OPINIóN
Educación

Thalía, agenda pública y presupuesto

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Culminando un curso de posgrado, ante los pedidos de prórroga del plazo de entrega de los trabajos del estudiantado, mi colega en esa clase, dijo: “como dice Thalía: “si no me acuerdo, no pasó’,” claramente se refería a un acuerdo previo y su expresión, no solo generó risas y comentarios de quienes participaban del encuentro, sino que también puso en evidencia cómo la memoria opera sobre la existencia. Lo recordado es parte de nosotros, aquello que no pasa a la historia, directamente deja de ser considerado, no existió.

Los temas que forman parte de nuestra conversación, nos definen, ponen de relieve intereses, gustos, preferencias, así como angustias y necesidades. De modo paralelo, las omisiones, silencios o secretos también operan en un sentido especial en las identidades, tanto por negación, como por vergüenza.

Entendiendo a la agenda pública, como el conjunto de temas que los actores pueden instalar en el debate social y fruto de ello, producir respuestas o bien soluciones a problemas, es que vemos cómo las voces (o gritos y silencios abonan a la visibilidad y opacidad de nuestras comunidades.

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La sociedad actual, vive en trance, se conjugan actores y acciones sociales propias de otras épocas y medios o canales de información y publicidad tradicionales para intentar instalar temas e instalarse como referencias en esa agenda pública; mientras que, por otro lado, el mundo de las redes sociales ofrece múltiples, variados –y no menos arbitrarios–,  modos de definición de temas, representaciones y prioridades sociales.

Esa confluencia de instrumentos de configuración de las agendas públicas, hace que no resulte simple determinar qué es relevante y qué es superficial, qué es urgente y qué es importante, en un abanico tan disperso de temas en debate.

Los grandes relatos colectivos vigentes, se construyeron sobre la base de afirmaciones positivas, correspondidas con gestos y actividades, con cierta cuota de veracidad, ya que la era de la postverdad, no exige certeza en los discursos, sino solamente credibilidad. La velocidad de estos tiempos y la dictadura de los algoritmos trabajan con públicos cargados de prejuicios y predisposiciones a la creencia, más allá la razón y de lo cierto.

Por eso, parte de los temas en el debate público cuentan con adhesión y rechazo propio, no por su mensaje, sino por sus portavoces.

Por eso y aunque no esté en agenda pública actual, me animo a traer nuevamente el tema del recorte presupuestario a la educación realizado durante el 2022 y el previsto para este nuevo año a discusión.

Lo educativo debe ser un ámbito de encuentro, debate, comprensión y acuerdo, por lo que hay que abordar el tema presupuestario no solo desde la necesidad de sus sostenimiento y crecimiento, sino también desde la mejora cualitativa: más presupuesto, es más recursos, en cambio, mejor presupuesto, también importa un debate sobre la inversión en aspectos centrales, que claramente no pueden ser abordados, si aproximadamente el 90% del presupuesto se destina solo a salarios o si en las universidades, por ejemplo, las nuevas designaciones docentes, resultan ser todas de dedicación horaria simple.

Ojalá dejemos en algún momento de evitar recortes o inejecuciones presupuestarias. La ley de financiamiento educativo, en su momento pretendió que haya definiciones de Estado sobre el tema, sería bueno que los diferentes gobiernos la cumplan.

Que la falta de volumen de este debate, no haga que este problema relevante, pueda pasar al olvido, en momentos particulares para la educación obligatoria, donde el abandono, la deserción y falta de graduación del secundario, exponen una verdadera tragedia colectiva.

¿Será muy difícil acordar que el presupuesto educativo no puede recortarse en un país con tanto déficit formativo?

Ojalá Thalía no tenga razón y aunque haya una deliberada intención de tapar el recorte presupuestario a la educación, tomemos conciencia que esto pasó y está ocurriendo.

La calidad de los debates habla de quiénes participan de ellos.

La relevancia de los temas que hacen a la agenda pública nos describen como sociedad, pero las omisiones premeditadas desnudan en especial a quienes desvergonzadamente intentan tapar el sol con la mano.

*Miembro del Consejo de Gobierno de Unesco-Iesalc.