06/06 - 17:00 - Esto surge de un ejemplar del diario “La Unión” publicado el 7 de noviembre de 1933 en Río Gallegos donde Carlos Kirchner, abuelo del ex presidente, con su hermano Claudio, encabezó la firma de una nota junto a un centenar de vecinos que se rebelaron contra el gobierno nacional por los altos impuestos que debían pagar. Se quejaron ante el entonces Ministro de Hacienda Dr Federico Pinedo. Como hoy, pero al revés.
Corría el año 1933 y mientras en Londres se firmaba el pacto Roca-Runcimán y en el país se desplegaba un imponente marco para las exequias de Irigoyen, el incipiente Río Gallegos con su escaso millar de pobladores sufría la presión impositiva que sus habitantes, junto con otros desperdigados en el interior, no estaban dispuestos a tolerar.
Por ese motivo un grupo de alrededor de 100 ciudadanos formalizaron una nota que el 4 de noviembre de ese año le enviaron al Ministro de Hacienda de la Nación, el Dr Federico Pinedo, en la cual le manifestaron la imposibilidad de seguir pagando impuestos. La nota, que para entonces constituía todo un acontecimiento rayano en la desobediencia fiscal, salió en el único vuelo que partía en esos años desde la Patagonia rumbo a la Capital Federal ( en honor a la verdad, en este último aspecto digamos que no hemos avanzado mucho).
Impuestos no
Carlos Kirchner, su hermano Claudio Kirchner y César Huerta encabezaron el listado de ciudadanos que le dijeron al funcionario nacional que estaban hartos de pagar impuestos confiscatorios mientras hacían patria en este alejado confín.
Tal cual se rescata del archivo histórico y que bien reflejara Mario Santillán, el 7 de noviembre de 1933 el entonces diario “La Unión” reproducía una extensa nota donde explicaba la decisión tomada por los pobladores.
Bajo el título “Los vecinos de Río Gallegos envían un Memorial al Ministro de Hacienda”, adelantaba la acción que remataba con un pensamiento popular de los habitantes de entonces “ya no es posible pagar tantos impuestos” recalcaba a renglón seguido.
En la bajada el diario expresaba “En el avión de mañana, firmado por numerosos vecinos, comerciantes, industriales y profesionales será remitido al Ministerio de hacienda un extens o Memorial”.
A cinco columnas en página 3 “La Unión” le daba al suceso una preponderancia inusual y destacaba con argumentaciones clara la decisión del grupo de vecinos entre los cuales mencionaba a Carlos y Claudio Kirchner, César Huerta, Antonio Adróver, Ángel Banciella, Severino Camporro, Laureano García, B.W Cook, Juan Pátterson, entre otros.
En el extenso cuerpo de la nota hay párrafos realmente significativos como el que vamos a transcribir a continuación que si lo trasladamos a la actualidad podría salir perfectamente de la pluma de la mesa de Enlaces del campo. Dice en un pasaje el “Memorial que enviaron los ciudadanos de Santa Cruz con Kirchner a la cabeza el 7 de noviembre de 1933:
“… lo que ahora destinamos al pago de los impuestos nacionales, ya no lo retraemos de la ganancias legítimas de los fondos que desearíamos destinar al mejor desenvolvimiento de nuestras actividades productoras, de los recursos que deberían ir a fomentar el progreso regional (…) síno que lo sacamos desde hace tiempo, de las sumas que debieran satisfacer nuestras primordiales necesidades…”
Otros pasajes del curioso documento señalan lo siguiente:
“Recurrimos en demanda de un tratamiento fiscal más benévolo, afectada profundamente nuestra economía por el régimen impositivo, nos ha hecho aceptar como obligación perentoria e inmodificable, la onerosa carga que ha venido gravitando cada vez más pesadamente, sobre nosotros”.
Entre las cuestiones que le planteaban al Ministro de Hacienda Francisco Pinedo se encuentra “la reducción que las Aduanas han hecho sobre el comercio “mientras fomentan el que se realiza a sus espaldas”.
Luego indican “Los impuestos internos son otra carga pesada y como si eso fuera poco los ganaderos este año tienen que abonar muchos más elevados cánones por los campos fiscales mientras que desaparece la posibilidad de vender los excedentes de las haciendas, reducidas a un límite mínimo con precios increíbles las matanzas en los frigoríficos”.
También como en esta época, allí cuando la región era considerada “territorio”, ya se vislumbraba la misma voracidad del Estado, por eso el abuelo y el tío abuelo de Néstor Kirchner le decían al Ministro Pinedo “Todos los correos traen notificaciones de pago y emplazamientos. Las oficinas destinadas a las recaudaciones de impuestos no reconocen derecho, no consideran situaciones, se limitan a exigir perentoriamente los pagos. No podemos pagar y nos obligan a ello”.
El diario “La Unión” al día siguiente se hizo eco de los efectos del petitorio firmado por los ciudadanos de Santa Cruz encabezados por Carlos y Claudio Kirchner y en su Editorial expresó “Nos halaga, repetimos, esa presentación que firmada por muchas personas, llevará impresa la lubricación de los vecinos, porque nadie, a no ser que cierre los ojos, puede ser opositor a lo que se afirma (….) ese petitorio debe ser sólo el preludio de la reacción territorial en contra de la política impositiva del gobierno que succiona sin miramientos los últimos restos de nuestra energía económica”.
Así queda claramente evidenciada la participación del abuelo y el tío abuelo de Néstor Kirchner, en esta suerte de rebelión impositiva que se vivió en Santa Cruz en 1933, cuando el Estado nacional desangraba a los ganaderos y comerciantes de estas regiones con impuestos confiscatorios.
Recordemos que el abuelo del ex presidente, Carlos Kirchner tuvo activa participación en los hechos históricos que cruzaron la Patagonia en 1921; fue más precisamente el encargado de la recolección de armas para la Guardia Blanca y Claudio el encargado de fotografiar los fusilamientos que hacía el Coronel Varela en las estancias de Santa Cruz cuando se produjo la huelga que lideró el chileno Soto.
Por lo tanto, tanto Carlos como Claudio Kirchner, su hermano y tío abuelo del ex presidente, fueron un eslabón importante en aquella gesta emancipadora emprendida por los estancieros ingleses que poblaban la Patagonia y de alguna manera colaboraron con los enviados de Hipólito Irigoyen para pacificar los campos santacruceños.
Después se revelaron contra el sistema impositivo nacional que secaba sus bolsillos. Hoy, un descendiente de aquellos “luchadores” dirige el país y son otros los que rememoran el mismo reclamo que llevó adelante su abuelo, solo que esta vez el que confisca y no entiende razones, es el nieto. (Agencia OPI santa Cruz)