Apenas Hugo Moyano anunciara la suspensión del paro de camioneros que había convocado para el lunes, fue notoria la distensión de funcionarios en la Casa de Gobierno y hasta pareció escucharse algunos suspiros de alivio, aunque también algunas quejas.
Después de 24 horas de tensión y gestiones reservadas, comenzó a quebrarse la tensión tras el silencio que ordenó la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. En una muestra de la preocupación oficial por lo que podía transformarse en el primer paro nacional al kirchnerismo, la mandataria esperó las palabras del sindicalista antes de iniciar un acto en Avellaneda.
Apenas Moyano terminó la conferencia ante los periodistas, Fernández de Kirchner -que había seguido atentamente la conferencia casi detrás del estrado que le habían preparado- apareció exultante ante el público. Aunque no fuera confirmado oficialmente, la jefa del Estado habría delegado en un funcionario de confianza el reunirse con el titular del Sindicato de Camioneros.
Según informó la agencia DyN, en ese encuentro se habría "acordado" que desde el Poder Ejecutivo dejaría en claro que ninguno de los Moyano está investigado por la justicia suiza, lo que se tradujo en un comunicado de la Cancillería sobre el llamado del embajador suizo al ministro de Relaciones Exteriores, Héctor Timerman, para aclarar los alcances del exhorto.
En segundo término, aunque la intención de la Casa Rosada siempre fue el levantamiento del paro, se dejaba a criterio de los gremialistas la movilización, si se decidía ratificar el paro, Moyano debía aclarar que la protesta no era contra el Gobierno ni contra Fernández.
A pesar del alivio, el Gobierno no quedó muy conforme: "No levanta el paro, Moyano quiere presionar a Cristina y por eso lo suspende nada más", advirtió un funcionario, que aclaró: "Es como decirnos 'Cuidado, ya ven que puedo y lo voy a hacer cuando quiera'".