
A poco de cumplirse
el primer aniversario del denominado “Robo del Siglo”, en el que un
grupo de asaltantes arremetió contra la
sucursal Acassuso del Banco Río, la fiscalía elevó
un pedido de juicio oral para esa causa.
El equipo de fiscales que realizó la pesquisa sobre el robo, además, estableció de manera
oficial que
el botín robado fue de “al menos de ocho millones de dólares”, de los
cuales se recuperaron sólo uno y medio, es decir, un
18 por ciento del botín.
El requerimiento fue presentado hoy por los fiscales de San Isidro, Jorge Ariel Apolo,
Eduardo Vaiani, Duilio Cámpora y Fabián Brahim
contra los cinco procesados, de los cuales
solo tres están presos, uno en prisión domiciliaria y otro en libertad.
Los acusados. Los fiscales dieron por clausurada la instrucción y acusaron a los
cinco imputados por los delitos de
“robo doblemente calificado por el uso de armas y por ser cometido en lugar poblado y
en banda, en concurso real con privación ilegítima de la libertad agravada, tenencia ilegal de arma
de guerra y encubrimientos reiterados”.
Entre los acusados que actualmente cumplen prisión preventiva figuran el presunto líder de la
banda,
Luis Mario Vitette Sellanes, alias “Marito” o “Uruguayo”, de 51
años; Rubén Alberto de la Torre, alias “Beto”, de 52; y José Julián Zalloechevarría,
alias “el Gordo Julián”, de 49.
En tanto, pese a la oposición de los fiscales, Fernando Araujo, de 38 años, está bajo el
régimen de la
prisión domiciliaria y Sebastián Norberto García Bolster, alias
“Marciano” o “el Ingeniero”, también de 38, está en libertad con el régimen
de la
prisión preventiva morigerada.
Si bien se llegó a hablar de un botín que podía ascender a los
15 millones de dólares, en el requerimiento, los fiscales afirmaron que de las 145 cajas de
seguridad saqueadas, los ladrones se apoderaron de “
dinero en efectivo por un importe estimado, hasta ahora, en al menos ocho millones de
dólares”.
El fiscal Apolo aseguró que “de ese dinero se recuperó
sólo el 18 por ciento, alrededor de un millón y medio de dólares que fueron secuestrados a
los imputados cuando fueron detenidos o en posteriores allanamientos”. Además, el
fiscal de Martínez agregó que se recuperaron “cinco kilos de las joyas robadas y cinco
automóviles y un departamento que habían comprado los acusados con el botín”.
Cronología del robo. Al describir el hecho, los fiscales puntualizaron
que el robo comenzó a las 12.38 del 13 de enero cuando dos hombres, bautizados como el de
“traje gris” (Vitette) y “el de camisa blanca” (que aún no fue identificado
y se encuentra prófugo) accedieron al garage del banco en un Ford Escort robado.
Pocos minutos después, por la puerta de acceso al banco situado en la esquina de avenida Del
Libertador y Perú de Acassuso, “el falso médico” (Alberto de la Torre) y el de
“camisa salmón” –los fiscales consideran que se trata de su hijo Gastón de la
Torre, nunca detenido por el caso–, irrumpieron armados al grito de “¡todos al
piso!”.
El “quinto hombre” con gorra (Araujo), que llegó en otro auto robado –un
Volkswagen Gol que dejó abandonado en la calle Perú–, fue el último en entrar y el encargado
de cerrar la puerta. De esta manera, los asaltantes obligaron a salir de la caseta de seguridad al
policía Walter Serrano, lo desarmaron, se apoderaron de su equipo Nextel y lo liberaron.
“Hace dos semanas que estoy en la calle después de 15 años de estar guardado, vos
manejá el comité de crisis. No quiero que nadie dispare. Sacame la gente que tenés en el techo
porque te quemo un rehén en vivo y en directo”, fue la amenaza del “hombre de
traje gris” –que se hacía llamar “Juan” según los fiscales– al
dialogar con el primer negociador.
Los
cinco delincuentes mantuvieron a una veintena de personas como rehenes, entre clientes y
empleados que, sumados a la jefa operativa y al contador de la sucursal, a quienes obligaron a
abrir el tesoro de donde robaron 600 mil pesos, según informó en su momento el mismo Banco
Río.
Aparentemente, a las 14 liberaron al vigilador privado del banco y diez minutos después a una
de las clientas. A las 15, “Juan” pidió pizzas y gaseosas y prometió liberar a todos.
Sin embargo, eso nunca ocurrió porque a más de cuatro horas de perder todo tipo de contacto, el
grupo Halcón irrumpió a las 19.30 pero
sólo se encontró con los 21 rehenes restantes, el tesoro abierto y 145 cajas de seguridad
saqueadas.
Al explicar la insólita fuga, los fiscales señalaron que detrás de un mueble ubicado en el
vestuario del personal de limpieza había un boquete de “50 por 30 centímetros y 1,80 metros
de profundidad” con artefactos similares a explosivos incrustados que conducía a un
“túnel”. Respecto al túnel, los abogados sostuvieron que desde allí accedió al banco
“otro malhechor” –García Bolster–, que tenía una distancia de diez metros y
se conectaba con el “canal aliviador pluvial que circula por debajo de la calle Perú”.
Allí, los ladrones construyeron "un dique de madera y metales que permitía mantener un caudal
de agua para transportarse por el mismo con dos gomones", explicaron los fiscales. Según el
requerimiento, por dicho canal pluvial los asaltantes "navegaron" en las embarcaciones hasta una
alcantarilla situada a 14 cuadras del banco, en Tres Sargentos y Libertad de Martínez, donde
"emergieron a la superficie" y "los aguardaba otra persona" en una camioneta con un agujero en
el fondo y un sistema de poleas para subir el botín.