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Una lluvia de pesos, una licuadora y una olla a presión

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Ministro. Martín Guzmán gestionará un segundo semestre con más pesos en la calle. | cedoc

En el segundo semestre del año, desde este mes en adelante, la economía argentina recibirá una lluvia de pesos. Los asalariados del sector público y del sector privado comenzarán a percibir más dinero por el pago del medio aguinaldo, y la devolución del pago del Impuesto a las Ganancias de los primeros meses con aumento de sueldos con paritarias que se están cerrando con incrementos por encima del 40% anual en muchos sectores.  Hay que sumar también el incremento de gasto público Covid por subsidios a las empresas, a las familias de bajos ingresos y a las tarifas de servicios públicos.

Esto implicará un fuerte aumento de la demanda de bienes y servicios frente a una oferta, que, por la falta de inversiones, no reaccionará de la misma forma.

El escenario posterior, con elecciones de por medio, podría ser muy explosivo. Las variables de la macro argentina no están equilibradas y hay una situación desde el punto de vista financiero complicada. El Banco Central de la República Argentina (BCRA) financia al Tesoro dándole pesos que licua la inflación, luego éste los envía al mercado aumentando el gasto público y posteriormente el BCRA trata de sacar algunos de esos pesos del mercado por medio de la colocación de Leliq a los bancos.

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El principal problema de la economía argentina además de la inflación no es solo el déficit fiscal primario del Gobierno sino el déficit cuasi fiscal que genera el pago de intereses a los bancos por esas Leliq que este año podría llegar a una cifra cercana a un billón de pesos.  El abuso en la política de financiamiento de la Tesorería utilizando adelantos o distribución de utilidades del BCRA incrementan la cantidad de dinero en la economía y obligan a endeudarse al Banco Central convalidando tasas del 40% anual, sobre una gran cantidad de pesos. El gasto público primario, la deuda en pesos del Tesoro y la deuda en Leliq del BCRA son las variables a controlar en un contexto inflacionario. También la cantidad de pesos depositados en los bancos en cuenta corriente y en caja de ahorro. En la actualidad superan los 4 billones de pesos.

Esto se da en un contexto de controles de precios, de importaciones, de exportaciones y de tipo de cambio que complicarán cada vez más el desarrollo de la micro y de la macro y las posibilidades de crecimiento de la economía. En particular, el control de cambios con una brecha del 70% entre el dólar oficial y los distintos dólares alternativos, lo que configura una especie de olla a presión que en algún momento podría explotar.

Pero el principal objetivo de este modelo no es frenar la inflación sino evitar que falten dólares en la economía utilizando todo tipo de restricciones. En el futuro también podría haber un problema de restricción externa, ya que la balanza comercial sería cada vez menos superavitaria y el faltante de dólares para esta economía no es muy tolerable. Con respecto a un fuerte aumento del dólar oficial hay que destacar que el único salto devaluatorio en casi trece años con Néstor Kirchner y Cristina Fernández fue el del 2014 con una devaluación del 30%.

Lo que ayudó al Gobierno en el primer semestre del año fueron los altísimos precios de la “Súper Soja” que le permitieron al BCRA recuperar unos 6.000 millones de dólares de reservas netas. Parte de estas se utilizaron para pagar deuda externa a organismos internacionales y para vender dólares en el mercado contado con liqui para reducir la brecha cambiaria. Con la baja del precio de la soja, la tensión por falta de dólares podría aumentar incluso antes de las elecciones.

En ese aspecto. el economista Carlos Melconian explica que “cebar la demanda agregada no garantiza reactivación. El modelo se puede quedar sin reactivación y con inflación ascendente porque acelera y engrosa los atrasos generados por el control de precios: no es lo mismo congelar tarifas, anclar el dólar oficial o tener precios máximos con 25% anual de inflación que con 50%; por ejemplo, el atraso tarifario crece el doble de rápido y por eso los subsidios ya están de nuevo en el nivel de 2015”.

El problema de alimentar la demanda de bienes y servicios con dosis crecientes de gasto público y una mayor emisión monetaria genera una gran cantidad de desbalances nominales en pesos. Luego se necesita una mayor inflación para licuar los pesos para que no generen luego una mayor inflación. Una de las soluciones sería comenzar a reducir la inflación, pero el kirchnerismo desde 2012 se acostumbró a vivir con la inflación en particular en 2014 y 2015. También el macrismo desde 2018 en adelante. Hace más de cuatro años que la licuadora de pesos funciona a una velocidad del 40 al  50% anual y si la macro sigue tan descontrolada como hasta ahora y la lluvia de pesos no se frena, la inflación podría situarse en un rango superior a esos valores.

Panorama fiscal

◆ El Banco Central giró la semana pasada $90.000 millones al Tesoro Nacional para cubrir necesidades financieras, según datos de la autoridad monetaria.
◆ El organismo que preside Miguel Pesce transfirió al Tesoro unos $330.000 millones durante el primer semestre del año, un 20% más en la comparación interanual.
◆ Esos giros representan 0,8% del PBI.
◆ El Palacio de Hacienda logró bajar el déficit fiscal entre enero y mayo últimos, a partir de mayores ingresos a las arcas del Estado Nacional y la licuación del gasto social por la inflación.
◆ El déficit primario acumulado ascendió al 0,1% del PBI en el primer semestre.

*Periodista.