OPINIóN

Incendios: "SINAGIR, una política pública en retroceso, como el tragafuegos de Isaac Asimov"

El daño ambiental y económico producido por la actual ola de incendios, expuesto dramáticamente en Corrientes, nos lleva a mirar cómo el Estado trabaja en materia de prevención, respuesta a las crisis y en la reconstrucción post desastre.

incendios corrientes
Hasta el 20 de enero, en Corrientes ardieron más de 786.000 hectáreas hasta la semana pasada, lo que equivale al 9% del territorio provincial. | Gobierno de Corrientes

El daño ambiental y económico producido por la actual ola de incendios en distintas regiones del país, expuesto dramáticamente en Corrientes, nos lleva a mirar cómo el Estado trabaja en materia de prevención, respuesta a las crisis y en la reconstrucción post desastre.

La sequía y la escasez hídrica que atraviesa gran parte de las zonas afectadas, son el posible origen y el escenario propenso para que se desencadenen los incendios, no obstante, vemos sin la reacción esperable al Sistema Nacional de Gestión Integral del Riesgo y Protección Civil -SINAGIR- creado en 2016 por ley 27.287. Ha dejado de actuar como el organismo natural nacional y federal de prevención, articulación y apoyo ante los desastres. 

Los apocalípticos resultados visibles, desnudan lo ineficiente de su accionar en el marco de la dirección que ejerce la Jefatura de Gabinete y el Ministerio de Seguridad.

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En lugar de actuar y coordinar integralmente el apoyo a las provincias bajo la esfera de los Consejos Federal y Nacional SINAGIR, responsabilidad ineludible del Ministerio de Seguridad, el Estado Nacional optó por descentralizar y atomizar la ayuda, respondiendo parcialmente con el régimen de emergencias agropecuarias de la ley 26.509 que subsidia directo al productor afectado y con el Sistema Nacional de Manejo del Fuego (SNMF) regulado por la ley 26.815, responsabilidad enfocada en los incendios forestales y rurales.

La práctica habitual de los gobiernos K es dividir para reinar. Aquí se ve en toda su magnitud el calamitoso resultado de esta patológica manera de gestión. Donde nadie centraliza, nadie coordina, nadie es responsable, nadie es nadie.

Las voces del gobierno salieron rápido a buscar culpables entre los agricultores y los gobiernos locales. Solo faltó culpar al cielo por no mandar lluvias. Un despropósito irresponsable. 

Un desastre de la magnitud de Corrientes, excede el subsidio al productor agropecuario y el combate al fuego.

Requiere una conducción que integre el trabajo de los Ministerios de Defensa y Seguridad, el apoyo de Desarrollo Social, de Salud, Economía y de todos los que comprende el mecanismo SINAGIR. Pedirle esto a un gobierno desarticulado hasta el paroxismo, es pedir ayuda divina.

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Acciones aisladas y tardías en el apoyo, más la manifiesta especulación política de algunos ministros para brindar ayuda  a provincias no afines al gobierno, son letales.

El impacto y el nivel del daño que producen los incendios por falta de acción coordinada, son otra muestra del estilo particular que nos impone este gobierno.

Actuar con mirada política, es contrario a la letra y al espíritu de la ley SINAGIR, que busca evitar o reducir los daños y concurrir en apoyo del afectado.

Es cierto que la primera respuesta es del municipio y la provincia, empleando sus recursos, pero es obligación legal y moral de los funcionarios del Estado Nacional asistir y desplegar medios en apoyo desde el inicio de un desastre de esta magnitud, donde es fácil predecir que todos los medios y recursos serán escasos.

Los ciudadanos que habitan y producen en el suelo correntino son argentinos dejados a la buena de Dios por el fanatismo ideológico o por la impericia que campea como un fuego devastador dentro del gobierno nacional. 

 

La práctica habitual de los gobiernos K es dividir para reinar. Aquí se ve en toda su magnitud el calamitoso resultado de esta patológica manera de gestión. Donde nadie centraliza, nadie coordina, nadie es responsable, nadie es nadie.

 

Hoy estamos frente al error de haber transferido nuevamente en 2020 el Servicio Nacional de Manejo del Fuego a la órbita del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable, atomizando los recursos, dificultando el adiestramiento de conjunto y el complemento de capacidades y recursos que requiere todo el sistema que necesita un comando y liderazgo único y no colegiado a la hora de operar.

Además del visible apoyo ineficiente y politizado por parte del Estado, se han abandonado políticas públicas claves en materia de Gestión Integral del Riesgo de Desastres (GIRD), como lo son la continuidad del plan nacional de reducción del riesgo de desastres vigente hasta el 2023, el sistema de alerta a la población y el centro nacional de monitoreo de alertas y emergencias –SINAME– que dispone de una plataforma dotada de un sistema de información geográfica moderno que se construyó y habilitó con el apoyo y dirección de Naciones Unidas.

El SINAGIR, fue creado para planificar y actuar federalmente en materia de reducción del riesgo de desastres. Un mecanismo que además tiene pendiente la integración de la sociedad civil y del sector privado como actores fundamentales en el diseño e implementación de políticas públicas del área.

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Alertamos para que el proceso de desarticulación de medios y recursos del estado disponibles para prevenir, responder o reconstruir frente a desastres, se detenga en este retroceso y se atenga a lo previsto en la ley 27.287, que fuera votada por todos los espacios políticos y por unanimidad debido a que su finalidad última es preservar la vida de las personas, preservar sus bienes y preservar los ecosistemas.

 El gran escritor de ciencia ficción y profesor en bioquímica Isaac Asimov anticipó, como tantas veces lo hizo con su genial pluma, los desastres que devienen de la voracidad irracional de quienes solo miran hasta la punta de sus propias narices: "El tragafuegos debe comer fuego de manera compulsiva, incluso si tiene que incendiarse a sí mismo".

Argentina enfrenta esta encrucijada entre las llamas de la insensatez.

 

 

* Patricia Pérez. Directora ILAPYC. 

* Marcelo Rozas Garay. Responsable Gestion de Riesgo de Desastres ILAPYC.