El contexto es distinto y esperemos que esta vez todo termine mucho mejor, pero la elocuente alusión de Hebe de Bonafini al “tren de la victoria” al que habría que subirse ahora para festejar la reelección presidencial en octubre remite a otro “tren de la victoria” al que también había que treparse: el del entonces número dos de Montoneros, Roberto Perdía, quien recorría Europa arengando a los guerrilleros en el exilio para retornar al país en la Contraofensiva de 1979.
La fuente es un libro imperdible, precisamente titulado “El tren de la victoria”, de la periodista Cristina Zuker. Según ella, Perdía utilizaba esa imagen y se mostraba convencido de que tomarían el poder aprovechando el descontento popular con la dictadura. Las cosas sucedieron de otro modo: la guerrilla perdió una cantidad aún no precisada de “cuadros” a manos de los militares, que los estaban esperando, entre ellos a algunos de sus jefes, como Horacio Mendizábal, titular del Ejército Montonero.
Bonafini habló este jueves en la habitual ronda de los jueves, donde no se refirió a las denuncias por presuntas irregularidades en el manejo de fondos públicos destinados a la construcción de viviendas populares por parte de una fundación de las Madres de Plaza de Mayo.
"Hoy acá hay muchos que vorazmente esperan ver qué carajo va a decir Hebe y se van a tener que morder la cola: Nuestros hijos dieron la vida (por el país) y ya hay demasiada sangre vertida para perder el tiempo en pelotudeces", señaló Bonafini con referencia al escándalo, al tiempo que defendió la tarea constructora de viviendas populares de las Madres.
Es decir que, como hace cada vez que se siente atacada, Bonafini volvió a escudarse con la sangre derramada por las víctimas de la dictadura militar, los miles de muertos y desaparecidos, hace más de 27 años. Sin embargo, las denuncias sobre presuntas irregularidades pertenecen al presente; refieren a personas de carne y hueso, que están vivas entre nosotros, pertenecen a los sectores populares y son los principales perjudicados de estas maniobras.
En tanto, el kirchnerismo apunta a que las eventuales culpas sean afrontadas solamente por Sergio Schoklender, a quien Bonafini definía como “un hijo” y hasta hace poco era el apoderado de las Madres. El oficialismo no quiere que el escándalo perjudique a Bonafini, una de sus principales aliadas, como sostuvo el dirigente social Luis D´Elía, también presente en la ronda en la Plaza de Mayo.
(*) Periodista, autor de “Operación Primicia”.