Para los que nos gusta la moda, comenzar un emprendimiento de indumentaria es una de las aventuras más inquietantes que existen. El proceso se inicia con una idea que, paso a paso, va tomando forma y se transforma en un proyecto.
Desde un principio nos encontramos con que hay que darle forma y definir áreas y organizar el tiempo de trabajo en cada una de ellas. Diseño de matriz de colección, diseño de productos, compra de telas e insumos, desarrollo de moldería y muestras, pruebas de calce, costos y definición del precio a la venta de cada artículo, estrategia de comunicación y de identidad de marca, canales de venta, etc. Son sólo algunas de las actividades que debemos encarar y es de suma importancia saber qué se hace primero y qué después, para no colapsar.
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Definir cuántos artículos se producirán es clave para organizar todo el circuito. Se trata de una de las principales problemáticas. La mayoría de los talleres de confección trabajan en cantidades numerosas, y los emprendedores comienzan con pequeñas cantidades a producir, lo que les dificulta encontrar quién se los resuelva.
Sin cliente objetivo no hay negocio. Muchos emprendedores confunden la noción de cliente y cliente objetivo. ¿Cuál es la diferencia? El cliente objetivo es a quién nosotros nos estamos dirigiendo, quién nos comprará nuestro producto o consumirá nuestro servicio, y es clave tenerlo en claro. Para esto hay que hacer una investigación de mercado y describir a nuestro cliente objetivo.
Hablarles a todos es hablarle a nadie. Otro punto clave es la comunicación: decirle al mundo que existimos, quiénes somos y qué sabemos hacer. Muchas veces sucede que confundimos el objetivo de nuestra comunicación, ya que hablar a todos es no hablarle a nadie, en definitiva.
¿Conviene mantener una convivencia entre el empleo en relación de dependencia o la profesión y el desarrollo de nuestro proyecto propio? La situación laboral y económica es única para cada persona. ¿Cómo juega a la hora de emprender? En muchos casos, existe esa convivencia entre mantener un empleo en relación de dependencia o una profesión con el desarrollo de un proyecto propio. El punto de quiebre llega al momento de soltar ese trabajo, para dedicarnos de lleno a nuestro emprendimiento de moda.
Tanto los momentos de crisis como los estados de confort son proclives a generar proyectos. Depende de cada persona. Como emprendedores, todo nos influye. Por lo tanto, “somos” en relación con nuestra actividad. Al comienzo, daremos vida a ese sueño, a esa idea, y luego será el proyecto el que nos la devuelva a nosotros.
* María Laura Cabanillas. Profesora de la carrera de Diseño de Indumentaria de la Universidad de Belgrano.