El piso del departamento está todo lleno de sangre. Ella grita y los vecinos llaman a la policía. Su ex pareja la atacó a mazazos, pero “no pudo” con ella. Fátima Aparicio luchó desde el primer día de su recuperación que incluyó 15 días en coma hasta que, finalmente esta semana, escuchó la sentencia en contra de su agresor. “Quería que viera que conmigo no pudo”, le cuenta a PERFIL la mujer.
Luis Rondón atacó con una maza de albañil a Fátima en mayo de 2019 en su departamento de Tucumán. La mujer había entrado a bañarse y su agresor salió de atrás de la cortina. Ella gritó y le pidió ayuda a los vecinos pero Rondón la atrapó y la arrastró al interior de la casa. La golpeó con una maza en la cabeza hasta casi matarla.
“Mi recuperación fue muy lenta. Estuve 15 días en coma y un mes en sala común del hospital. Después tuve tres meses de recuperación en mi departamento. Fue muy doloroso”, recuerda en diálogo con este diario. “Me raparon y cada vez que veía mi frente, estaba y aún está, llena de cicatrices. Ahora tengo el cabello un poco más largo y me cubre parte de las marcas”.
Pero, tal vez, las heridas más profundas en lo anímico comenzaron a sanarse desde el último jueves. Ese día Rondón fue condenado a 15 años de prisión por intento de femicidio. Le dieron la pena máxima. De nada sirvió su pedido de disculpas ni asegurar que no había querido matarla en sus últimas palabras ante el tribunal.
“Las imágenes de mi departamento hablan muchísimo. No puede decir que solo fue un golpe o que su intención no fue matarme. Incluso los testigos recuerdan que en ningún momento mostró arrepentimiento, sino todo lo contrario, salió esposado riéndose”, destaca Fátima.
El alivio de la sentencia. “No me esperaba la máxima, porque la fiscal unos días antes del comienzo del debate oral, iba a solicitar el cambio de calificación. Intentaba bajar de intento de femicidio a lesiones graves, y pedir 4 años. Nos manifestamos ante la fiscalía cuando nos enteramos de esta situación porque lo considerábamos una atrocidad”, relata la que consideró una de las primeras batallas ganadas. “Desde el primer momento que salí del hospital, me ocupe de todo lo que correspondía al caso y lo que conseguimos fue un logro inexplicable”.
Fátima todavía padece las secuelas de la bestial agresión que sufrió. “Aún tengo estrés post traumático, hace casi diez días que no puedo trabajar en el call center por esto. A veces no tengo ganas de levantarme de la cama y me deprimo. Sufro cefaleas constantes y pérdida de memoria a corto plazo”, enumera la mujer.
Fátima tiene la contención de su entorno para sobrellevar los obstáculos que se le presentan en su vida cotidiana. “Mis hijos, mis hermanos y mi pareja, saben que tengo está perdida de memoria, me ayudan cuando no recuerdo algo o me pierdo en alguna conversación. Mientras que en mi trabajo, mi supervisor me ayuda muchísimo, me manda los procedimientos que necesito. El y mis compañeros me van guiando como puedo resolver los problemas que se presentan en el trabajo”.
Fátima agradeció el trabajo de su abogada Monica Perez y el presidente del cuerpo de abogados para víctimas de violencia hacia la mujer que pertenece a la secretaría de Derechos Humanos de Tucumán.