Llega a la Argentina una de las máximas estrellas del pop en la actualidad. Britney Spears lo tiene todo para ocupar mucho espacio en los medios y cautivar al gran público: es bonita, es escandalosa, canta razonablemente bien, asume riesgos y tiene una historia (de ascenso, caída y recuperación) para contar.
El Femme Fatale Tour que la trae al país, previo paso por los Estados Unidos y Europa, está apoyado básicamente en el disco que editó este año (Femme Fatale, un álbum de electro-pop, dance y dubstep; Hold it against me es uno de los pocos éxitos masivos de este género más bien esquivo a las listas de hits), hiperproducido, destinado sobre todo a la pista de baile y plagado de referencias sexuales.
Las críticas no llegaron a ser tan buenas como las de Blackout (2007), pero nadie ha castigado excesivamente al disco, habida cuenta de la agitada telenovela que la chica de Louisiana protagonizó justamente a partir de aquel momento, con un epicentro en su comentada aparición en los MTV Awards de 2007, cuando abrió la velada con un número en el que se mostró confusa, desorientada y completamente fuera de forma. Venía de un largo parate luego del promocionado beso con Madonna y su casamiento con el bailarín y rapero Kevin Federline, con quien tuvo dos hijos.
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