La foto que eligió para su perfil de Grindr –una red social de citas de la comunidad LGBTQ– fue, durante un largo tiempo, una de las pocas pistas que los investigadores tuvieron de un asesino despiadado: un joven de unos 24 años que en la primera cita asesinó de cincuenta puñaladas a un ingeniero informático puertorriqueño que vivía en un edificio de la zona de Carabanchel, en la ciudad de Madrid, España.
La imagen de su cuenta era real porque coincidía con los registros de las cámaras de seguridad del edificio de la calle Alejandro Sánchez, que tomaron la llegada y la salida de un joven que no era habitué de la zona. Cuando finalmente consiguieron identificarlo corroboraron que el principal sospechoso era de nacionalidad argentina y que había abandonado España pocas horas después de haber matado a Najuzaith Zahell Diaz (35).
El rostro de Julián Ovejero (27) comenzó a aparecer en los principales aeropuertos y en la página de Interpol, donde están las personas más buscadas del mundo. Sin embargo, los detectives tardaron más de tres años en detenerlo. Y eso que estaba escondido en el lugar más lógico de todos: Tucumán, su provincia natal.
El argentino, que no tardó en ganarse el mote del “Asesino de Grindr”, estaba viviendo en el barrio Juan XXIII, en la ciudad capital de San Miguel de Tucumán. Lo arrestaron el 3 de septiembre pasado cuando salía de la casa de su mamá.
Para los investigadores es evidente que Ovejero se había relajado más de la cuenta en los últimos meses. Casi que había vuelto a rehacer su vida como si nada hubiese pasado: estaba en pareja y visitaba a sus familiares con bastante regularidad. Probablemente entendió que al encontrarse tan lejos de España ya nadie lo estaría buscando. De todos modos, seguía viviendo en la informalidad: no tenía trabajo legal ni cuentas bancarias, lo cual también dificultaba la búsqueda.
Desde que lo capturaron, el asesino de Grindr no volvió a salir a la calle. Lleva más de un mes encerrado y las posibilidades de continuar en la misma situación son muy altas. Por esto, la estrategia de su abogado defensor no pasa tanto por demostrar su inocencia sino por evitar la extradición y conseguir que no sea juzgado en España sino en nuestro país.
No será fácil. En las últimas horas, Ovejero sufrió el primer revés judicial: el juez federal Fernando Poviña, a cargo del Juzgado N° 2 de Tucumán, hizo lugar al pedido de extradición solicitado por el Juzgado de Instrucción N° 33 de Madrid.
El magistrado argentino argumentó que la solicitud formulada por el Estado español reúne los requisitos establecidos en el tratado de cooperación entre España y Argentina.
Sin embargo, el acusado no pierde la esperanza de escapar de los jueces españoles. Ya en la indagatoria dijo que deseaba seguir viviendo en Argentina porque está cerca de su familia, mientras que su defensor expuso que en España “no está garantizada la realización de un juicio justo”.
Sobre este pedido, el juez Poviña respondió que “esta opción se encuentra contemplada en el Artículo 7 Inc. 1 del Tratado de Extradición y Asistencia Judicial en Materia Penal entre Argentina y el Reino España, en virtud de la cual resulta potestativo para ambos Estados entregar o no a sus nacionales, lo que deberá ser resuelto por el Poder Ejecutivo Nacional”.
Según fuentes judiciales, el acusado tuvo la chance de aportar pruebas para evitar el proceso, pero no acercó nada.
El crimen. Najuzaith Zahell fue asesinado a puñaladas el 22 de febrero de 2018, aunque el asesinato recién se descubriría dos días después.
El cuerpo de Naju, como le decían sus amigos, estaba en la cama de su habitación. Presentaba cerca de cincuenta heridas cortantes. Lo primero que advirtieron los investigadores es que el asesino no solo se había llevado el arma homicida sino que además le robó el celular a su víctima para dificultar la investigación.
El aparato fue hallado días después. Fue otra de las claves para lograr la identificación del supuesto autor. En la galería de fotos del teléfono encontraron una imagen del hombre con el que supuestamente se había encontrado el día del crimen.
Naju y Ovejero, que estudiaba la carrera de interpretación en España, se habían conocido por la red social de Grindr. Después de un intercambio de mensajes acordaron encontrarse en el departamento del ingeniero informático de 35 años.
Con el nombre del sospechoso, los investigadores allanaron el lugar donde residía y obtuvieron un registro de ADN que coincidió con una muestra genética que habían obtenido en la escena del crimen. Para los investigadores, no hay duda de que Ovejero es el autor del crimen.
Su nueva vida
Los investigadores determinaron que Julián Ovejero abandonó España poco después de cometer el crimen. Lo hizo en un vuelo que lo llevó hasta la ciudad de Lima, en Perú. En agosto pasado, y con la colaboración de agentes de la Policía Federal Argentina (PFA), los detectives comenzaron a investigar una pista que ubicaba al sospechoso en la zona de La Bombilla, en San Miguel de Tucumán. Sabían que estaba en Argentina porque había registros de su reingreso al país en Migraciones. La información detallaba que estaba en pareja y que incluso prácticamente no se ocultaba. Ovejero no tenía un trabajo formal pero aparentemente ofrecía servicios sexuales.
Un mes después los pesquisas certificaron que el dato era cierto: Julián Ovejero estaba viviendo en Argentina, cerca de su familia, y buscando dejar atrás un pasado oscuro.