"El poder desgasta a quien no lo tiene", proclamó alguna vez el ex primer ministro italiano Giulio Andreotti, quien a sus 91 años se mantiene aún activo como senador vitalicio por la democracia cristiana. Pero lo cierto es que el ejercicio del poder deja sus marcas en los protagonistas: canas, arrugas, problemas de salud, pérdida o aumento de peso son algunos de los problemas que sufren quienes están en la cima.
El diario mexicano Reforma elaboró una infografía que consigna cómo fue afectado en paso del tiempo, el ejercicio del poder y el estrés a los presidentes más importantes de la región, junto a la consultora en imagen Gisela Méndez.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner aparece en el listado, a pesar de llevar en el gobierno unos dos años y medio. "Ha cuidado demasiado su imagen", opinó Méndez. Y agrega: "En el momento en que exagera su arreglo, ya no luce tan internacional. El uso apropiado de maquillaje en ámbitos internacionales es muy suave, muy natural, ella se excede".
Cristina, según la experta en imagen, "no luce como una mandataria, sino que hace ver que le pone más atención al físico que a gobernar, y esto puede interpretarse como un síntoma de vanidad".
En la vereda opuesta, el colombiano Álvaro Uribe se ubica entre aquellos a quienes el poder les sienta bien. Tras 8 años de mandato y a punto de abandonar la presidencia, "luce mejor ahora que cuando entró a gobernar" afirmó Méndez, quien opina que "el cabello más largo le sienta mejor, luce contemporáneo y moderno".
Por el contrario, a Barack Obama sin dudas lo ha desgastado el poder, a poco más de un año de asumir. "El presidente de Estados Unidos tiene una figura envidiable por lo que, aunque sí le ha pegado el poder, su constitución física hace que no se vea tanto", asegura Méndez. Sin embargo, el trajín se le nota en la postura: antes estaba erguido, recto, con los hombros hacia atrás, y ahora aparece encorvado hacia abajo.