Inicia el XX Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), cita que se realiza cada cinco años y es el evento más relevante de la política china. Este en especial no será un congreso más, ya que se espera que el presidente Xi Jinping sea confirmado para un inédito tercer mandato consecutivo como presidente. En 2018, Xi impulsó una reforma constitucional para eliminar la restricción de dos períodos, tradición heredada desde los tiempos de Deng Xiaoping y que había sido respetada por sus dos antecesores inmediatos: Hu Jintao y Jiang Zemin. Por esta y otras razones de la coyuntura actual, estamos ante un verdadero punto de inflexión de la historia china.
La danza de nombres en la cúspide del partido
Ya resuelta la continuidad de Xi, la mayor atención está puesta en quién será el próximo primer ministro. Li Keqiang secundó a Xi durante sus dos mandatos, pero ya anunció su retiro. La distancia entre Xi y Li se fue incrementando en los últimos años, hasta hacerse casi irreconciliable, sobre todo en materia de orientación económica. Al mismo tiempo, hay mucha expectativa por conocer quiénes serán los otros cinco miembros del Comité Permanente, el máximo órgano partidario del partido.
Quien se perfila con más chances de suceder a Li es Wang Yang, actual miembro del Comité Permanente y presidente de la Conferencia Consultiva Política. Pese a ser alguien surgido por fuera del riñón de Xi, Wang se ganó la plena confianza del actual presidente y cuenta con decisivo apoyo desde la poderosa provincia sureña de Guangdong. La otra figura que ha cobrado relevancia en esa carrera es Hu Chunhua, actual vicepremier y exponente de la línea interna que representa el actual premier Li Keqiang. Es apodado “pequeño Hu”, en referencia al ex presidente Hu Jintao, ya que ambos emergieron desde la Liga de la Juventud Comunista de China. Si Hu Chunhua resultase electo premier, sería una señal de que Xi no pudo lograr un avance total y de que seguiría primando cierto equilibrio entre las facciones del PCCh.
Debajo del Comité Permanente está el Politburó, conformado por 25 miembros que también ocupan cargos clave. De cara a este Congreso, ninguno de ellos tenía a priori el suficiente peso político y perfil de potencial sucesor de Xi. Se supone que Xi ahora sí debiera ir pensando un sucesor para 2027… ¿o no?. Como sea, será importante también prestar atención a la nueva conformación del Politburó, donde es esperable que se profundice aún más el avance iniciado en 2017 de figuras ultra-fieles a Xi. Quizás entre ellos esté el futuro sucesor de Xi, aunque no esté claro para cuándo.
Una nueva China, más enfocada en sus propios desafíos internos
La China del tercer mandato de Xi será seguramente una China con mayor concentración de poder en manos del líder, más nacionalismo, más estatismo en lo económico y menos aperturismo hacia el exterior, frente a un contexto internacional crecientemente hostil y adverso. En ese sentido, el ideario de la “prosperidad común” será central, lo que indica que las controversiales reformas económicas que aumentaron la regulación y los controles sobre sectores privados estratégicos, iniciadas por el presidente Xi Jinping, se profundizarán. Este objetivo seguramente también defina los perfiles de los ascensos dentro de los altos rangos del PCCh. La otra palabra clave será la “autosuficiencia”, orientada a las áreas económicas críticas.
La prosperidad común ya está incluida en la constitución del gobernante PCCh desde 2021, pero un reciente discurso de Xi aumentó las expectativas de que se haga más hincapié en este eje durante el XX Congreso del partido. Las regulaciones dirigidas a empresas privadas, multimillonarios y celebridades, han exacerbado las preocupaciones de los inversores extranjeros sobre el entorno empresarial y el trato preferencial para las empresas estatales. Para Xi, son efectos colaterales, menos importantes que el objetivo primordial de la prosperidad común, que es aumentar el control del Estado sobre la economía para mejorar la distribución de la riqueza.
Es esperable entonces que a partir de ahora se tomen medidas más agresivas contra el sector privado, incluido el control de la llamada “expansión desordenada del capital”, con epicentro en el desmadre que ha tenido lugar en el sector inmobiliario. El sector interno liderado por el premier Li Keqiang fue, hasta ahora, uno de los principales frentes de resistencia contra el avance pro-estatista de Xi. Pero Li pasará a retiro, al tiempo que las figuras históricas del partido, como el ex presidente Jiang Zemin (96), ya no tienen influencia decisiva en la política doméstica.
Por primera vez en la historia reciente de la República Popular habrá un presidente que no tendrá grandes frentes de resistencia interna compuesto por miembros “senior” y ex líderes del partido. Tanto Hu Jintao como el propio Xi en sus primeros dos mandatos tuvieron que lidiar permanentemente con esos focos de oposición interna. De cara al tercer mandato de Xi, la “nueva resistencia”, en todo caso, podría surgir desde abajo hacia arriba: sectores de la sociedad civil, jóvenes empresarios y grupos políticos y religiosos minoritarios, contando con apoyo desde EEUU y sus aliados. Esta podría ser la principal amenaza al liderazgo de Xi en el futuro cercano.
Se especula que Xi recibirá durante el XX Congreso el título que ostentó Mao Zedong ( zhuxi), que se traduce como cabeza o presidente, pero en un sentido de superioridad absoluta en el marco de la organización. En este caso, el partido.
Por otra parte, hay mucha atención puesta sobre el futuro del vicepremier Liu He, máximo referente económico de Xi Jinping y supervisor de las relaciones comerciales con EEUU. Con 70 años de edad, Liu debiera retirarse. Pero el hecho de que Xi (69) rompa con su re-reelección la regla de la edad de 67 para el retiro, abriría la posibilidad de otras excepciones. Se especula que Liu podría ser una de ellas, junto con el canciller Wang Yi (69), quien podría conservar su puesto actual. En total, 11 de los 25 miembros del Politburó debieran retirarse por la regla de edad.
Si Liu fuese reemplazado por una figura más combativa, sería otro dato muy relevante, sobre todo en materia de lo que se puede esperar en la relación con EEUU. Las recientes medidas sin precedentes de Washington para restringir la industria de semiconductores de China contribuyen a envalentonar a las líneas más duras del partido. Al mismo tiempo, está claro que la política de COVID-0, ahora llamada “dinámica”, llegó para quedarse. Tanto por motivos sanitarios como políticos a nivel doméstico. Lo mismo vale para la política exterior: Esperemos una China más combativa y menos globalista, seguramente más enfocada en su vecindario y en fortalecer alianzas con sus socios más estratégicos. Son tiempos tormentosos.
Por ello, todo indica que Xi buscará afianzar un círculo cada vez más duro y cerrado de fieles, frente a crecientes desafíos internos y externos que se avecinan para China. En qué medida Xi lo conseguirá será algo decisivo, no sólo para su futuro político, sino también para la estabilidad de China y del mundo. Desde hace bastante tiempo el Congreso del PCCh ha dejado de ser un asunto sólo relevante para los chinos.n
*Director del Observatorio Sino-Argentino. Docente de la Especialización sobre China Contemporánea de la UCA. Candidato Doctoral en Estudios Internacionales (UTDT). Master of China Studies y profesor visitante de la Universidad de Zhejiang (China).