"Nunca me hicieron un reportaje tan largo", le dijo Danilo Astori al director del Diario Perfil. Habló de todos los temas, especialmente la complicada relación que Uruguay mantiene con la Argentina por Botnia, y aseguró que también habría vetado a Néstor Kirchner como titular de la Unasur, tal como lo hizo Tabaré. Este es el diálogo del ex ministro de Economía uruguayo con Fontevecchia:
—¿Cuándo fue la última vez que dialogó con Cristina o con Néstor Kirchner?
—Un brevísimo diálogo con Néstor Kirchner, hace dos semanas en Santiago de Chile, en una cena convocada por la presidenta de Chile. Tanto Kirchner como yo expusimos en un seminario convocado por varias asociaciones progresistas. El tema era precisamente ése, la evolución del progresismo en América latina.
—¿Cómo fue la conversación que tuvo en Chile?
—Brevísima. Fue un saludo muy cordial, muy simpático incluso de su parte, lo comentábamos con el embajador ayer, con un deseo evidente de transmitir cordialidad, y de la mía también.
—Como presidente, ¿habría vetado que Néstor Kirchner presidiera Unasur, como lo hizo Tabaré Vázquez?
—Sí, comparto totalmente la decisión.
—¿Quién tiene mayor responsabilidad en la crisis bilateral que atraviesan Argentina y Uruguay?
—Uruguay recorrió todos los pasos que tenía que recorrer, incluso antes de que asumiera el actual gobierno. El gobierno del doctor Batlle también dio los pasos que había que dar. Los estudios ambientales, tanto los que se hicieron en Uruguay por instituciones independientes y de instituciones multilaterales como el Banco Mundial, ofrecieron garantías de seriedad. Por lo tanto, yo creo que Uruguay actuó bien, con mucha paciencia, mucha tolerancia, me refiero especialmente a los bloqueos de las rutas. Y con mucho apego a la resolución jurídica en este tema. Ahora estamos esperando una resolución de la Corte Internacional de La Haya, que probablemente sea para mediados del año que viene. Obviamente, estaremos a lo que la Corte disponga.
—¿Qué supone que dispondrá la Corte de La Haya?
—Supongo que su resolución habrá de sustentar la posición uruguaya.
—Durante la campaña presidencial argentina del año pasado, Cristina Kirchner había dejado trascender que una de sus prioridades sería mejorar la política exterior, ¿en Uruguay creen que logró ese objetivo?
—Yo no creo que estén pasando por un buen momento, ocultarlo sería hasta ridículo.
—En la anterior entrevista con PERFIL, usted también dijo que Tabaré Vázquez “ha tenido mucha paciencia con la Argentina” y que si usted es presidente “y hay que poner paciencia, vamos a ponerla”. ¿El comportamiento del gobierno argentino sólo merece paciencia?
—Yo no voy a calificar el comportamiento argentino. Uruguay actuó bien, incluso, a veces siendo el gobierno objeto de reclamos por parte de otros integrantes del sistema político para que actuara de otra manera, quizá relativamente con mayor dureza. El gobierno tuvo, además, el cuidado de escuchar a todo el sistema político uruguayo.
—¿Siempre la paciencia es recomendable?
—Cuando están en juego cosas tan importantes como en este tema. No siempre la paciencia se mide en las mismas dosis respecto a temas de Estado. En esto creo que vale la pena tenerla y por eso estoy de acuerdo con que el gobierno la haya tenido. Vale la pena porque para Uruguay la relación con la Argentina es una parte muy esencial de su vida como Estado, de su historia, de su presente y de su futuro. Es uno de los temas donde hay que poner más paciencia, tolerancia y, obviamente, inteligencia.
—¿Esa paciencia tiene límite?
—Todas las cosas tienen límites, menos, como dice un amigo profesor de matemáticas, las sucesiones convergentes. En la vida todo tiene límite, salvo que a veces uno no acierta a definirlo, a preverlo, a saber dónde está; actúa, sabe que el objetivo por el que está trabajando es crucial.
—¿Qué es negociable y qué no en el conflicto por Botnia?
—Cuando uno piensa en algo innegociable, piensa en la instalación de la planta y su funcionamiento, eso es parte de la realidad, no tiene regreso.
—Usted anticipó recientemente que habían firmado un acuerdo con Portucel para instalar la papelera más grande del Cono Sur. ¿Puede esto, sumado a la futura instalación de Stora Enso y ENCE, ser foco de nuevos conflictos con los ambientalistas?
—En la medida en que se cumpla con todos los requisitos de cuidado del ambiente, no veo la posibilidad de que sea un foco de conflicto.
—¿Esos requisitos eran los mismos que los de Botnia?
—No soy un técnico en la materia, creo que la gran similitud sería su rigurosidad, pero es probable que por la distinta localización de estos proyectos haya otras exigencias que puedan ser más duras. Stora Enso está proyectando instalarse en el centro del país; ENCE, que se relocalizó, está ahora en el suroeste. Nosotros estábamos repensando que la relocalización de ENCE, que estaba a seis kilómetros de Botnia, podía ser un factor de distensión, de apertura, pero, lamentablemente, no fue así. Y luego tenemos a Portucel instalándose en la zona sureste. El despliegue está territorialmente equilibrado. Portucel va a ser una fábrica de papel, no de pasta de celulosa. Visité una planta de Portucel en Portugal y la prolijidad es absoluta, no hay, ni siquiera, el más mínimo vestigio de olor, y es de un cuidado ambiental admirable.
—¿Qué porcentaje del total del producto bruto de Uruguay van a terminar representando cuando todas estas plantas de celulosa y papel estén funcionando?
—Botnia es hoy 2,3 por ciento. Y Portucel es una inversión que puede llegar a triplicar la de Botnia en volumen financiero.
—¿Agrandaría la economía de Uruguay un 10%?
—No me animaría a decirlo así. Es tres veces más la inversión (Portucel), pero no hay que inferir que vaya a representar similares proporciones. Va a ser una parte importante del producto, pero no me comprometo con esa cifra.
—¿Se podría decir que hay un antes y un después del papel en la economía de Uruguay?
—Va a ser gradual porque estamos hablando de un proceso largo, Portucel puede llevar varios años. Eso todavía no tiene ni siquiera el diseño. ENCE está más avanzado.
—¿Qué otra actividad que no sea de materias primas representa en Uruguay el 10 por ciento del producto bruto?
—El complejo industrial forestal, estrategia que el país ya empezó a practicar hace más de veinte años, no es una estrategia de este gobierno. Es quizás una de las pocas líneas de Estado en promoción productiva y económica. Luego tenemos la agroindustria alimentaria, que ha recibido un volumen muy importante de inversión en los últimos años, en gran parte proveniente de la Argentina, que ha alcanzado niveles de eficiencia muy altos. Aquí debería mencionar, aparte de las carnes, la producción de lácteos, que está a niveles muy altos, algunos cultivos, como la soja, el trigo y la cebada. La minería va a dar sorpresas a la brevedad en Uruguay, porque está avanzando a un ritmo muy importante, también con una buena captación de inversiones del exterior;
—¿La minería sería comparable con la industria papelera?
—No.
—¿La industria papelera es la más grande después de la agroindustria?
—No lo sé, otro sector que está creciendo es el de la industria logística. Están recibiendo un impacto muy importante por el papel creciente que está cumpliendo Uruguay como centro de concentración y redistribución en la región. Allí tenemos básicamente los transportes, las telecomunicaciones y los servicios portuarios. Este sector está triplicando el ritmo del producto promedio y está representando una proporción cada vez más grande de la economía, al punto tal que están reclamando urgentemente una expansión en los puertos por su enorme congestionamiento.
—¿En qué proporción son mercaderías de o hacia Argentina y Brasil?
—Proporciones similares para ambos. Y como hay bienes de origen extrarregional que llegan a países vecinos, es que a Uruguay le importa tanto eliminar el doble arancel en común en el Mercosur, porque eso conspira directamente contra un país que quiere redistribuir: si tiene que pagar dos veces el arancel, va en contra de la rentabilidad del negocio. El producto uruguayo este año va a crecer alrededor de 11 por ciento, y la logística va por el 130 este año.
—¿Casi la mitad del crecimiento del producto bruto de este año proviene de Botnia y la lógistica?
—Sí. Todavía no mencionamos a algunos sectores de servicios que son muy importantes en Uruguay. El turismo y sus actividades conexas; hay un gran dinamismo de la producción inmobiliaria, las últimas cifras que tengo son de 300 mil metros cuadrados en construcción en Montevideo y más de 400 mil en Punta del Este en este momento. La industria de la construcción no ha recibido ningún impacto.
—Setecientos mil metros de construcción, a un promedio de mil dólares el metro, son 700 millones de dólares, aproximadamente otro 2% más sobre el producto bruto de crecimiento.
—Sí, pero además del turismo Uruguay viene desarrollando un muy interesante crecimiento en tecnología de la información, esto es software. Uruguay fue el primer país de América del Sur en producir tecnología nacional y el primer exportador en tecnología de la información en América del Sur.
—¿Cuánto son las exportaciones totales?
—Este año van a estar en unos 10 mil millones de dólares.
—Mucho: sobre un producto bruto de 32 mil millones es casi un tercio del total. ¿Uruguay creció más que la Argentina en los últimos años?
—Los dos crecieron muy parejos. El promedio uruguayo al terminar este quinquenio de gobierno va a estar entre 8 y 9 por ciento.
—En una entrevista publicada en PERFIL, el ex ministro de Agricultura del Uruguay, José “Pepe” Mujica, aseguró que “hay que buscar en el campo de la psicología la causa que puede dar justificación” al conflicto que tuvo el gobierno argentino con el campo. Ese fue un duro golpe para el gobierno argentino y Mujica dijo que nunca habría recomendado imponer retenciones al campo durante su gestión. ¿Usted qué piensa?
—No me animaría a entrar en el campo de la psicología, pero coincido totalmente con su opinión en el caso de las retenciones.
—¿Cómo se podría comparar el sistema de jubilación uruguayo con el argentino y cuál es su opinión particular sobre un sistema de reparto y uno privado?
—Nosotros tenemos lo que se puede llamar un sistema mixto, en cuya base hay lo que se podría llamar un sistema de reparto y luego un sistema de ahorro individual obligatorio, cuyos fondos son administrados por instituciones, que no son instituciones de seguridad social, son administradoras de fondos de seguridad social.
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