La pandemia de covid-19 ha ocasionado una interrupción educativa sin precedentes, donde millones de estudiantes en el mundo de alguna manera fueron afectados en sus proyectos de aprendizaje. Este daño también se ha visto reflejado ante la falta de presencialidad, en la socialización, actividades recreativas, deportivas y acceso a la salud.
A medida que se reabran las instituciones educativas, será una responsabilidad de diferentes sectores contribuir a mitigar el riesgo de transmisión de covid-19.
El Centro de Control de Infecciones de Estados Unidos (CDC), ha publicado un estudio donde las clases presenciales en las escuelas no parecerían conducir a más brotes de coronavirus en comparación con el aprendizaje virtual. La menor cantidad de casos entre los niños más pequeños sugeriría que el riesgo de transmisión de covid-19 en las escuelas primarias y jardines “podría ser menor” que en las escuelas secundarias y universidades.
Sin embargo, para que las escuelas funcionen de manera segura, tanto docentes como alumnos deben adherirse estrictamente a múltiples estrategias de prevención de contagios. Estas incluyen el uso de tapabocas, mantener la distancia física, evitar los espacios cerrados o espacios exteriores superpoblados, mantener la limpieza y desinfección adecuada según las posibilidades de cada institución y establecer eventuales recesos no programados.
Por otro lado, los niños y niñas pueden enfrentarse a barreras emocionales o dificultades en la organización familiar para su regreso al sistema presencial que también deberán ser consideradas.
Es posible y de hecho ya lo estamos viendo, que el regreso a la presencialidad exacerbe la circulación de otros virus respiratorios. En este contexto resulta fundamental mantener el calendario de vacunación actualizado.
La vacunación se vio muy impactada por la pandemia. La Organización Mundial de la Salud, así como diferentes sociedades regionales y locales, han expresado su gran preocupación por la disminución tanto de las consultas médicas como del descenso en las coberturas de vacunación.
Recordemos que para el ingreso escolar, a los 5 años, son necesarias las vacunas contra difteria, tétanos, pertussis, poliomielitis y sarampión, rubéola y paperas; mientras que las indicadas a los 11 años son contra el meningococo ACYW, la triple bacteriana acelular y la vacuna contra el virus del papiloma humano.
En el caso de la vacuna antigripal, según el Calendario Nacional la misma está indicada para todos niños entre 6 y 24 meses, además de todos los niños de cualquier edad con factores de riesgo de complicaciones como obesidad, diabetes, enfermedades respiratorias, enfermedades cardíacas, inmunodeficiencias, niños con enfermedades oncohematológicas, trasplantes o insuficiencia renal crónica en diálisis, entre otros. Sin embargo, todos a partir de los 6 meses de edad podemos vacunarnos contra la gripe para estar protegidos.
Estamos en tiempos de pandemia donde la adversidad y la incertidumbre nos atraviesan de alguna forma. Es por ello que se necesitan acciones mancomunadas entre diferentes sectores como gobierno, docentes, profesionales de la salud y familiares de los niños para lograr el objetivo de la presencialidad escolar.
La reapertura escolar exitosa dependerá de todos.
*Médico pediatra. Magíster en Farmacoepidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.
