OPINIóN

Nuevas tecnologías en los protectores solares

La piel es uno de los órganos dónde más se han enfocado las investigaciones. Las empresas de cosmética despliegan un verdadero arsenal de productos.

protector solar
Imagen ilustrativa | Pixabay

Detener el paso del tiempo en nuestros cuerpos parece ser uno de los objetivos de la ciencia en los últimos años. Desde el desarrollo de terapias más efectivas contra enfermedades, hasta nuevos tratamientos estéticos que intentan cuidar nuestra imagen exterior y nuestra salud.  

La piel es uno de los órganos dónde más se han enfocado las investigaciones. Las empresas de cosmética despliegan un verdadero arsenal de productos tales como: cremas antiarrugas, ampollas ortomoleculares, tratamientos estéticos con equipamiento de tecnología de punta, preparados farmacológicos, etc. La difusión de estos nuevos procedimientos también ha llamado la atención de los que prefieren realizar preparados naturales como los que producían nuestras abuelas a base de canela, chia, aloe vera, ginseng, ginkgo biloba, entre otras. 

Los especialistas no se cansan de repetir que no existen tratamientos mágicos y que cualquiera sea el que realicemos debe estar acompañado de una alimentación saludable, el consumo de agua y una eficiente protección solar. En particular, en los últimos años, el uso masivo de cremas protectoras contra el sol empezó a marcar a nuestra sociedad. La aplicación de estas, evita las quemaduras solares, el fotoenvejecimiento, la fotosensibilización cutánea y la carcinogénesis, entre otros.

Estos productos protegen contra la radiación ultravioleta tanto natural como artificial, por lo tanto, su uso no sólo se recomienda para jornadas al aire libre sino también para el trabajo frente a diversas pantallas. Por esta razón, el uso de los protectores solares ha dejado de ser simples cremas que sólo se usaban en épocas estivales, para ser parte esencial de cualquier rutina de cuidado de la piel. En gran medida, a causa de las consecuencias del afinamiento de la capa de ozono estratosférico. 

Además de la capa de ozono que filtra los rayos ultravioletas más dañinos, la piel humana contiene un pigmento fotoprotector llamado melanina. Este pigmento es un agente antioxidante que absorbe la radiación (UVB, UVA y la luz azul visible) y funciona como un escudo para evitar la acción directa de los rayos sobre el ADN de nuestras células. Además, los rayos UV conducen a la activación de otros procesos biológicos que están involucrados en el envejecimiento, la aparición de arrugas y la flacidez de la piel. Sin embargo, la cantidad de melanina en la piel depende del fototipo (color de la piel) y, en la mayoría de las personas, la melanina endógena no es suficiente para una protección total, especialmente en verano. 

La eficacia fotoprotectora de estas cremas se determina a través de dos parámetros principales: el factor de protección solar (FPS) y el grado de protección UVA (PA), ambos parámetros dependen exclusivamente de los componentes de la crema. Además, el mejoramiento de estas formulaciones, es esencial para detener la acción del tiempo.  En este sentido, desde la biotecnología, se buscan producir moléculas naturales con función fotoprotectora sin generar un gran impacto ambiental. 

La biotecnología es la aplicación tecnológica del conocimiento obtenido a partir de seres vivos o parte de ellos. Los organismos que viven en ambientes extremos como salares, desiertos, profundidades oceánicas y cámaras magmáticas poseen atributos más que interesantes contra la radiación ultravioleta y, por lo general, las moléculas que le otorgan esa particularidad pueden ser utilizadas para desarrollar protectores solares más eficientes, eco-rentables y de alto rendimiento. Los compuestos naturales obtenidos a partir de estos seres vivos pueden actuar de tres maneras: estimulando la protección natural de la piel, desarrollando un escudo protector sobre la piel, o estimulando otros mecanismos de la piel que no están relacionados con la pigmentación. 

Por ejemplo, varios organismos producen eumelanina, un tipo de melanina que podría incorporarse a las cremas solares formando una capa protectora de la piel. A partir de organismos como la sepia, la planta de té o las bacterias Pseudomonas maltophylia pueden obtenerse este compuesto. Aunque debido a su color oscuro, el preparado no ha sido utilizado hasta el momento en protectores solares comerciales. Sin embargo, con las mejoras que proporciona la nanotecnología se están desarrollando nanopartículas que transportan la eumelanina para agregar y mejorar las formulaciones. 

Otros compuestos ideales para agregar a estas cremas y que frenan las consecuencias de los rayos UV poseen actividades antioxidantes como, por ejemplo, los flavonoides, carotenos o quinolonas.   Algunas de las fuentes naturales que contienen estos antioxidantes son: aloe vera, tomate, cactus, vid, té, granada, Ranunculus bulumei (una hierba muy utilizada en Indonesia), mientras que, en las microalgas marinas se encuentran compuestos antiinflamatorias como la flucoxantina o la topsentina, que también podrían adicionarse a las formulaciones.  

A partir del cultivo de estos organismos y sus productos se pueden obtener los mencionados compuestos y mejorar las características de los actuales protectores solares. Si bien varias empresas siguen en la búsqueda de las mejores formulaciones naturales, no han podido producir masivamente estos productos; sin embargo,  muchos cosmiatras de forma artesanal desarrollan cremas protectoras para pacientes con pieles sensibles.

A pesar de que la biotecnología se está convirtiendo en el mejor aliado de la medicina (oncología, enfermedades metabólicas, vacunas, etc.), la disminución a la exposición solar continúa siendo la mejor herramienta de prevención en el campo de la dermatología.

(*) La autora es directora de las Carreras de Licenciatura en Biotecnología y Licenciatura en Bioinformática, UADE