OPINIóN
Kess Huizinga, granjero en Ucrania

“Sembraremos hasta la última semilla”

La invasión rusa paralizó el “Granero de Europa”, y sus productores enfrentan todo tipo de problemas, con el transporte, el aumento de precios, la falta de insumos. Pero los productores no se rinden: “Moscú no logrará tomar el control de nuestras granjas”.

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Kees Huizinga. Vocero de la Asociación de agricultores ucraniana y productor agropecuario. | cedoc

“Acaba de escribirme un granjero de Járson, una ciudad del sur de Ucrania: tiene soldados rusos metidos en su granja. Duermen sobre la paja en el cobertizo de los terneros, le sacan la lecha y los huevos. También se llevaron cuatro autos. Está claro que no puede enviar fotos de lo que está ocurriendo… si lo hiciese lo matarían”.  

Así arranca la conversación a la distancia con el holandés Kees Huizinga, vocero de la Asociación de agricultores ucraniana y él mismo productor agropecuario en el país hace más de veinte años. En su moderna finca de 15 mil hectáreas, a 200 kilómetros de Kiev, trabajan 400 personas. 

Incontenible, y sin esconder sus temores, Kees nos ayuda a entender la situación del país: “En el área alrededor de Chernihiv, en el norte, casi todos los campos están bajo el control de las tropas de Moscú.  Acabo de hablar con un ganadero de esa región, no mencionaré su nombre para no ponerlo en peligro. Tienen mil vacas, ordeñan todos los días pero no logran distribuir la leche porque los campos están ocupados y las carreteras bloqueadas. Tampoco tienen acceso a semillas, combustibles y fertilizantes: en otras palabras, no van a poder sembrar”.

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—Hace unos días hizo una petición al Parlamento alemán. ¿Cuál fue su mensaje? 

—El momento de sembrar es ahora. Nuestro clima no permite dos cosechas por año, es decir, o se siembra en primavera, entre febrero  finales de marzo, o perderemos la cosecha del año. No habrá otra oportunidad hasta 2023. 

—Esta situación es un ‘regalo’ para los países competidores de Ucrania. 

—Lo que está pasando es un desastre. Yo entiendo la lógica de lo que llamamos las “oportunidades de mercado”, pero les aseguro que todo esto no es un buen negocio para nadie. Ante todo hay que tener en cuenta la suba del precio de los fertilizantes y de los combustibles a nivel internacional: creo que si la situación seguirá así habrá incluso más aumentos. Pero hay una cuestión aun más profunda. Nuestro trigo abastece a los mercados del norte de África y del Medio Oriente, que se verán muy penalizados. Trigo caro, pan caro, gente infeliz. Por lo tanto, disturbios. ¿Y dónde crees que presionarán? En las fronteras de Europa. Incluso antes de la guerra, los precios del trigo estaban al alza, era un tema problemático. En otras palabras, si no sembramos en dos o tres semanas las repercusiones serán enormes.

—¿Como vivió Ud y su familia el 24 de febrero?

—El día anterior era el cumpleaños de mi esposa, Emmeke; todavía teníamos nuestra casa decorada para el festejo. Oímos explosiones y un misil pasó por encima de nuestras cabezas. Ella y las niñas lograron huir a Holanda a través de Rumanía. Yo decidí quedarme…y organizar la granja. Luego, teniendo en cuenta mis orígenes holandeses, la Asociación de agricultores Ucraniana me pidió que me quedara en Europa para transmitir nuestra situación antes los gobiernos de la UE.

—¿Y ahora, cómo va todo en tu granja?

—Hay tropas invasoras en las carreteras, se rompieron los circuitos de la logística y es imposible abastecer los supermercados o hacer llegar ayuda humanitaria. Una hambruna puede ser inminente, y no por falta de comida sino por falta de distribución, lo que es grotesco. Ayudamos como podemos toda la gente de los pueblos cercanos a nuestra finca. Todos los granjeros hacen lo mismo. La leche se está distribuyendo gratuitamente desde el comienzo de la guerra. Sacrificamos cerdos fuera de temporada, mujeres voluntarias, en los edificios de la escuela que ahora están vacíos, los cocinan como pueden. Por otra parte, los campesinos de la granja salieron de escondidas por la noche a hornear pan para luego distribuirlo entre todos. Los tanques rusos estaban a pocos metros, y ellos horneaban pan…

—¿En esta situación, van a arriesgarse a sembrar?

—Por supuesto, todos los agricultores que podamos vamos a sembrar utilizando las semillas, los fertilizantes y el combustible que nos quedan. Con la ayuda de nuestros agrónomos hemos cambiado los planes para poder optimizar recursos. No hay duda que vamos a sembrar.  Vamos a priorizar la producción para  consumo interno, pero por otro lado tenemos la esperanza que las rutas de exportación abran antes de la cosecha. Es cierto sin embargo que estamos atrasados. El principal problema es que en muchos lugares de hecho es imposible moverse: en varias áreas las semillas, que como suele pasar ya habían sido compradas en enero con un esfuerzo financiero enorme, no serán entregadas a tiempo. Hace unos días nuestra Asociación advirtió que para seguir trabajando los productores ucranianos  necesitan 200 mil toneladas más de gasóleo, que es imposible de conseguir. Lo mismo ocurre con las piezas de las máquinas agrícolas: no están, no llegan. Y respecto de la mano de obra, con los jóvenes mejores que se han unidos al armada, quien maneja los tractores. Hasta ahora se ha sembrado el 80% menos que el año pasado: por lo tanto, cuanto más dure la guerra, más disminuirá nuestra capacidad de producir alimentos. 

—¿Han hecho un cálculo de cuanto van a perder?

—Es difícil hacer una estimación exacta, pero calculamos pérdidas entre el 15% y el 50% comparado al año pasado. Estamos preocupados tanto por la extensión sembrata cuanto por el rinde. Es otras palabras, todos los que lograremos hacerlo vamos a sembrar, pero al no tener acceso a fertilizantes y muchas tecnologías, difícilmente lograremos el mismo rendimiento del año pasado. De todos modos, hasta que quede una hectárea de tierra y una semilla, las vamos a utilizar.

—Sabemos que Ucrania es conocida como “el granero de Europa”. 

—En los últimos veinte años nuestra nación ha hecho enormes esfuerzos para mejorar el sector agropecuario. Pasamos de unos 20 millones de toneladas producidas casi sin tecnología ni conocimientos a 90 millones de toneladas de trigo y semillas. No solo logramos ser un país autosuficiente sino también exportador: antes que estallar el conflicto vendíamos al exterior el 70% de nuestra producción. Pero no hay que dar nunca nada por descontado. La tierra ucraniana siempre fue fértil, y aun en estas condiciones, el país devastado por años y años de gobiernos depredadores llegó a ser muy pobre. Piense que aquí -como dice Ud. en el “Granero de Europa”- en 1930 Stalin consiguió provocar una hambruna, murieron millones de personas. Morir de hambre rodeados de campos de trigo, no se puede creer...

—Usted se considera un agricultor moderno?

—Nos hemos inspirado en el modelo de la tradicional granja integrada ucraniana, pero la hemos equipada con las más modernas tecnologías. Traimos maquinas de alemana. Hace unos veinte años comenzamos con mil hectáreas, ahora tenemos 15 mil hectáreas cultivadas, 350 hectáreas de zanahorias y cebollas con riego por goteo, 2 mil vacas lecheras Holstein Friesian y 450 cerdas. Es una producción sinérgica, armoniosa, eficiente… utilizamos el estiércol orgánico de los animales y los campos nos dan a su vez alimento para los animales. Las vacas se alimentan con una mezcla de maíz, alfalfa, soja, girasoles, pulpa de remolacha y minerales; la mayoría de los ingredientes proceden de nuestros campos. El año pasado fue excelente, hubo una buena producción y buenos precios. Hemos reinvertido en nuevas maquinarias y tenemos un establo nuevo, muy moderno, de estilo canadiense. Antes de la guerra las vacas lecheras producían 34 litros diarios, las ordeñábamos dos veces al día, 80 vacas a la vez. 

—Volviendo al drama de la guerra, será muy difícil para los ucranianos defender cada granja, el país tiene una superficie enorme.

—Será muy difícil para los rusos conquistar todas las granjas. Y si de algo estoy seguro es que les resultará imposible tenerlas bajo su control.

 

*Experta italiana en agroindustria e historia de la cocina. 

https://storiaincucina.food.blog/