La nena de tan sólo siete años que apareció muerta ayer en un arroyo con golpes y quemaduras en el 50 por ciento de su cuerpo, y que tiene como principales sospechosos a su propia madre y su pareja, estaba envuelta en un verdadero drama familiar.
Desde el inicio de la investigación, el foco estuvo puesto en el círculo más íntimo de la víctima, ya que si bien la menor estaba desaparecida desde el sábado, su madre, Beatriz Silvana Lafuente, realizó la denuncia 38 horas después.
Según el testimonio de los vecinos, la nena era “constantemente maltratada con golpes de puño por parte de su progenitora”. Pero Priscila no siempre vivió con Lafuente. Al poco tiempo de nacer, sus padres se separaron y la menor vivió hasta hace dos meses con su padre biológico en el partido de Lanús.
“En noviembre, la mamá de Priscila logró quitarle la tenencia a su expareja y la llevó a vivir con ella”, confió una fuente de la investigación al diario Clarín. Durante el tiempo que vivió con su papá biológico, Priscila no fue inscripta en el Registro Nacional de las Personas, ni tampoco asistió a la escuela.
Un dato llama la atención de los investigadores: la fecha en la que Priscila se fue a vivir con su mamá coincide con la muerte de su hermanastro -hijo de Lafuente y su actual pareja, Pablo Verón Visconti- más chico. El bebé de tan sólo cuatro meses murió por asfixia -obstrucción de leche en la tráquea- según pudo determinar la autopsia.
Desde entonces, Priscila se fue a vivir al barrio Las Manzanas de Berazategui con su mamá, su padrastro, tres hermanastros y otros cinco hermanos más, algunos de ellos adolescentes también con hijos. Los vecinos del barrio definían a la familia como “enorme, con gente que iba y venía”. “Ponían música fuerte para tapar los gritos. Se escuchaban insultos y amenazas” señaló un vecino al portal Infojus Noticias.
Según contaron los habitantes del barrio, el trato con Priscila era “peor que con cualquiera” por parte de su madre. “La mayor parte del tiempo la mantenía encerrada en su casa. Debe haber salido un par de veces nada más”, señaló un hombre que vivía enfrente.
Plan macabro. Según reveló la autopsia, Priscila Lafuente murió por una brutal golpiza que le causó un fuerte traumatismo de cráneo.T ambién se encontraron quemaduras pos mortem en su cuerpo, que tal como creen los investigadores, habría sido incinerada en la parrilla de su casa, donde encontraron cenizas y pelos quemados.
Poco tiempo después de que se encontró el cuerpo de la menor, Beatriz Lafuente, declaró ante la DDI de Quilmes la confesión del crimen.
“Había golpeado a la menor y al despertar al otro día constató que se encontraba sin vida, por lo cual decidió llevarla a una parrilla que se encuentra en los fondos de la vivienda, rociarla con kerosene y prenderla fuego, colocándola posteriormente en una bolsa y arrojándola al arroyo”, dice el informe policial que no tiene validez judicial.
La prueba fundamental que involucra a la mamá y al padrastro es una filmación de una de las cámaras de seguridad de una estación de servicio que da al lugar donde fue hallado el cuerpo donde se los ve a ambos junto a dos de sus hijos cargando un bebé y un carrito tapado con una manta.
Sumado a esta prueba, la confesión policial fue suficiente para que el fiscal encargado de la investigación, Carlos Riera, ordenara la detención de Lafuente y su pareja: ella acusada del delito de homicidio calificado agravado por el vínculo y él por encubrimiento.