Desde la primera ola de asaltos a alumnos que tuvo el barrio porteño de Recoleta en 2011, Nicolás tenía instrucciones precisas: volver de la escuela siempre en grupo, no demorarse y, en caso de ser asaltado, entregar todo sin protestar.
Tuvo la oportunidad de aplicar el último consejo cuando después de clases se le acercó un joven, no mucho más grande que él, y le dijo: "Dame todo o te pego un tiro".
Lo que le pasó a Nicolás no es un caso aislado. Según la Asociación Barrio de Recoleta, que elabora el mapa del delito de la zona, se registró una suba del 50% en la cantidad de robos a estudiantes a la salida del colegio en los últimos dos meses.
"En el momento actuó con tranquilidad, no se resistió y no hubo problemas, pero cuando llegó a casa se angustió mucho", recuerda a Diario PERFIL Alfredo, padre de Nicolás. Lo llamativo de este caso es que el robo ocurrió mientras el chico caminaba, como lo hacen diariamente muchos de sus compañeros de séptimo grado, en uno de los llamados "senderos seguros", un instrumento ideado por el Gobierno porteño para prevenir justamente este tipo de delitos.
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