Armamento, chalecos, fusiles. Todos con el sello “Hecho en la Argentina”. Si fuera una idea kirchnerista, podría ser denominado el plan “Armas para todos y todas”.
El Gobierno decidió avanzar con la reestructuración de Fabricaciones Militares, el organismo que se encarga de abastecer de material bélico a las Fuerzas Armadas y de seguridad, con el objetivo de, al menos, duplicar la cantidad de armas que se producen en el país.
Para ello, el Ministerio de Defensa encaró la firma de dos convenios: uno con la fábrica italiana de armas Beretta, y otro, que aún está en camino de firmarse, con una empresa de blindajes de EE.UU.
El objetivo: incrementar sustancialmente la fabricación para abastecer el mercado local, recambiar todos los fusiles de las FF.AA. y bajar los costos por unidad.
“Lo que conseguimos es un socio que aporta la tecnología. Y nosotros aportamos nuestra ventaja competitiva: una posición claramente dominante en el mercado como Estado”, explican en Defensa, cartera que conduce Julio Martínez.
El convenio con Beretta implica la transferencia de tecnología para que en las fábricas estatales se realice el ensamble, lavado y engrase de piezas; el grabado de serie; y la certificación de calidad.
Por ello, en estas semanas viajarán 15 funcionarios de Defensa a Italia para adentrarse en el sistema. Con esto, los costos bajarían a la mitad. Por caso, las pistolas 9 milímetros hoy en la calle rondan los US$ 1.100. Si Defensa quisiera realizar una licitación para comprarlas, el precio rondaría los US$ 850. Sin embargo, tras el acuerdo, el precio oscilará entre US$ 450 y 500. Con lo cual, tanto la Nación como las provincias, con sus policías locales, podrían abaratar costos. La meta física que estableció el macrismo es poder vender 20.
¿Qué ofrece el Gobierno a cambio? La posibilidad de ser una suerte de “agente” de Beretta por el cual si la fábrica italiana le vende armamento a un país limítrofe, el Gobierno actúa como vendedor asociado sin entrar en un conflicto que supondría que un Estado le venda a otro Estado armamento.
"Si queremos venderle, por ejemplo, a Uruguay, de eso se encarga Beretta y se realiza a un precio internacional. Así, generamos un ingreso para el Estado nacional y no hay un conflicto internacional”, explica una fuente del ministerio.
Quien lleva adelante el plan es el subsecretario de Producción para la Defensa, Héctor Lostri, quien se ocupó, desde la llegada del macrismo al poder, de intervenir en Fabricaciones Militares, un organismo que supo ser una suerte de “cueva” de negocios para La Cámpora y donde trabajan unas 2 mil personas.
Fusiles. Por otro lado, el Gobierno busca también recambiar los viejos Fal que tiene el Ejército por fusiles AXR200, los mismos que usa el ejército italiano. El Fal es un fusil viejo, pesa casi dos kilos más que los más nuevos y lleva menos municiones. La idea que barajan en el ministerio es poder recambiar en diez años todo el armamento de mano de las FF.AA.
Otro caso es el de las pistolas Px4 de 9 milímetros, las mismas que hoy tiene la Policía Metropolitana, las que usa el ejército de EE.UU. La meta: unos ocho mil fusiles por año.
Por otro lado, en Defensa explicaron que también están cerca de firmar con una empresa de blindajes de EE.UU. para construir chalecos antibalas. En especial, los RB2 Plus. La idea es poder abastecer de unos 200 mil chalecos por año. Parece ser un negocio rentable y con demanda internacional: cada cuatro años hay que cambiarlos. En este caso, la idea es poder vender chalecos con geoposicionador (para saber dónde está cada efectivo) y hasta un código QR donde estén los datos principales de la persona (sangre, rango, historia clínica). Hoy se producen unos 15 mil chalecos por mes.