Rafael Filipelli recibe a Perfil en su oficina de la Universidad del Cine, en un día de descanso del rodaje que acaba de iniciar. Sin embargo, el celular lo interrumpe en varias oportunidades. El realizador primero desestima atender los insistentes llamados, pero luego no le resta otra alternativa: son los productores, ansiosos por profesión, que le preguntan acerca de la siguiente jornada, donde continuarán filmando el momento en que el general Pedro Eugenio Aramburu es secuestrado por Fernando Abal Medina, Mario Firmenich y Norma Arrostito. Pequeño en sus dimensiones físicas, gentil en el trato, duro en sus afirmaciones, vehemente en ciertos movimientos, claro en sus ideales, Filipelli está de vuelta. Nada menos que con un hecho clave que marca el nacimiento de Montoneros y, también, de la extrema violencia que caracterizó la década del 70. El guión pertenece a su mujer, Beatriz Sarlo, y a quien fuera su alumno, Mariano Llinás –“son dos personas de caracteres muy distintos, casi antagónicos”, reconoce el director, “pero por suerte se llevaron bien”.
—¿La película está centrada en la ejecución se Aramburu?
— Secuestro y muerte narra el día del secuestro y los de encierro, hasta su fusilamiento. La película se concentra en el cautiverio, en el lugar donde lo mantuvieron secuestrado. De hecho, el relato empieza con los secuestradores disfrazándose: peinándose el pelo, poniéndose el bigote, el traje militar. Después, van en una camioneta donde lo interceptan a él y lo aprisionan, y luego lo llevan a la casa donde se mantienen hasta que la película termina. No me voy a hacer el vivo: sí, la película es sobre el asesinato de Aramburu. Ahora bien, los personajes de la película no son necesariamente esos. Ese general que compone Enrique Piñeiro hace referencia a Aramburu, pero por ejemplo en la película tiene bigote, cuando en la vida real no lo tenía. Son cuatro secuestradores entre los cuales hay una mujer, pero esos personajes no son necesariamente Arrostito, Abal Medina o Firmenich. Me inspiro en ellos para empezar a contar la historia.
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