La Presidenta alzó la mano y narró –con su propio puño– el epílogo de lo que fue reinauguración de Tecnópolis sobre una pantalla táctil, de esas que nunca se hubiera imaginado Perón.
De espaldas a las cámaras, redactó: “Bienvenidos a Tecnópolis, el futuro”. Fue su manuscrito 2.0 en el que miles de personas descubrieron, en cadena nacional, la letra de la primera mandataria.
Una llamativa y muy redonda “B” y un palito de la “T” más largo de lo convencional enseñaban mucho más de lo que estaba escrito: hablaron de sus emociones, de sus cualidades intelectuales y de la forma de relacionarse con los demás.
O por lo menos eso concluye un especialista en grafología, que consultó este diario y que, tras analizar la letra, pudo describir algunos aspectos de estado de ánimo, cualidades intelectuales y cómo se sentía la Presidenta al momento de escribir.
“Frente a ciertos desacuerdos en la esfera de la actividad, podría conducir a que quiera imponer su criterio”, describe la conclusión del informe que realizó la empresa Waygraf para PERFIL, especializada en aplicar las técnicas de la grafología para la selección de personal en el área corporativa. Otro aspecto que se desprendió del análisis: “Prevalecía en el autor (Cristina) una voluntad enérgica que por momentos podría llegar a ser impulsiva marcando una actitud de perseveración y adaptabilidad”.
En el informe se destaca que Cristina tiene un “adecuado potencial intelectual” y que busca todo el tiempo instruirse y enriquecerse. Según el estudio de las formas de su propia letra, cuenta con una “visión de los acontecimientos más global que minuciosa”.
Algo que no suelen confirmar los que suelen frecuentar su intimidad y destacan su obsesión por cada detalle. Nunca se permite hablar en público sin dominar el más mínimo de los pormenores: estudia durante horas números y gráficos y, a pesar de que a veces pareciera que improvisa, el contenido de sus discursos fue digerido en cada una de sus letras con anticipación.
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