La "pena de muerte" duró apenas unos segundos. Tan rápido fue todo que algunos ocasionales transeúntes casi ni se dieron cuenta de que a pocos metros estaban ejecutado a un hombre en pleno barrio de Abasto. Fue ayer, poco ante de la medianoche en la esquina de Valentín Gómez y Jean Jaurès, una esquina que a esa hora no registraba mucho movimiento, de manera que no llamó la atención el vehículo gris que se detuvo no muy lejos de la esquina. Dos hombres bajaron del mismo y caminaron por Valentín Gómez, hasta cruzarse con su "condenado", que venía caminando por Jean Jaurès. No se escucharon más que balazos, con una frialdad de claro estilo sicario lo abatieron de varios disparos, de hecho se escucharon cerca de 10 tiros, aunque alguno habría sido de la víctima en su desesperado intento por tratar de evitar lo inevitable.
Consumado el asesinato, los delincuentes volvieron al auto gris, subieron, el vehículo se perdió rápidamente en las oscuras calles del Abasto y recién entonces algunos vecinos atinaron a reaccionar para ver "que había pasado".
En la esquina, muy cerca de un kiosko de diarios y revistas, el hombre baleado se desangraba en sus estertores, hubo gritos, llegaron algunos policías desde la cercana Corrientes respondiendo a los llamados, y aunque las ambulancias del SAME aparecieron con su reconocida celeridad, los médicos apenas pudieron constatar que el hombre ya había muerto. Sus datos no se informaron, solo trascendió que tenía alrededor de 30 años y se trataría de un extranjero.
Sobre el automóvil utilizado por los sicarios, algunos lo identificaron como "un Volkswagen de color gris", pero los datos no iban más allá de conjeturas, se especulaba que alguna cámara de los edificios de la zona pudiera aportar algún dato más certero a los policías de la Comisaría 9a., encargados junto a la fiscalía de turno de empezar a investigar esa explicita ejecución en pleno corazón porteño