Es posible estimar que, aproximadamente, 217 mil niños, niñas y adolescentes (NNA) de nuestro país vivían, en el año 2020, en un hogar donde algún miembro de la familia se encontraba encarcelado/a. Esta cifra asciende a, aproximadamente, 700 mil NNA cuando también se tienen en cuenta a aquellos/as NNA que pasaron por esta situación en algún momento anterior al relevamiento. En 2011, el Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas emitió una serie de conclusiones y recomendaciones específicas sobre la situación de “los hijos de las personas encarceladas” (o Nnapes –Niños, Niñas y Adolescentes con Padres Encarcelados–). Una de las cuestiones que se resaltaron en aquel momento fue la falta de información y conocimiento general sobre el tema.
Fue en base a esto que, desde Church World Service (CWS), comenzamos a liderar y apoyar diferentes iniciativas para visibilizar el tema y, sobre todo, para que las voces de los niños, las niñas y sus cuidadoras, hasta entonces desconocidas, comenzaran a ser escuchadas.
A partir de la producción de investigaciones cualitativas y cuantitativas, como las realizadas conjuntamente entre el Observatorio de la Deuda Social Argentina y CWS, pudimos confirmar que el encarcelamiento de una persona adulta impacta en la vida de los niños, niñas y adolescentes que viven en ese hogar. Justamente, el último informe que publicamos no solo permitió confirmar que los Nnapes se encuentran entre los NNA más pobres del país, sino que, adicionalmente, y en comparación con otras poblaciones que experimentaron esta situación en un tiempo anterior y con otras que nunca estuvieron en dicha situación pero que son vulnerables en términos de indicadores de pobreza, los Nnapes cargan con mayores desventajas en sus condiciones de vida, configuraciones familiares, trayectorias educativas y propensión al trabajo infantil, entre otros.
Más específicamente, tienen mayores chances de pertenecer a un hogar monoparental en el que un/a solo/a adulto/a de referencia asume roles de reproducción, la carga de las tareas domésticas y lleva adelante las estrategias de sobrevivencia. Los Nnapes tienen, además, un 75% más de probabilidad de registrar déficits en sus trayectorias educativas que pares que nunca tuvieron a sus adultos/as de referencia encarcelados/as y que viven en igual situación de pobreza. Asimismo, tienen un 42% más de probabilidad de tener que realizar trabajos domésticos intensivos y/o en el mercado de trabajo.
Estos son apenas algunos datos que revelan la especial vulnerabilidad de estos/as niños, niñas y adolescentes y que no hacen más que reafirmar que es urgente y necesario que las características y necesidades específicas de este colectivo sean tenidas en cuenta en la planificación e implementación de políticas públicas dirigidas hacia ellas y ellos. Es de suma importancia que los organismos estatales comiencen a producir información cuantitativa y cualitativa sobre la realidad de estos niños, niñas y adolescentes y que todos los profesionales que entran en contacto con ellos y ellas de distintos ámbitos (educación, salud, justicia, seguridad, cultura, deportes, etc.) estén capacitados/as y dispongan de las herramientas para identificar y atender esta problemática.
Mientras continuamos trabajando para ayudar a que esto ocurra, reiteramos que los Nnapes son inocentes, no han cometido ningún delito y tienen los mismos derechos a crecer y desarrollarse integralmente que cualquier otro niño o niña y que la pena impuesta a uno de sus adultos referentes no debe impactar en sus vidas, acrecentar las vulnerabilidades a las que se enfrentan ni interferir en el ejercicio pleno de sus derechos.
*Investigadora Responsable del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA-UCA).
**Oficial de Programas de Protección de los Derechos de la Niñez - Oficina regional para América Latina y el Caribe de Church World Service (CWS) .
Producción: Silvina Márquez.