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Mercosur: la misma historia de siempre

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Cumbre. En Puerto Iguazú, con una pregunta difícil: ¿de qué sirve el bloque regional si no beneficia a todos? | AFP

Esto no es nuevo. Es un hecho que se viene reiterando en cada una de las cumbres latinoamericanas que ya hemos cubierto. Lo que podría ser una oportunidad para avanzar en temas que les competen a todos los Estados termina convirtiéndose en una especie de reunión de amigos donde cada uno de los participantes da su opinión sobre un tema, se sacan la foto de rigor y cada uno se vuelve por donde vino.

En esta oportunidad, entre el 3 y 4 de julio se llevó a cabo en Puerto Iguazú la 62a Reunión del Consejo del Mercado Común y Cumbre de Jefes y Jefas de Estado del Mercosur y Estados Asociados. 

La cumbre versó primordialmente sobre dos temas pero además un hecho destacado fue el pase de la presidencia pro tempore de la Argentina a Brasil. Además de los mandatarios de dichas naciones, se encontraban el presidente de Bolivia, Luis Arce; el de Uruguay, Luis Lacalle Pou, y su par de Paraguay, con un detalle saliente, ya que participaron los presidentes actual y electo, Mario Abdo Benítez y Santiago Peña, respectivamente. Además, participó el primer ministro de Guyana (uno de los Estados asociados del Mercosur), Mark Anthony Pillips. Quien se ausentó fue Gabriel Boric, presidente de Chile, que tiene la misma categoría que Guyana dentro del Mercosur, aunque sí participó su canciller de la reunión previa.

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Uno de los temas que llevaron a la discusión a los presidentes fue la opinión sobre el gobierno de Venezuela. Mientras que algunos justificaron las acciones de Nicolás Maduro y no dijeron nada sobre la proscripción de María Corina Machado, principal candidata opositora con chances de ganar que fue recientemente sancionada con 15 años de exclusión a cargos públicos, otros como Abdo Benítez o Lacalle Pou criticaron al gobierno dictatorial de Maduro. Precisamente el caso de Machado fue lo que desató el debate: “El único límite razonable debe ser el respeto a la democracia y a los derechos humanos. Con mucha preocupación, estoy siguiendo los eventos de los últimos sucesos en Venezuela. Cuando asoma un camino de salida, un itinerario de esperanza por la realización de unas elecciones con la oposición, vimos rápidamente apagada esa ilusión con la inhabilitación de María Corina Machado”, dijo el jefe de Estado de Paraguay. 

Seguidamente, esta opinión fue apoyada por el mandatario uruguayo: “El Mercosur tiene que dar una señal clara para que el pueblo venezolano se encamine a una democracia plena que hoy no tiene. Alguno dirá: ‘¿Qué tiene que ver esto con el Mercosur?’. Tiene que ver porque los distintos bloques de las distintas asociaciones en todo el mundo han alzado su voz. Y creo que flaco favor le haríamos a la democracia venezolana si no alzamos nuestra voz, como hizo el presidente Abdo, que suscribo y apoyo”. Además agregó: “Todos acá sabemos qué pensamos sobre el régimen venezolano. Hay que tratar de ser objetivos. Está claro que Venezuela no va a salir a una democracia sana si cuando hay un viso de posibilidad de elecciones, a una candidata como María Corina Machado, que tiene un enorme potencial, se la descalifica por motivos políticos y no jurídicos”. 

Lula da Silva, el nuevo presidente del bloque, opinó en un sentido menos crítico y más vago, en línea con lo que fueron sus declaraciones públicas acerca del régimen bolivariano en las últimas semanas y la ambigüedad que mostró frente a las violaciones a los derechos humanos en Venezuela. En ese sentido, Da Silva aseguró desconocer los detalles por los que la candidata venezolana quedó inhabilitada y dijo que “hay que discutir, pero no podemos tener en cuenta las fallas de uno o de otro, las fallas son múltiples, pero no hay que dejar a nadie de lado”. 

El otro tema que se trató, y también generó discrepancias entre las partes, fue el acuerdo con la Unión Europea. En este punto, además de que Uruguay pide avanzar o pretende romper el bloque para negociar por su cuenta, las negociaciones para un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea atraviesan un nuevo bloqueo. En 2019, cuando se cumplieron veinte años del inicio del diálogo entre bloques, se suscribió un pacto que cuatro años después quedó desactualizado y trunco. La UE ha sumado nuevos requisitos medioambientales que fueron rechazados por Brasil y Argentina. Las críticas de estos molestan a las autoridades uruguayas, que presionan al bloque para avanzar con Europa, por un lado, y con China, por el otro, bajo la amenaza persistente de romper el Mercosur. Lula subrayó que los integrantes del Mercosur no están interesados en acuerdos que los condenen “al eterno papel de exportadores de materia prima, productos mineros y petróleo”. El presidente uruguayo, por el contrario, pidió despejar los obstáculos que persisten en la negociación con la UE para recuperar credibilidad y confianza en el bloque y avanzar también en un acuerdo de libre comercio con China, uno de los grandes importadores de los alimentos que produce el Mercosur.

Al concluir la cumbre, Uruguay no firmó el documento conjunto sino que adhirió a su propio documento. Entre los puntos principales de la declaración uruguaya, el gobierno “renovó el compromiso con el fortalecimiento de la democracia, el estado de derecho y el respeto a los derechos humanos”, y resaltó “la importancia de la agenda económica, comercial, social y cultural del bloque para el beneficio de sus ciudadanas y ciudadanos”. Puntualmente, lamentó que el Mercosur no logró constituir un Arancel Externo Común, “teniendo en cuenta que los Estados parte aplican distintos aranceles nacionales en su comercio extrazona, lo que deja en evidencia la necesidad de seguir trabajando en favor de constituir una zona de libre comercio”.

Tras una nueva cumbre, queda la sensación de oportunidad desperdiciada, teniendo en cuenta lo accesorio que es encontrarse físicamente ni siquiera aprovechan la oportunidad para trabajar en serio en acuerdos programáticos, sino que por el contrario dividen aguas debido a ciertas máscaras ideológicas que algunos presidentes actuales usan para defender un régimen como el de Maduro y relativizan cuestiones universales como los derechos humanos y la libertad. Es imposible avanzar, además, en cualquier tipo de acuerdo si algunos participantes cambian sus opiniones y directrices solamente guiándose por sus supuestas afinidades personales con cada líder.

¿Debería seguir existiendo el Mercosur y tener un acuerdo con la UE? ¿Tendría que romper el bloque Uruguay si puede negociar por su cuenta acuerdos mejores con China u otros? ¿De qué sirve tener un bloque regional si no beneficia a todos?

*Licenciado en Relaciones Internacionales (UCA).