OPINIóN
Columna de la USAL

Los mártires coreanos en la Catedral de Buenos Aires

Corea del Sur es el país del Este de Asia donde más a crecido el cristianismo en las últimas décadas. En la Catedral Metropolitana de Buenos Aires se se pueden ver obras conmemorando a los mártires coreanos.

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Universidad del Salvador | Cedoc Perfil

Al pensar en las religiones en Corea del Sur, lo primero que se asocia es el budismo. Quizás un lector más curioso conozca también las prácticas chamánicas locales, sin embargo, es más difícil que se lo relacione con el cristianismo. Corea del Sur es el país del Este de Asia donde más a crecido el cristianismo en las últimas décadas y, en la actualidad, alberga alrededor de 5.6 millones de católicos bautizados. La presencia no sólo se vislumbra en las múltiples cruces iluminadas que forman parte central de su paisaje urbano, sino también en las obras conmemorando a los mártires coreanos que desde el 24 de abril se han incorporado a la Catedral Metropolitana de Buenos Aires.

El catolicismo en la península cuenta con una larga historia de resistencia y perseverancia. La primera iglesia cristiana fue fundada íntegramente por laicos a fines del siglo XVIII. En 1783, Yi Seung-Hu viajó junto a su padre a Beijing como miembro de una delegación diplomática. Estando en China, conoció a los misioneros jesuitas, aprendió el catecismo y decidió convertirse. Al regresar a Corea, inició un activo y arriesgado proceso de evangelización. Los católicos de la aristocracia oraban junto a los estratos más bajos de la sociedad y propugnaban la existencia de un Dios que los igualaba como hermanos de una misma comunidad. Para la dinastía de la época, Jeoson, estas prácticas e ideas eran una amenaza directa al orden neoconfuciano basado en estrictas jerarquías sociales. Es así como, los castigos a los católicos no se hicieron esperar.

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Los primeros registros que comprueban el asechamiento datan de 1785 cuando los funcionarios del Ministerio de Justicia confiscaron crucifijos. Las noticias de las persecuciones llegaron rápidamente a los oídos del obispo de Beijing quien envió un sacerdote chino James Zhou Wenmo para dar la misa de Pascua de 1795. Lejos de contribuir a pacificar las relaciones, la opresión aumentó y en 1801 un decreto real exigió que se denunciaran a los católicos, lo que provocó una serie de ejecuciones y expulsiones. Ese año fue decapitado Zhou junto a Yi Seung-Hu. La muerte del primer converso no puso fin al catolicismo. Los fieles se dispersaron por el campo, en aldeas alejadas del centro del poder político, tratando se sobrevivir a su prohibición y permanente hostigamiento. A la masacre de 1801 le siguió la de 1839, 1846 y 1866; la última se produjo 16 años antes de que se declarara la libertad religiosa en la península.

Los mártires coreanos del siglo XIX fueron reconocidos por la iglesia de Roma. En 1984, Juan Pablo II canonizó a 103 víctimas durante su visita al país; y, en 2014, el papa Francisco beatificó a 124. La beatificación no ha sido la única forma de reconocimiento impulsada por Francisco tal como se refleja en la exhibición de las obras en la Catedral realizadas por la artista coreana-argentina Regina Jung Jin Young. Ella nació en el seno de una familia de católicos practicantes en Corea del Sur y llegó a la Argentina en 1988 donde continuó profesando su fe y sus estudios de arte. La primera pintura, titulada “103 Santos Mártires Coreanos”, la expuso por primera vez en 2011 en la Basílica de Nuestra Señora de Luján. La segunda, llamada “124 beatos Mártires Coreanos” se incorporó a la Basílica en 2015 durante la misa en conmemoración al primer aniversario de la beatificación presidida por el obispo coreano-argentino Han Lim Moon quien bendijo ambas obras.

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Regina se siente agradecida de poder representar a su comunidad en esta maravillosa apuesta al diálogo entre las colectividades. La Catedral recibió sus pinturas en el marco de la pandemia que desde hace más de un año acecha el mundo. Por eso, agregó una placa con una frase de la biblia que dice: “Brillará el sol de justicia que trae la salud en sus rayos”, elegida por ella para que todos los santos y beatos representados le lleven a los fieles y no creyentes la sanación y el consuelo que hoy más que nunca necesitamos todos.

 


* Dra. María del Pilar Álvarez. Directora de la Diplomatura en Estudios Coreanos, Universidad del Salvador (USAL).