“Mi mejor amiga es la más hermosa”. El posteo de Grecia A.C. en su cuenta de Facebook no es una simple declaración de amor. Es un poco más que eso. La joven estudiante universitaria de la UBA aparece sonriente y abrazada a Angélica H.M., la promotora que hace dos semanas fue demorada junto a ella, acusada de comercializar drogas sintéticas en un edificio del barrio de Recoleta.
Angie y Grecia tienen la misma edad: 24 años. Nacieron en Perú, se radicaron en la Ciudad de Buenos Aires y dos años después de haber llegado al país obtuvieron la doble nacionalidad. Grecia llegó a la Argentina con la excusa de estudiar. Y, al igual que su hermano Daniel, se anotó en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Angie no estudia, pero trabaja de promotora en distintos boliches porteños.
La relación entre ellas lleva varios años: fueron compañeras de colegio en Perú, aunque egresaron en 2011 en divisiones distintas. Angie en 5º A y Grecia 5º B.
Las “mejores amigas” están acusadas de vender pastillas de éxtasis y popper, una droga psicoactiva que se inhala y en pocos minutos produce un estado de euforia y excitación sexual. Además, es altamente tóxica conjugada con otras drogas.
En el allanamiento, realizado por la Dirección de Lucha contra el Tráfico y la Venta Ilegal de Drogas de la Policía de la Ciudad, se secuestraron 198 pastillas de éxtasis de diferentes formas. Entre ellas “cup cake”, “camioneta”, “honguito” y “osito”. Además, incautaron 200 gramos de flores de marihuana “krispy”, un tipo de cannabis alterado genéticamente y que es más potente, y una bolsa Ziploc con un gramo de pastillas picadas.
Por si esto fuera poco, los policías se llevaron del lugar jeringas, bolsas, frascos y balanzas que presuntamente utilizaban para el fraccionamiento de las sustancias. Las drogas sintéticas, el dinero en efectivo –10.445 pesos y 901 dólares– y los precursores fueron exhibidos en la mesa del comedor del departamento que las jóvenes alquilan.
Angie y Grecia viven en un departamento de la avenida Córdoba al 2300, frente al Hospital de Clínicas y a metros de las facultades de Medicina y Ciencias Económicas.
Sus vecinos fueron los que advirtieron sobre la presunta maniobra delictiva, cuando aparentemente las chicas comenzaron a vender en su propio domicilio. Los clientes las contactaban por WhatsApp, pero pasaban a retirar las drogas por el lugar, lo que generó ciertas confusiones. Algunos le pifiaban al piso cuando tocaban el portero eléctrico y preguntaban por ellas a otros residentes.
Para los pesquisas, el negocio “se les fue de las manos”. Según los datos recabados, recibían a los consumidores en el palier, a la vista de todos los vecinos. La operación era rápida, pero la reiteración comenzó a generar molestias en el edificio.
Encima, las mujeres habrían dejado de responder los pedidos por WhatsApp, y los adictos más habituales fueron personalmente a buscar la droga sin haber concertado un encuentro, como hacían antes.
Lo que se sospecha es que las chicas vendían en boliches y recitales en la Costanera Norte, pero también les proveían las drogas a otros dealers. Las fuentes aseguraron que eran mayoristas, pero también “vendían por su cuenta”.En la calle. Las acusadas fueron indagadas por la jueza en lo Penal Contravencional y de Faltas N° 29, María del Pilar Avalos, quien resolvió liberarlas. Cuando las detuvieron, salieron esposadas del edificio y fueron trasladadas en el mismo móvil hasta la Oficina Central de Identificación (OCI). Como la causa está bajo secreto de sumario (ver aparte), los investigadores no dejaron trascender mayores detalles. “Lo más probable es que las jóvenes hayan aportado información sensible para el avance de la investigación, y por esa razón fueron beneficiadas”, especuló un vocero policial consultado por este diario.
“Les tomaron declaración y el juzgado no ordenó sus detenciones, lo que no quiere decir que sean inocentes”, amplió otra fuente.
PERFIL contactó a las jóvenes acusadas de narcos, pero hasta el cierre de la presente edición ninguna de ellas había respondido las consultas.
La investigación demandó más de dos meses e incluyó, entre otras cosas, seguimientos y tareas encubiertas. Las chicas estaban acompañadas por dos jóvenes cuando los policías irrumpieron en el departamento, pero como los investigadores no hallaron elementos contra quienes estaban con ellas, fueron identificados y liberados automáticamente.
Por estas horas, los detectives buscan determinar cuántas personas podrían estar involucradas en la venta, si las chicas eran extorsionadas por narcos más pesados y, lógicamente, quién o quiénes proveían la droga a las “superpoderosas”, como las bautizó la Policía de la Ciudad en la gacetilla que enviaron a la prensa.
Quienes son
Angie H.M. y Grecia A.C. tienen 24 años y son de nacionalidad peruana.
Las dos amigas fueron detenidas a fines de julio pasado en el segundo piso de un edificio de avenida Córdoba al 2300, en el barrio porteño de Recoleta.
En el interior del departamento secuestraron 198 pastillas de éxtasis de diferentes formas, 10 mil pesos y 900 dólares.
Se las acusa de vender en el edificio pero también en boliches y recitales.
Secreto de sumario
Angie y Grecia fueron detenidas hace dos semanas. Salieron esposadas del departamento de la avenida Córdoba al 2300, en pleno barrio porteño de Recoleta, porque el resultado del operativo había sido positivo.
Los siete agentes de la División de Lucha contra el Tráfico y la Venta Ilegal de Drogas de la Policía de la Ciudad que rompieron la puerta del departamento e ingresaron al grito de “policía, policía, todos al piso” encontraron muchas evidencias: bolsas tipo Ziploc con pastillas de distintas formas y colores. También una gran cantidad de dinero que, suponen los investigadores, sería parte de la recaudación.
Las pruebas son importantes y confirman una investigación que demandó cerca de dos meses. Por eso, y para evitar filtraciones, la causa está bajo secreto de sumario pese a que las dos jóvenes detenidas fueron puestas en libertad.