OPINIóN
BRASIL

Un impasse peligroso

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Lula. Representó la esperanza de un cambio y una ruptura con la política tradicional. | cedoc

La determinación del juez de la Corte Suprema, Edson Fachin, de anular todas las decisiones adoptadas por la Corte Federal de Curitiba contra Lula da Silva basada en la falta de competencia pareciera una sentencia inocua a pesar de las profundas consecuencias políticas. La anulación responde a un problema formal sin entrar a juzgar los temas de fondo que llevaron a una movilización sin parangón de toda la sociedad y al cuestionamiento de los más influyentes empresarios. El juez Fachin dispuso que las causas sean reiniciadas en la Justicia Federal de Brasilia. El dictamen dice que los hechos indagados involucran no solo a Petrobras sino también a otras empresas como Odebrecht, OAS, J&F y Transpetro y funcionarios ubicados en cargos estratégicos.

También está en curso la investigación del Tribunal Supremo Federal sobre la parcialidad del juez Sérgio Moro. El habeas corpus presentado por los abogados de Lula da Silva está basado en la filtración de las conversaciones entre quien era en ese momento juez y el fiscal Daltan Dallagnol, quien actuó como jefe de la Operación Lava Jato. Todo indica que la conjunción del juez con el fiscal tuvo el propósito de condenar a Lula da Silva para evitar su candidatura en 2018.

La acción del juez Fachin no hace desaparecer la red de corrupción y tráfico de influencias del “Lava Jato”. La investigación alcanzó a José Dirceu, Antonio Palocci, Eduardo Cunha, Sergio Cabral, Paulo Roberto Costa, Renato Duque, Néstor Cerveró, Jorge Zelada, Marcelo Odebrecht, Otavio Marquez, Leon Pinheiro, Dalton Avancini, Alberto Youssef y Jorge Santana. Todos estos personajes desfilaban sobre alfombra roja y participaban de las reuniones más selectas de la sociedad brasilera donde se decidían los porcentajes de coparticipación de los contratos más importantes de la obra pública. Estas empresas extendieron sus vínculos por Latinoamérica con total impudicia. El suicidio de Alan García, cuando iba a ser detenido por presuntos delitos relacionados con Odebrecht, desnudó el drama de la complicidad de la política.

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Cuando las investigaciones alcanzaron a Lula da Silva corrió un escalofrío por América Latina. Lula no era solo el presidente de Brasil; al momento de su elección en 2002 representó la esperanza de un cambio en las expectativas y una ruptura con la política tradicional. Líder sindical enfrentó al gobierno militar y fue candidato en 1989, 1994 y 1998. En el 2002 encabezó la lista del Partido de los Trabajadores que triunfó con el 61% de los sufragios; sucedió en la presidencia a Fernando Henrique Cardoso, líder del Partido de la Social Democracia. La presidencia de Lula coincidió con el aumento del precio de las commodities que le permitió holgura en los gastos y mejorar la distribución del ingreso. El PBI de Brasil pasó de 558 mil millones en 2003 a 2.209.000 millones; el ingreso per cápita saltó de 2.980 a 11.080 dólares. Brasil al igual que Argentina sufrió las consecuencias de la crisis asiática y el valor del real en el período 1998/2002 seguido por una fuerte recuperación hasta la crisis de 2008/2009. En las elecciones de 2010 el PT obtuvo 88 bancas de un total de 513 en un país donde existe una tradición de fragmentación y obliga a gobernar en coalición.

Fernando Henrique Cardoso es un reconocido dirigente con una respetada trayectoria académica y política. En el reportaje publicado en PERFIL el 27 de febrero dice: “La Justicia se basa en hechos. Es poco probable que se condene a alguien sin que exista algo que lleve a tal condenación… no me gusta su condición actual (refiriéndose a Lula)... el sistema de Justicia en Brasil es bastante abierto. Pero cuando se trasgrede la ley no queda alternativa”.

El impasse abierto por el juez Fachin ha provocado un cimbronazo que cada uno juzgará de acuerdo a su dogmatismo, pero la pregunta que aún permanece sin responder es qué arrastra a políticos y empresarios a actuar con total arbitrariedad aquí y allá como si la Justicia no existiera o como si confiaran en la ignorancia de la sociedad. No es la situación de Brasil lo que preocupa: es la pobreza del continente que sigue golpeando las puertas esperando Justicia.   

*Diplomático.

Producción: Silvina Márquez