OPINIóN
ECONOMISTA DE LA SEMANA

Menem y el contexto mundial actual

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Martín Guzmán y Kristalina Georgieva se reunieron hoy en Washington. | cedoc

El fallecimiento del ex presidente Carlos Menem trae a la memoria de los argentinos, por una parte, el recuerdo de un período de gran prosperidad e integración con el mundo, y por otra ,el del colapso posterior con alto endeudamiento y trágico empobrecimiento. No es la intención de este articulo describir o juzgar los logros y las fallas, que fueron muchos por ambos lados. Lo que es indudable es que en ese período Argentina creció en forma muy significativa, con altos niveles de inversión y ahorro, baja inflación y con niveles de pobreza y de inequidad estables y, sorprendentemente, no muy altos. Ello debe compararse con la situación actual de crisis y con pocas expectativas de recuperación.

La pregunta relevante pero diferente es si las condiciones internacionales de aquella época eran más o menos favorables al país y si hoy sería muy difícil lograr un proceso de recuperación sustentable en el futuro cercano del país. Aunque en la Argentina políticamente se ven los vaivenes económicos como obra de la gestión económica del momento, lo cierto es que la situación internacional ha sido la fuente de estas variaciones en la mayor parte de la historia argentina.  Sin remontarnos demasiado al pasado, los grandes triunfos económicos, principalmente justicialistas, coincidieron con situación de fuertes mejoras en los precios agrícolas y, consecuentemente, en los ingresos de las exportaciones y del fisco. Bastaría mencionar el período de postguerra hasta 1952, seguido por una larga era de crisis de precios, que se interrumpió brevemente durante el gobierno de Illia y luego durante el segundo gobierno peronista. Con leves movimientos los precios se mantuvieron bajos hasta el boom de 2002-2012. Todos estos fueron períodos de fuerte crecimiento, que para bien o mal tuvieron menos que ver con la gestión económica que con las condiciones mundiales, y en realidad se caracterizaron por el gran despilfarro bajo la errónea impresión que la bonanza duraría por mucho tiempo.  

La década del 90 sufrió de precios de exportaciones bajos y a pesar de ello la economía creció sostenidamente. En la actualidad, los precios de las exportaciones, aunque inferiores a los de 2012-13 son bastante superiores a los del período 1980-2002. Es decir que, en lo relacionado al potencial exportador, hoy las condiciones externas para las exportaciones argentinas son favorables, contrariamente a otros productos, tales como el petróleo y muchos minerales.

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Los mercados de capitales hoy están en mayor tensión que en los noventa, un período de globalización, incluyendo a China, y con disponibilidad importante de préstamos privados a través de bancos o por colocación de bonos. Pero entonces se venía de un período de profunda crisis de deuda, especialmente en America Latina, del “default” y la década perdida de 1980. La actitud negativa que esto generó solamente se superó con políticas de modernización e integración económica de la región en el mundo. Hoy en día se dice que con el Covid-19 los flujos de capital se han reducido fuertemente, y que no hay potencial de resurgimiento de esos flujos a la región. Pero lo cierto es que, con excepción de Argentina, Venezuela y algunos otros, los países de América Latina no han entrado en crisis de deuda; han mantenido un acceso importante a los capitales.  

Por supuesto la pandemia tiene características únicas que han impedido el crecimiento, pero también es cierto que continúan habiendo importantes inversiones internacionales en el mundo, y que la Argentina nuevamente es un caso de excepción en esa área, donde lo que ocurre es un proceso de desinversión sin equivalente en otros países de la región.

En resumen, en el área de comercio y en el área de flujos de capital, las condiciones no son tan diferentes a las que existían en los 90. Pero ciertamente que otras cosas se han vuelto menos favorables. La vision globalista e integradora de Argentina y Brasil, en un marco democrático y de cooperación fue extraordinario, ya sea influenciados por el Reagan-Thatcherismo y el llamado Consenso de Washington. También fueron empujados por una expansión económica a nivel mundial que seguramente no observamos hoy, aunque hay indicios fuertes de recuperación. Pero los conflictos entre EE.UU. y China, el provincialismo europeo, y el impacto de la pandemia en transporte han afectado en forma negativa a un mundo en que Argentina esta inserto. Pero el mundo sigue vinculado y aun cuando la cooperación multilateral se ha debilitado, la bilateral continua.

Otros elementos van a afectar el equilibrio mundial: el crecimiento de la desigualdad en los últimos 30 años dentro de las naciones crea serias tensiones económicas que pueden afectar las perspectivas de crecimiento; la pandemia ha llevado a reevaluar si se pueden mantener las cadenas de valor a distancia, y es posible que se considere una consolidación geográfica; además, puede reducirse la integración tecnológica con los países más pobres. En última instancia, las condiciones externas que enfrenta Argentina constituyen un reto, pero no mayor que el de los 90. Argentina debe seguir vinculada al mundo con un espíritu abierto y cooperativo, aun con riesgos. El encierro efectivo de muchas décadas ha llevado al país a crisis crecientes y crecimiento bajo y a una posición relativa cada vez más débil. Si no se hace el esfuerzo, Argentina seguirá siendo la economía de tamaño medio que es, y perdiendo lugar en el mundo, ahora número 5 en producto per cápita en la región y número 70 en el mundo.

*Miembro de Centennial Group América Latina. Ex director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI.