El acto por el Día de la Memoria del domingo pasado terminó a los golpes en Villa Gesell: el intendente Jorge Rodríguez Erneta se trenzó con Fernando Araujo, referente local de Nuevo Encuentro, en un incidente que sacó a la luz las internas de los dos espacios kirchneristas de la ciudad bonaerense.
Rodríguez Erneta, que atraviesa su segundo mandato municipal bajo la bandera del Frente para la Victoria, ingresaba a Primera Junta, la plaza mayor de la ciudad, para participar de la tradicional marcha de antorchas. Su arribo fue celebrado por grupos afines (había banderas de "Kolina" y "Unidos y Organizados") y reprobado por algunas organizaciones que el Intendente vinculó a Jorge Martínez Salas, concejal radical y principal referente de la oposición.
Como puede observarse en un video, estas personas le gritaban “¡Ladrón!” y le reclamaban por Ramón Amarilla, el joven obrero mutilado por una garita de colectivos que le está ocasionando varios dolores de cabeza a la administración municipal.
El punto máximo de tensión se vivió cuando el Intendente quedó de cara a Fernando Araujo, jefe de Nuevo Encuentro en Gesell y titular regional del AFSCA, cargo al que accedió por su buena relación con Martín Sabatella, ya que hasta la fecha sus desempeños electorales fueron bastante pobres: en 2009 se presentó como candidato a concejal y dos años después como intendente, promediando un escaso 3 por ciento de votos.
Rodríguez Erneta venía del acto oficial, realizado en la Plaza de los Desaparecidos (en Boulevard y 105, a diez cuadras de Plaza Primera Junta) y allí se encontró con Araujo, cuyos allegados comenzaron a insultar al Secretario de Planeamieto, Obras y Servicios Públicos de Gesell, Jorge Castellani, por haber desempeñado el mismo cargo, justamente, durante la última dictadura militar.
Luego de una intensa discusión verbal entre ambos dirigentes, se produjeron algunas escaramuzas y Araujo terminó en el suelo, golpeado y con un labio roto. El representante de Nuevo Encuentro acusó de las agresiones primero a Rodríguez Erneta y luego a un grupo de personas que lo rodeaban, que en un video aparecen amedrentando de manera verbal a quienes reprobaban al Intendente.
Después de los incidentes, un grupo de más de 50 personas realizó la marcha de antorchas hacia la playa, donde se recordó a los desaparecidos entonando el Himno Nacional. El evento planeado pudo completarse, pero eso no impidió que el ambiente se mantuviera espeso durante los días sucesivos a través de acusaciones públicas y denuncias legales.
Araujo ya había acusado agresiones del entorno del Intendente en la campaña electoral de 2011, cuando el gobernador Daniel Scioli visitó la ciudad para apoyar a Rodríguez Erneta en un accidentado evento. En aquel entonces, ambos mandatarios buscaban revalidar sus cargos ejecutivos en la boleta del Frente para la Victoria que encabezaba Cristina Fernández de Kirchner. Los tres alcanzaron su objetivo, aunque Erneta lo logró con un margen notablemente inferior al de 2007.
El nuevo equilibrio de fuerzas que dominó al órgano legislativo local a partir del 2011 le quitó al Intendente el beneficio del quórum propio que hasta ese entonces poseía. La oposición, encabezada por el radicalismo, aprovechó esta situación el año pasado para obstaculizar las sesiones en las que el oficialismo procuraba aumentar las tasas, el presupuesto 2013 y el boleto de la línea local de colectivos, mociones finalmente aprobadas aunque acompañadas también por lamentables incidentes en el propio Concejo.
El jefe comunal también tiene el ojo en otros intereses. Muestra de ello fue el asado organizado en enero por el diputado Carlos Kunkel bajo el anfitrionazgo del Intendente geselino, con una lista de referentes kirchneristas bonaerenses en la que sorprendió la falta de representantes del mariottismo y La Cámpora, actores de relevancia en la provincia más importante del país. En algunos ámbitos se especuló con que, además de la consabida foto, Erneta buscaba reposicionar aspiraciones que lo depositarían como candidato a senador provincial en las próximas elecciones.
Tras la retirada del calor de verano (dejando atrás una temporada que varios comerciantes y empresarios geselinos calificaron de mediocre), el termómetro parece agitarse ahora por la política doméstica, convulsionada por un año electoral clave, las aspiraciones de poder de cada espacio y los sucesivos episodios de violencia detestados por la comunidad en su conjunto.
