POLICIA
tres casos que tuvieron condenas, pero no respuestas

Juicio sin cuerpo: cuando la verdad depende de la confesión de un asesino

La familia de Daiana Garnica sintió “alivio” cuando el tribunal condenó, esta semana, a perpetua a Darío Suárez por la desaparición y homicidio de la adolescente de 17 años. Pero les quedó un “sabor amargo”, porque el acusado no confesó lo que hizo con la joven tucumana. Rosa lleva treinta años esperando que un expolicía diga dónde está el cuerpo de su hijo Miguel Bru. La hija de Érica Soriano no pierde la fe de conocer qué pasó con su mamá.

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Familias. La hija de Érica Soriano, la hermana de Daiana Garnica y la madre de Miguel Bru esperan que los asesinos de sus familiares confiese qué hizo con ellos para tener “la historia completa”. | familia soriano/familia garnica/asociación miguel bru

Una parte de la verdad se resolvió ese día en el que un tribunal de Justicia determinaba la responsabilidad de un acusado por la desaparición y muerte de una víctima. Pero la otra mitad de la historia, para muchas familias, sigue sin respuesta. No saben qué fue lo que pasó con esa hija, hijo, hermana o madre. Para ellos, poder completar el rompecabezas depende de la confesión del homicida. Miguel Bru, Érica Soriano y Daiana Garnica son tres casos en los que se llegó a una condena en ausencia del cuerpo, y sus familias afrontan el paso del tiempo sin poder cerrar el duelo.

Sonia Garnica escuchó, el martes último junto con su familia, cuando los jueces condenaron a perpetua a Darío Javier Suárez (45) por la desaparición y el femicidio de su hermana adolescente Daiana (17). Sintió alivio, pero la satisfacción no fue completa porque lo que ellos también esperaban era que el femicida (que era un vecino de su confianza) confesara lo que había hecho con Daiana y saber dónde está. “Mi hermana Eliana fue la encargada de hablar en el momento de las últimas palabras. Lo miró a Darío y le imploró, le rogó que hablara, que nos dijera qué hizo con Daiana”, cuenta a PERFIL Sonia. 

“Seis años esperamos este momento del juicio, teníamos la esperanza de que fuera condenado, pero también de que hablara”, destaca Sonia y sigue: “Muchas personas trabajaron para que se sepa la verdad, desde fiscalía, abogados, profesionales. Estoy muy conforme con la Justicia, pero te queda ese sabor amargo de que tanto trabajo para saber y no lograr la respuesta. Llevamos muchos años de no saber si está viva o muerta, pero después de la condena se puede decir que se siente un poco de alivio. Alivio de que no está en la calle haciendo su vida como si nada”.

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Ayer se cumplieron seis años de la desaparición de Daiana. La joven salió de su casa en el asentamiento Alderetes en Tucumán después de las 19 para encontrarse con Suárez. El hombre se había contactado con ella por WhatsApp y le había pedido que lo acompañara a comprar un regalo, pero le pidió insistentemente que borre los mensajes y que no lo dijera nada a la familia de la chica que iba a estar con él. Es que supuestamente esa compra se trataba de una sorpresa para su madre. 

Daiana no le hizo caso, le avisó a su madre, salió de su casa y dejó el celular cargando. Ese aparato se convertiría, luego, en una de las pruebas más fuertes contra el ahora condenado porque lo ubicaban como la última persona que había visto con vida a Daiana. 

El caso de Érica Soriano (30) es otro femicidio que tiene ribetes parecidos al de Daiana. La joven desapareció en agosto de 2010 en el partido bonaerense de Lanús. Lo último que se supo de ella fue que tenía una consulta médica por un incipiente embarazo y que se iba a reunir a almorzar con su familia, pero nunca llegó. 

Después de una larga lucha, en 2018, la familia pudo escuchar el veredicto condenatorio contra Daniel Lagostena, entonces pareja de Érica. “Siento que se hizo la justicia que se pudo. Todos lloramos de emoción cuando escuchamos la sentencia, porque al no tener un cuerpo y menos una confesión, era difícil de creer que lo condenaran”, relata a este diario Florencia, la hija de Érica, quien al momento de la desaparición de su mamá tenía 11 años. Y agrega: “Obviamente hay algo que no se cerró del todo, todavía hay una necesidad de saber qué fue lo que pasó, y no pierdo la fe de que en algún momento se sepa”. 

“Cuando dependés de una persona, como es el caso de Daniel, para que te digan qué pasó, te queda una sensación incompleta. Sobre todo porque nunca encontramos el cuerpo que nos permita saber a ciencia cierta qué pasó, qué es lo que hizo y qué lo llevó a hacer lo que hizo. Más allá de que nosotros tenemos nuestras propias conjeturas, no tenemos la certeza ni la palabra del asesino. Te queda ese sabor agridulce de no cerrar la historia completa”, agrega Luciano, hermano de Érica. 

Rosa lleva casi 30 años detrás de la pista que la lleve a saber dónde está el cuerpo de su hijo, Miguel Bru (23), primer desaparecido en democracia. Por el secuestro y asesinato del estudiante de periodismo en La Plata fueron condenados a perpetua dos policías: el exsubcomisario Walter Abrigo (murió en prisión) y Justo López. La mujer le ofreció a este último el beneficio de una libertad extraordinaria a cambio de que colabore con la Justicia e indique qué pasó con el cuerpo del joven. 

“Pero ni así habla. Los presos que llaman a la Asociación Miguel Bru cuentan los días para salir, y él tiene la libertad aceptada y firmada, pero no dice dónde está Miguel. Prefiere estar preso antes que decir la verdad”, se lamenta Rosa. “Pasaron 30 años y uno me diría ‘ya está’, pero para nosotros no está nada. Tenemos el ejemplo de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, que ellas no se resignaron y siguieron buscando a pesar de los años. Yo no me resigno. Vamos a llegar a la verdad”.

 

“Todo sería distinto si hubiera un cajón”

“El juicio es un paso importante, pero hay que entender que la víctima no está, y uno quiere saber dónde está, tener la prueba concreta. Cuando falleció mi sobrina, lo primero que miré fue el cajón, con todo lo simbólico y cultural que conlleva, y pensé fue ‘tiene un cajón’. Todo hubiese sido distinto si Miguel hubiese tenido un cajón, si la Policía lo hubiese baleado y me decían que estaba robando…; ahí había una justificación. Pero también tendríamos un cajón, una sepultura y un lugar donde llevar flores. Tendríamos adónde ir, no dónde buscar.”

Rosa Schonfeld no pierde la esperanza de llegar a la verdad completa. Desde 1993, cuando desapareció su hijo, se realizaron, según sus cómputos, 38 allanamientos en busca del cuerpo de Miguel. “Siempre me parecieron datos confiables y tenía esa sensación de que este va a ser”, relata la mujer que presenció todos los operativos, pero resultaron negativos. En la actualidad, la Justicia está tras una nueva pista.

 

Casos incompletos

Érica Soriano (30) desapareció en 2010 en Buenos Aires. Tenía una hija y estaba embarazada. Su pareja Daniel Lagostena fue condenado por el femicidio en 2018. 

Daiana Garnica (17) desapareció hace seis años en Tucumán. Esta semana condenaron a perpetua a Darío Suárez, una persona de confianza de la familia, como su homicida.

Miguel Bru, un joven estudiante de periodismo, es llevado detenido a la comisaría 9na de La Plata en 1993. Lo torturaron, lo mataron e hicieron desaparecer el cuerpo. “Creo que nosotros vamos a llegar a la verdad”, dijo su mamá.