Se suman tensiones entre la CGT oficialista y el propio Gobierno. El primero de los corcocircuitos se produjo cuando su líder, Antonio Caló, salió a apoyar la protesta de gendarmes y prefectos. Solidaridad que rapidamente retiró con la firma de una solicitada.
La presión por el dinero de las obras sociales sindicales, es otro de los temas, quye ya habían sido abordados por Hugo Moyano, titular de la ahora CGT disidente.
El detonate ahora fue la modificación del impuesto a las Ganancias. Trascendió que los sindicalistas darían un plazo de 40 días al Ejecutivo para que proceda a aumentar el mínimo no imponible y esta cuestión fue la que enfureció a Abal Medina, quien decidió cancelar la reunión, prevista para las 16 de ayer martes.
Los sindicalistas tienen una serie de reuniones en carpeta, entre ellas con Ricardo Echegaray, titular de la AFIP y con Carlos Tomada, ministro de Trabajo pero nada se ha concretado. Todos estos motivos hacen que reine el malestar en el seno de la conducción del metalúrgico.
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