea a través de signos materiales, concretos o simbólicos. Está orientada a resolver problemas como carencias materiales, inequidad o injusticia social, promover el bienestar del otro, contribuyendo así al bien común, mira hacia adelante y su influencia va más allá del acto concreto y del momento presente.

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Pensar el ejercicio de la solidaridad desde esta perspectiva supone comprender que siempre hay una relación entre el hacer, el sentir y el ser de cada persona. Hay un orden en el mundo que supone conexiones entre conductas, intenciones que las originan y resultados o impacto que provoca tanto en quienes son sus protagonistas como en los destinatarios. Entonces, la solidaridad se vale de gestos que ponen en evidencia que todos somos verdaderamente responsables por lo que le ocurre a quienes nos rodean. Así, es posible aprender juntos acerca de lo que es bueno y valioso para vivir con plenitud y progresar en este mundo.

Un escenario fértil para ejercitar la solidaridad está relacionado con el aprendizaje. El aprendizaje se refiere, entre otros aspectos, a la adquisición de conocimientos, habilidades y actitudes que son necesarios para alcanzar determinados propósitos o fines. Puede ocurrir en variados y amplios contextos, ya sea dentro de un aula, en el pasillo, en una conversación entre pares, con docentes, en el comedor o al recibir una devolución.

Entonces, cabe preguntarse sobre las características de las experiencias educativas que promueven aprender a mirar al otro tal como es, que despiertan la sensibilidad por sus necesidades y que a través de diversas conductas y gestos potencialmente pueden transformar la vida y las biografías de quienes integran cada comunidad educativa. El espíritu solidario se desarrolla y fortalece cuando los estudiantes se encuentran con docentes que enseñan no solo con sus saberes, sino que los cuidan con su modo de ser y hacer, y cuando las instituciones que eligen para formarse promueven experiencias que contribuyen al compromiso y servicio de quienes les rodean.

*Directora de Estudios de la carrera de Psicología de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral.

Producción: Silvina Márquez.