Javier Milei dijo: “El papa Francisco me parece un personaje de lo peor y de lo más nefasto. Yo creo en Dios, pero no me siento identificado con la institución Iglesia, creo que no contribuye a mejorar la espiritualidad de los seres humanos. En el caso de Francisco, es la máxima expresión de la tarea opuesta”. Y luego, agregó: “Él como jesuita promueve el comunismo, y el comunismo fue un fracaso en lo económico, en lo social y en lo cultural. Además, siempre se aplicó por la violencia y se cargó con 150 millones de vidas humanas. Él (Francisco) promueve eso, fijate lo contento que está cuando va a Cuba y a Venezuela y se abrazaba con los dictadores sanguinarios; y después se fue a Estados Unidos que había, para mi alguien de izquierda como (Barack) Obama”.
Se podría decir que una reencarnación del Tercer Reich como Milei, que se hizo popular como personaje mediático soltando brulotes como que le iba a pisar la cabeza a Rodríguez Larreta con una silla de ruedas es una droga de diseño con efectos colaterales siniestros e impredecibles. La cantidad de votos que sacó en las últimas elecciones (sobre todo apoyado por jóvenes) da miedo. Los muchachos de La renga no saben cómo hacer para que deje de usar en sus shows uno de los más emblemáticos temas de la banda para dar saltos de falso rocker con sus pelos cuidadosamente despeinados.
Pero uno de sus dichos más alarmantes es: nosotros somos superiores hasta estéticamente. O sea: los blancos entusiastas de la libertad son más bellos que el magma mestizo de indígenas e inmigrantes europeos y latinoamericanos del siglo XX y XXI. Y podemos especular esto cuando leemos otra de sus declaraciones: el kirchnerismo es lo peor que le pasó a la Argentina. Ahí está cifrada una de sus ideas centrales: crear un nosotros iluminados y salvadores y un ellos decadente y corrupto: la casta política.
Su último paso de comedia terrorífica y carnavalesca fue las rifas de su sueldo como diputado. A esta altura, nadie duda de que eso es un negocio más en el laberinto marketinero del ex arquero. Por otra parte, es distorsionar y ofender la idea de salario. En esta Argentina con más del 40 % de pobres, donde tener un trabajo (y por lo tanto un sueldo) se ha transformado en una de las metas más añoradas de millones de personas, lo que hizo Milei sin que los políticos democráticos reaccionen pone de manifiesto que hay que llenar un vacío legal para que estas cosas no pasen.
Jonathan Lewczuk, productor audiovisual de Lanús, resultó ganador del segundo sorteo de Javier Milei. “Estoy que no entro en mí. Yo te sigo a morir”, le dijo el ganador al referente libertario. “Lo sigo desde el momento cero, es un tipo transparente. Un tipo que tiene palabra es para seguirlo. Me reía que el ganador anterior era K, mirá que así a pesar de todo se le puede dar a cualquiera”, comentó Lewczuk. Milei sostuvo que “el dinero que nos quitan a los pagadores de impuestos, vuelven a los propios pagadores de impuestos. Nos roban y acá devolvemos lo que es suyo. Viva la libertad carajo”.
Por último, quisiera reflexionar sobre el robo de la palabra libertarios que hicieron en todo el mundo los liberales de derecha que tanto beben en las aguas del fascismo. Cuando yo era joven (principio de los ochenta), iba al cineclub Jaen. Un cineclub que funcionaba en la biblioteca José Ingenieros en la calle Ramírez de Velasco. Ahí se reunían viejos anarquistas españoles y nuevos anarquistas. Los nuevos, muchos eran punks. El reducido grupo que se reunía a ver películas de Fassbinder y Herzog en este hermoso lugar se llamaban a sí mismos libertarios. En algún momento de la historia, esta nueva corriente maligna tendrá que rendir cuentas a aquellos bellos utopistas del pasado.
*Escritor y poeta argentino.