Luis Alberto “Changui” Cáceres fue protagonista del “alfonsinazo” electoral de 1985. Apadrinado por Raúl Alfonsín, el dirigente de la Junta Coordinadora arrasó como candidato a diputado por Santa Fe. Con Leopoldo Moreau, Marcelo Stubrin, Carlos Becerra y Raúl Baglini encabezando las otras listas provinciales, el gobierno logró una marca que se mantendría invicta hasta el domingo pasado: que el oficialismo ganara en los cinco distritos más grandes. Para el mítico Changui Cáceres, sin embargo, las similitudes entre alfonsinismo y macrismo no pasan de ahí. “No veo punto de contacto”, afirma, y a la pasada cuestiona el “papel lamentable” que desempeña la UCR dentro de Cambiemos.
Desde ese desencanto organizó a pulmón un encuentro para “debatir el presente y el futuro” del radicalismo. El lugar elegido encierra un guiño histórico: la laguna de Setúbal, cerca de la ciudad de Santa Fe, donde hace casi cincuenta años nació la Coordinadora. Ricardo Alfonsín, Enrique “Coti” Nosiglia y Federico Storani, entre otros 400 dirigentes, ya le confirmaron presencia.
—¿A qué apunta el encuentro de Setúbal?
—Es un esfuerzo para generar un ámbito de discusión en un momento en que no se discute nada. Me preocupa la desorientación de la UCR. Invité a todos: a los que ven con cariño inflar globos, y a los que no tanto.
—Como ganador en 1985, ¿ve parecidos entre aquella y esta última elección?
—Nada, ni un pirulo de contacto.
—Los candidatos de entonces, usted, Moreau y Stubrin, hoy están desperdigados en distintos espacios y opiniones. ¿Cómo se explica?
—Yo reivindico los 106 años de historia radical, pero no me hago el distraído. Soy consciente de los errores, y de que se perdió el funcionamiento de la democracia interna.
—¿Fue beneficiosa la Convención de Gualeguaychú, en la que el radicalismo definió aliarse con el PRO?
—Fue maléfica. Puso la piedra basal para una mala construcción. Al PRO le sirvió para ganar la elección y fumarse en pipa al radicalismo. Para el ciudadano común que ya no confía en “la señora”, el que quiere seguridad, paz, un sueldo digno, salud y educación, también resultó negativa.
—Pero la UCR sumó bancas, ministerios y cierta presencia.
—Es una forma esotérica de ver el vaso medio lleno. En política no todo es una cuantificación de cargos. Y es un cálculo errado: no tenemos tanto más.
—¿Por qué sería importante que vuelvan los partidos?
—Para el PRO, los partidos son lo viejo. Y a lo viejo hay que enterrarlo. Pero no conozco cómo construir una república por fuera del sistema de partidos.
—Ernesto Sanz dijo que Macri es lo más progresista que hay desde Alfonsín.
—Él es de Mendoza, así que por ahí hizo un testeo de vinos antes. No hay punto de comparación.
—¿Se podrá discutir todo esto en Setúbal?
—Se tiene que debatir. No me gusta el papel lamentable de ser parte de una escenografía prefabricada, con el verso de la eficiencia y la gestión.
—Imagino a Jaime Duran Barba calificando su planteo de naif.
—No soy inocente. Tengo 58 años de militancia. Las pasé todas y tengo memoria. Viví la pizza con champagne. Tranquilamente Macri puede ser reelecto. El endeudamiento puede ayudar. La burbuja puede tardar en estallar, pero en algún momento revienta.